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Mujica contra los Mujiks

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Hace cinco años, el 7 de marzo del 2010 escribí: Nunca fui más feliz por haberme equivocado, que el primero marzo, cuando oí al Presidente Mujica que dijo un discurso conciliador en el Parlamento, al tomar posesión de su cargo.
Así comentaba yo; y un amigo me dice:
-- Cambiaste mucho.
-- Yo no. Cambió Mujica que está diciendo lo que nunca dijo la izquierda anquilosada.
Cuando se hizo la reunión del Conrad, traje a colación una frase de Eike Batista: “Mujica exorcizó la izquierda.”
Han pasado cinco años de los dos formidables discursos iniciales de Mujica; uno en el Palacio Legislativo, cuando la trasmisión del mando; y otro en Punta del Este, ante 1500 personas (en buena proporción empresarios), cuando aseguró los derechos vinculados a la inversión y ratificó así, la única política de Estado, que iba ser mantenida hasta el día de hoy, pese a un par de pequeños parpadeos rurales.
En realidad fue el Presidente, el exorcizado; él, vomitó el diablo; y su coalició

Hace cinco años, el 7 de marzo del 2010 escribí: Nunca fui más feliz por haberme equivocado, que el primero marzo, cuando oí al Presidente Mujica que dijo un discurso conciliador en el Parlamento, al tomar posesión de su cargo.
Así comentaba yo; y un amigo me dice:
-- Cambiaste mucho.
-- Yo no. Cambió Mujica que está diciendo lo que nunca dijo la izquierda anquilosada.
Cuando se hizo la reunión del Conrad, traje a colación una frase de Eike Batista: “Mujica exorcizó la izquierda.”
Han pasado cinco años de los dos formidables discursos iniciales de Mujica; uno en el Palacio Legislativo, cuando la trasmisión del mando; y otro en Punta del Este, ante 1500 personas (en buena proporción empresarios), cuando aseguró los derechos vinculados a la inversión y ratificó así, la única política de Estado, que iba ser mantenida hasta el día de hoy, pese a un par de pequeños parpadeos rurales.
En realidad fue el Presidente, el exorcizado; él, vomitó el diablo; y su coalición siguió intocada; y lo derrotó. Mujica se define por lo que dice y por lo mismo que es un hablador nato, retrata en palabras, sus obras. A Pilar Rahola, que lo mira como a un bicho raro, le tiende la mano y le pregunta, antes de decirle : Mucho gusto: “¿Qué opinaría si yo hubiera organizado un comando para matar a Pinochet?”.
Mujica finaliza un dicurso en la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE): “Si dos cosas tiene América Latina que la unifican, es que pensamos en castellano y según su tradición cristiana.” “De viejo uno se acerca a la duda de Dios. Me gusta el cristianismo como filosofía. Todavía no puedo ser creyente. Pero siento que soy definido por los valores cristianos”.
Una vez le preguntaron algo sobre cómo había que construir viviendas en los asentamientos irregulares para que fueran mejores y contestó: “Usted tiene que entender que el ejercicio del poder supone el ejercicio de la ternura”.
Y cuando habla como Presidente, puedo (debo) decir que el planteamiento que hizo, era bueno, valía. Explicó: “Para mí, gobernar, empieza por crear las condiciones políticas para gobernar.
Y gobernar, para generar transformaciones hacia el largo plazo, es más que nada crear las condiciones para gobernar 30 años con políticas de Estado.
Hace rato que todos aprendimos que las batallas por el todo o la nada, son el mejor camino para que todo se estanque.”
Mirado desde ahora, éste es el punto donde Mujica se equivocó: creyó que había creado las condiciones para gobernar y mientras tanto. la coalición de izquierda se organizaba contra él, para hacerlo fracasar, como lo logró, en gran medida. Mujica quiso que hubiera políticas de Estado y la oposición reaccionó mejor que los silenciosos compañeros del Frente.
Luis Alberto Lacalle dijo: El discurso de Mujica rompió con los moldes ideológicos de la izquierda tradicional” Bordaberry comentó: Alguien que vivió inicialmente en el enfrentamiento, al final del camino está encontrando que el conflicto no es bueno, que lo bueno es buscar concertación” “Este es el camino para el Uruguay”
La interna del Frente Amplio, seguía muda. ¿Tramaba en silencio, otra cosa?
