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La revolución en los 90

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Begoña Urroz, 18 meses; Juan Campos, 12 años; José Píriz, 13 años; Antonio Contreras, 11 años; María Contreras, 17 años (embarazada); Alfredo Aguirre, 14 años; Daniel Garrido, 14 años; Silvia Vicente, 9 años; Jordi Vicente 13 años; Sonia Cabrerizo, 15 años; Susana Cabrerizo, 13 años; Julia Barrera, 3 años; Esther Barrera 3 años; Silvia Ballarín, 6 años; Silvia Pino, 7 años; Rocío Capilla, 13 años; Ángel Alcaráz, 16 años; Luis Villalonga, 2 años; Coro Villamudria, 17 años; María Quesada, 8 años; Ana Porras, 10 años; Rosa Rosas, 14 años; Vanesa Ruiz, 11 años; Francisco Díaz, 17 años; Fabio Asla, 2 años; Silvia Martín, 6 años. Según un informe del diario español ABC, este era el listado de niños muertos por el accionar de ETA a mediados del año 2002. Sin perjuicio de una gran cantidad de menores gravemente mutilados, a la que también hay que sumarle los ochocientos y pico de asesinatos extra, los secuestros, destrucción de propiedad pública y privada, y extorsiones que estos delincu

Begoña Urroz, 18 meses; Juan Campos, 12 años; José Píriz, 13 años; Antonio Contreras, 11 años; María Contreras, 17 años (embarazada); Alfredo Aguirre, 14 años; Daniel Garrido, 14 años; Silvia Vicente, 9 años; Jordi Vicente 13 años; Sonia Cabrerizo, 15 años; Susana Cabrerizo, 13 años; Julia Barrera, 3 años; Esther Barrera 3 años; Silvia Ballarín, 6 años; Silvia Pino, 7 años; Rocío Capilla, 13 años; Ángel Alcaráz, 16 años; Luis Villalonga, 2 años; Coro Villamudria, 17 años; María Quesada, 8 años; Ana Porras, 10 años; Rosa Rosas, 14 años; Vanesa Ruiz, 11 años; Francisco Díaz, 17 años; Fabio Asla, 2 años; Silvia Martín, 6 años. Según un informe del diario español ABC, este era el listado de niños muertos por el accionar de ETA a mediados del año 2002. Sin perjuicio de una gran cantidad de menores gravemente mutilados, a la que también hay que sumarle los ochocientos y pico de asesinatos extra, los secuestros, destrucción de propiedad pública y privada, y extorsiones que estos delincuentes ostentan en su siniestro prontuario.

He preferido poner a cada una de las víctimas con su nombre y edad, y no referirme a que la banda terrorista asesinó a veintitantos niños, porque eran personas no números. Inocentes que no merecían morir, y menos de esa forma atroz. Ver un nombre y no una cifra nos da una noción más humana de la crueldad de estos tipos, y de los que los han cobijado y defendido. ETA y sus miembros fueron incluidos en el listado de organizaciones terroristas por la propia UE.

¿A cuento de qué viene esto?

Hace días escucho hasta el cansancio las historietas de las tupabandas y sus aventuras recaudadoras y agitadoras en los noventa a consecuencia del libro de Urruzola. Y la verdad me causa pavor ver el grado de insensibilidad que tenemos los orientales. Y sobre todo la liviandad con que procesamos estas cosas. Estamos rayando en el cholulismo que todo lo simplifica y relativiza.

No importa el disparate que sea noticia, nos alborotamos un rato, y luego todo pasa, sin pena ni gloria. Sin mayor análisis. Sin dejarnos nada como sociedad, ni una enseñanza.

¡Que hablamos de delitos!

Es que hubo derechos vulnerados: propiedad, libertad, vida. Crímenes que no prescriben, ni allí, ni acá. Es tema para nuestra Justicia y debería serlo también para la internacional. Lástima que no haya ningún Baltasar Garzón que se dedique a cazar bandidos rojos. Han tenido suerte los Castro y Maduro…

Pero el tema es para ponerle un poco más de pienso…

No leí ni leeré el libro de Urruzola, (y no por ella), simplemente porque ni loco largo a Sherlock en Netflix para perder el tiempo con Fernández Huidobro.

No fue un héroe, y tampoco lo fueron sus compañeros de andanzas, ni los que vienen por la posta.

Ellos han sido artífices relevantes de nuestra historia reciente, para bien en algunos asuntos, y para mal en otros, como en este caso.

Por tanto las cosas deben ser llamadas por su nombre, aunque nadie o casi nadie en este país del “no te metas” las quiera escuchar.

Nadie parece darles trascendencia, pero varios ya empiezan a espabilar.

Por más que en el exterior a algunos de ellos les pasan la mano por el lomo, no todos afuera duermen la siesta. Los suecos aún no se comieron la pastilla, por lo menos…

No sé si será cierto o no lo de las bandas ni cómo se financió el MLN, y la verdad es que ya nada me sorprende. Lo que importa sí, es valorar las cosas de las que fueron capaces con tal de ostentar el poder real. Para entenderlos y para verlos venir en el futuro. Y algo es clave: pasa el tiempo y siguen fieles a su pedigree.

Y un hecho fundamental es el suceso del Filtro. “La masacre” según el lenguaje de su relato.

Los principales dirigentes de nuestra izquierda, por una u otra razón, se hicieron presentes en ese lugar para apoyar, en mayor o menor medida, la causa de los asesinos que después fueron debidamente sentenciados a sendas condenas.

Si la plana mayor del FA y del Pit-Cnt se hizo eco de la defensa de estos tipos en aquel momento, ¿cómo puede sorprendernos lo de las bandas y lo de Venezuela?

¿O es que no nos enteramos que parte de nuestra sociedad tiene los valores trastocados?

Los etarras no eran angelitos, eran unos delincuentes requeridos por el gobierno del también socialista Felipe González.

Entonces me pregunto: ¿cómo la mitad del Uruguay puede no tener la perspectiva? ¿Cómo puede relativizarse tanto todo en una sociedad como para perder de vista que a muchos dirigentes del FA y de sus satélites le importan un comino el derecho, la vida, la libertad, y la propiedad de otros?

¿Qué trascendencia tiene discutir si es cierto o no que hubo tupabandas cuando en el Filtro dijeron presente casi todos los prohombres de nuestra izquierda a defender etarras sometidos al debido proceso?

¿Por qué lo hicieron?

¿No es suficiente esto para cuestionarse los 90? ¿Qué importan las bandas?

¿No deberían disculparse con todos nosotros, con España y con las víctimas?

Creo que sí, pero además deberían sincerarse con el país y de una vez por todas abrazar la democracia.

Aquí no cabe lo de como te digo una cosa, te digo la otra.

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Tomás Teijeiro

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