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Tienen hambre

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Entre las muchas noticias del último mes se destacó una que a todos nos impactó fuertemente. Se nos informó que en cierta parte de Montevideo, los estudiantes de liceo llegaban a su instituto con hambre, sin haber comido lo mínimo. No se trataba ya de que lo hubieran hecho de forma equilibrada, como tantas veces se proclama como necesario. No se mencionaba que su dieta fuera escasa en frutas y verduras frescas o demasiado recargadas de carbohidratos, no. Estas chicas y muchachos tenían la barriga vacía, les dolía el cuerpo que reclamaba que se le alimentara mínimamente.

Recordamos en esa oportunidad la afirmación que nos efectuara un estimado amigo, hijo de un laborioso inmigrante que a fuerza de trabajo, había dejado al morir, una muy buena posición económica. El hijo, profesional próspero, al referirse a la vida de su padre destacó: “siempre comió bien”. La afirmación puede parecernos exótica pero para aquel modesto italiano, llegado de una Europa de hambrunas y carencias, el

Entre las muchas noticias del último mes se destacó una que a todos nos impactó fuertemente. Se nos informó que en cierta parte de Montevideo, los estudiantes de liceo llegaban a su instituto con hambre, sin haber comido lo mínimo. No se trataba ya de que lo hubieran hecho de forma equilibrada, como tantas veces se proclama como necesario. No se mencionaba que su dieta fuera escasa en frutas y verduras frescas o demasiado recargadas de carbohidratos, no. Estas chicas y muchachos tenían la barriga vacía, les dolía el cuerpo que reclamaba que se le alimentara mínimamente.

Recordamos en esa oportunidad la afirmación que nos efectuara un estimado amigo, hijo de un laborioso inmigrante que a fuerza de trabajo, había dejado al morir, una muy buena posición económica. El hijo, profesional próspero, al referirse a la vida de su padre destacó: “siempre comió bien”. La afirmación puede parecernos exótica pero para aquel modesto italiano, llegado de una Europa de hambrunas y carencias, el haber podido comer a discreción era un hito en la vida.

Estos muchachos viven entre nosotros y por mas planes y tarjetas y coordinaciones y asesores y asistentes sociales que pueda desplegar el Mides, no tienen suficiente alimento. Seguramente y por suerte, no son muchos, pero viven a unas cuadras de nuestras casas, son contemporáneos de nuestros hijos y nietos, nacieron en este siglo, han vivido la mayoría de su vida bajo gobiernos que invierten grandes cantidades en la lucha contra las carencias, pero tienen hambre.

Seguramente que son muchos más, muchísimos, los que padecen otro tipo de hambre, los que ubicados en todas las regiones y en todos los niveles sociales no reciben el alimento de valores, certezas, respuestas ante la vida que la educación implica. Porque no solo de pan vive el hombre, porque hay otro tipo de necesidad en el ser humano que también debe de satisfacerse porque también se necesita. La falta de este otro tipo de alimento seguramente que no duele tanto como el otro, pero a la larga duele, se manifiesta como un faltante grave en la integridad del ser humano.

Educar representa, ante todo, formar un individuo dotado de valores, de esos anclajes del alma que dan fortaleza para resistir y guía para comprender. Dejemos de lado lo religioso, sin abandonar lo espiritual. Todos necesitamos apoyos que van más allá de lo físico para comprender el mundo y para apoyarnos en la lucha por la vida.

Comencemos por el patriotismo, por el amor a la comunidad política y social a la que pertenecemos. Saber acerca del nacimiento y desarrollo del Uruguay independiente, sus logros y sus dramas nos hace mejores ciudadanos. La solidaridad, la honestidad intelectual y material, el respeto por los demás, la búsqueda de la excelencia se enseñan, se deben enseñar. Después vendrá la transmisión de destrezas técnicas para encarar la vida profesional, para ganarse la vida, pero antes el cimiento moral, la persona lo mejor definida, apoyada en los valores propios de nuestra civilización.

No es solo el instituto de enseñanza el responsable de esa tarea. Antes está la familia y sería injusto cargar sobre los hombros de los docentes un peso tan grande, pretendiendo que suplementen en cuatro horas de aula lo que no viene de la casa. Pero no implica ello que la educación, pública o privada, deje de lado su responsabilidad. Nos avanzan fuerzas negativas, todos los días. Se golpea a maestros, se hiere a compañeros, se ambienta el ocio maligno que lleva muchas veces a la droga y al delito. No hay un desarrollo de la actividad deportiva, la mejor instancia de formación del carácter, enseñando a jugar limpio, ganar y perder con el mismo semblante.

Es esta una versión del hambre que quizás no se sienta con la misma agudeza que la material pero que de no satisfacerse a la hora de la formación, cuando es fértil el alma y requiere respuestas, trae consecuencias de raquitismo moral, en los valores.

La situación de la enseñanza es conocida por todos, calificada de difícil, por todos. Si hay alguna tarea que nos debe convocar a todos es esta. Recordemos que en esa materia no hay resultados profundos inmediatos, pero que por ello es necesario comenzar hoy mismo. Esto se ha hecho difícil por la actitud exclusivista del gobierno actual. No comprendemos, mirando desde fuera de las relaciones de poder del FA y de la voluntad del Dr. Vázquez, esta exclusión de los partidos políticos de la oposición en la conducción educativa. Hasta por la muy menor estrategia de hacer a todos responsables, se debió de haber ampliado la representación al máximo. No se quiso actuar de la manera indicada. Se cerró el círculo, ya pequeño del gobierno cívico-sindical, se preservaron las cuotas de poder en desmedro de la gran tarea. Ello no nos dejara afuera del debate, de la sugerencia y de la contribución a las mejores medidas.

Es muy grave la responsabilidad del Dr. Vázquez ante este problema; es más, podemos decir que es extraña a la que sabemos su manera de pensar y de actuar. Seguramente que no fue libre en la materia, que no pudo con el empujón sindical y tupamaro que atenaza su actuar y que promete frustrar muchas de sus metas.

En la educación esto es un drama. Seguirá entonces el hambre y recogeremos su maldita cosecha.

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Luis Alberto Lacalle

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