Copio el pasaje más inolvidable del discurso de Mujica cuando tenía por delante toda su presidencia: “Sin pretensiones de verdad absoluta, hemos dicho que deberíamos empezar por 4 asuntos: educación, energía, medio ambiente y seguridad. Permítanme un pequeño subrayado: educación, educación, educación. Y otra vez, educación. Los gobernantes deberíamos ser obligados todas las mañanas a llenar planas, como en la escuela, escribiendo 100 veces, “debo ocuparme de la educación”
Y en otro momento agrega: “De verdad queremos terminar con la indigencia. Que la gente tenga trabajo. Queremos seguridad para la vida cotidiana; salud y previsión social bien humanas. Nada de esto se consigue a los gritos. Basta mirar a los países que están adelante en estas materias y se verá que la mayor parte de ellos tienen una vida política serena. Con poca épica, pocos héroes y pocos villanos. Más bien, tienen políticos que son honrados artesanos de la construcción.”
Y volando alto por sobre la circunstancia afirmó: “No se entiende una nación si no se respeta su pasado.” Y dio a conocer un “mensaje a la población en el aniversario de la jura de la Constitución : “La gesta artiguista tuvo un mensaje que nunca más tendrá segunda versión, como la nota más popular y profunda de intento de construir un Estado republicano, federal, democrático, con un respeto enorme a las regiones y con una propensión a lo social, al mundo indígena, hacia los gauchos pobres, la redistribución de la riqueza, que no tuvo parangón en la historia de América del Sur y que naturalmente en alguno de sus capítulos como en la Redota, tuvo que construir un sentimiento de nacionalidad de repercusiones, con carácter histórico”.
Mujica, caudillo blanco, conocía bien a sus historiadores; aunque la gente del Frente quisiera pensar que todo había empezado a partir del ciclo del Frente. Lo pasado, pisado era para ellos, lo más ameno de pensar.
Sobre los monopolios, dijo Mujica: “Nosotros tenemos una contra bárbara para todo intento de desarrollo energético: la manifiesta resistencia y la defensa cerrada y monopólica que hace el personal técnico de UTE y también de ANCAP.” Hay quienes quieren abrir la libertad de competir, para sanear los precios administrativos y ser fieles al usuario, pero la competencia, implica medirse con empresas trasnacionales… Entonces va a ser difícil que podamos tener una empresita nacional que pueda competir y ganar.”
El Presidente no esconde nada: “Descubrimos que gobernar era bastante más difícil de lo que pensábamos, que los recursos fiscales son finitos y las demandas sociales infinitas, que la burocracia tiene vida propia, que la macroeconomía tiene reglas ingratas, pero obligatorias. Y hasta tuvimos que aprender, con mucho dolor, y con vergüenza, que no toda nuestra gente era inmune a la corrupción.
Estos últimos años han sido entonces de intenso aprendizaje, para todos.
Sin aflojarle ni a la pulseada ni al control recíproco, pero sí ampliando dos capacidades que estamos lejos de haber llevado al máximo: la sinceridad y la valentía.” El Presidente Mujica ya jugado, se acerca a completar su gobierno y rubrica su trabajo con una confesión que honra a su franqueza:
— “La gobernabilidad de un país es muy difícil cuando no se tiene respaldo parlamentario (!) y los hechos cuentan y demuestran que desgraciadamente las tonalidades políticas priorizan por encima de todas las cosas.Y no estoy criticando a la oposición actual. Es muy difícil gobernar si no se tiene, un gran peso en las organizaciones sociales (?) porque gobernar con viento en contra implica correr el riesgo de paralizar el país”. (El País, 11/6/14)
Se comprueba una vez más, que la unidad del Frente es una mera apariencia. La coalición de izquierda alberga los adversarios en su propio seno. Votan juntos para ganar las elecciones y esa oposición del mismo palo, fue la que hizo pedazos las esperanzas de Mujica: “Los gobernantes deberíamos ser obligados todas las mañanas a llenar planas, escribiendo 100 veces, “debo ocuparme de la educación.”
Fue quebrado en lo que más importaba, por sus correligionarios (a los cuales llama vagamente, las “organizaciones sociales”) que crucificaron sus buenas intenciones y la vida entera de los muchachos de los barrios pobres. Pegaron donde más duele.

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