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Sobre repetición

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Si usted busca un tema que haya ocupado un lugar central en la agenda educativa de los últimos años, en los primeros puestos encontrará a la repetición. Y si busca un tema sobre el que se hayan acumulado errores y disparates, no encontrará mejor candidato.

Si usted busca un tema que haya ocupado un lugar central en la agenda educativa de los últimos años, en los primeros puestos encontrará a la repetición. Y si busca un tema sobre el que se hayan acumulado errores y disparates, no encontrará mejor candidato.

Ante todo, en torno a la repetición se ha difundido un error de razonamiento. Algunos estudios muestran que los alumnos que repiten en primaria corren un alto riesgo de fracasar y abandonar sus estudios más tarde. Y ese hallazgo parece sólido.

El problema es que muchos concluyeron que esos alumnos fracasan y abandonan porque unos años antes repitieron, y eso significa creer que algo es la causa de algo sólo porque ocurre antes. Razonando de este modo podría concluirse que afeitarse es una actividad generadora de empleo, porque muchísimos hombres se afeitan y luego van a trabajar.

Es verdad que los alumnos primero repiten y después fracasan y abandonan, pero esa correlación no implica una causa. Mucho más probable es que la repetición temprana, el fracaso y el abandono sean todos síntomas de una misma incapacidad de nuestra enseñanza para tratar con alumnos vulnerables.

A ese error de razonamiento se suma otro de información: muchos participantes en el debate asumen que una alta repetición es una señal de mala calidad educativa, y viceversa. Pero los datos no lo confirman. Hay países con alta repetición y una buena educación básica (por ejemplo, Bélgica) y hay países con baja repetición y mala calidad de aprendizajes (como algunos de América Central).

La evidencia sugiere que la repetición no es buena ni mala (aunque siempre es cara). Todo depende de cómo se la utilice. La repetición seguramente es mala si funciona como única respuesta ante el déficit de aprendizajes y se reduce a insistir en lo que ya se hizo. Pero puede ser un recurso admisible si forma parte de una batería de medidas posibles y va acompañada de formas de apoyo complementario.

En cualquier caso, la repetición es una realidad muy maleable, especialmente atractiva para quienes quieren fabricar falsos éxitos educativos. Algunos estudios muestran que alcanza con que las autoridades expresen públicamente su preocupación por la repetición para que las cifras bajen aunque no se haga nada. Y la caída puede ser mucho mayor si se incorporan algunas formas de presión sobre los docentes.

En los últimos años las autoridades de Primaria fomentaron la baja de la repetición en nuestras escuelas públicas. Lo hicieron por vías informales pero eficaces. Y la repetición efectivamente bajó, sólo que sin mejorar la calidad de los aprendizajes. El resultado es que la repetición en sexto año de escuela es del orden del uno por ciento, pero la repetición en el Ciclo Básico supera el 30 por ciento. Uno de cada tres alumnos termina la escuela sin haber aprendido lo necesario para encarar el siguiente ciclo.

Primaria no bajó la repetición. Sólo la exportó a la enseñanza media. Ahora, según se ha informado, las autoridades de Secundaria responden con una medida igualmente tramposa: los alumnos con déficit de aprendizaje no repetirán, sino que tendrán una semana más de clase. Cinco días para compensar lo que no anduvo durante un año.

Nuestras autoridades educativas no parecen tener un plan ni ninguna sensibilidad social. Apenas actúan como una banda de pícaros preocupados por maquillar las estadísticas.

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Pablo Da Silveira

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