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Primera Plana

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No siempre el film que llega a las salas de cine con el brillo de haber ganado el Oscar nos deja satisfechos o consustancia- dos con él. Sin embargo, el premiado de este año, Spotlight (Primera Plana) es una película que ampliamente colmó las expectativas provocadas por el famoso galardón.

No siempre el film que llega a las salas de cine con el brillo de haber ganado el Oscar nos deja satisfechos o consustancia- dos con él. Sin embargo, el premiado de este año, Spotlight (Primera Plana) es una película que ampliamente colmó las expectativas provocadas por el famoso galardón.

Se trata de una producción si se quiere modesta, sin efectos especiales, espléndidas vistas o gran despliegue de producción, pero cuenta con lo primordial; un muy buen elenco, una excelente dirección y valiosa sustancia en su contenido.

Para empezar y citando al propio título, se pone en “primera plana” la gran importancia de la prensa y la libertad de expresión. Cuando aquí y allá se producen ataques de distinto calibre, ya sea por parte de gente del gobierno, de la clase política, de organizaciones sociales o del crimen organizado, esta producción cinematográfica contribuye a destacar lo imprescindible que es la función del periodismo. Demuestra de manera contundente, lo esencial que es como instrumento de sostén para la sociedad contra los abusos del poder, los intereses creados y la corrupción. Como decía Roy J. Harris Jr, antiguo periodista del Wall Street Journal, “son como una flota acorazada”, esos camiones que salen de la planta el 6 de enero de 2002, cargados con la edición que pondrá al fin al descubierto la podrida trama de los curas pederastas y el manejo y ocultamiento de estos crímenes por parte del cardenal Law, arquidiócesis de Boston.

Doscientos fueron los casos denunciados, aunque no se apuntó especialmente a los protagonistas, sino a la actitud de la institución misma. La cual hasta la llegada del papa Benedicto XVI, -quien impulsó un giro orientado a combatir con otra firmeza este flagelo-, tenía por costumbre barrer bajo la alfombra. Una estrategia que no hizo otra cosa que expandir el mal, dado que la reacción era cambiarlos de parroquia. Situación muy bien planteada también en una anterior película, Duda, protagonizada por la eximia Merryl Streep. La larga lista de países y ciudades donde han sido descubiertas estas prácticas deleznables que aparece al final de la cinta, lleva a pensar que felizmente la Iglesia Católica ha empezado a actuar de otra manera frente a este espinoso problema, si bien siguen existiendo cosas incomprensibles porque a veces hay condenas firmes y hay otras que están en un limbo, como se puede apreciar con algunos de los 7 curas acusados en Argentina. Por otro lado, se nota que en la actualidad comenzó a levantarse ese manto de silencio que algunos luchadores, como el padre Thomas Doyle, no pudieron descorrer a pesar de sus buenas intenciones. Hoy es más factible que se presenten denuncias, al tiempo que se hace cada vez más notorio lo urgente que es revisar la orden de celibato impuesta a los sacerdotes católicos.

En 2001, de los 3,8 millones de habitantes de Boston, 2 millones declaraban compartir esa fe. Por lo tanto, existía una gran deferencia hacia la Iglesia Católica y era tan honda su influencia en la mentalidad bostoniana, que los propios reporteros habían dejado pasar una primera luz de alerta. Tuvo que llegar como nuevo editor, un “outsider” venido desde el Miami Herald de Florida, para que el equipo Spotlight se “pusiera las pilas” y cambiara de foco su mirada inquisitiva. Hasta entonces se dedicaban a investigar corrupción policial, política, negocios inmobiliarios turbios, pero nunca habían puesto la mira sobre una organización religiosa.

La labor del equipo de sabuesos compuesto por cuatro reporteros que trabajaron día y noche con la pasión que caracteriza a los vocacionales del periodismo, los hizo merecedores del prestigioso premio Pulitzer por Servicio Público. El libro publicado tras la pesquisa fue la base de la película que también ganó el Oscar al mejor guión, elaborado con gran meticulosidad en la intención de transmitir lo más verazmente posible el clima y la forma de accionar de la gente del Boston Globe. Duramente exigidos pero apoyados por la superioridad, a pesar de las presiones recibidas por lo riesgoso del tema. Sacha Pfeiffer, nacida en una devota familia de origen lituano, la mujer del grupo, cuenta cómo se interesaban el director y el coguionista en conocer todos los detalles para no solo reconstruir la época, sino la recreación del empeño de los redactores y el debate alrededor de un caso con tanto impacto social.

La distinción cinematográfica es muy oportuna, porque al poner en otra dimensión el hecho, ayuda a que la gente aprecie mejor lo que significa la contribución del periodismo para sacar de la obscuridad lo que se esconde detrás de ciertas murallas. (Brasil y Argentina son una buena demostración) Y es pertinente debido a la vertiginosidad actual de las noticias, recalcar el valor del periodismo de marca y de investigación.

Es una misión de la prensa, por más críticas que reciba, como acaba de suceder otra vez este jueves, con Tabaré Vázquez como protagonista, a quien le molesta más que se sepa lo que está mal, que quién es el responsable de ello, para arreglarlo. No se queja en cambio, de las páginas y titulares que se les da a los anuncios del gobierno y las autoridades, los cuales demasiado a menudo se reducen luego a solo eso, anuncios que quedan por el camino.

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Julia Rodríguez Larreta

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