En nuestro modesto rincón del Plata siguen crepitando las llamaradas del escándalo de PLUNA, negocio turbio, costoso y con letales ramificaciones políticas y electorales. Más al Norte, en Brasil, gobierna el PT, versión tropical de Frente Amplio. Allí también el gobierno y el partido de gobierno, muy populares ambos igual que acá, se están chamuscando en un incendio. Acá se llama PLUNA, allá PETROBRAS. Acá y allá las mayorías parlamentarias bloquearon todas las investigadoras parlamentarias. No hubo caso.

En nuestro modesto rincón del Plata siguen crepitando las llamaradas del escándalo de PLUNA, negocio turbio, costoso y con letales ramificaciones políticas y electorales. Más al Norte, en Brasil, gobierna el PT, versión tropical de Frente Amplio. Allí también el gobierno y el partido de gobierno, muy populares ambos igual que acá, se están chamuscando en un incendio. Acá se llama PLUNA, allá PETROBRAS. Acá y allá las mayorías parlamentarias bloquearon todas las investigadoras parlamentarias. No hubo caso.

Cuando escribo estas líneas se espera la renuncia de André Vargas, del PT y Presidente de la Cámara Federal de Diputados. En Brasil también están en año electoral y como la necesidad tiene cara de hereje se sacrifica a ciertos personajes (después de haber sacrificado principios) en atención a las encuestas de intención de voto.

PETROBRAS es una empresa del estado, como lo es ANCAP, aunque funciona bajo régimen de derecho privado y parte de sus acciones cotizan en bolsa, pero sus directivos son nombrados por el gobierno. El incendio se desencadenó por varios asuntos inexplicables. El año 2012 PETROBRAS compró en 1.180 millones de dólares una refinería en Pasadena (USA). Esa refinería había sido adquirida el año 2005 por Astra Oil en 42.5 millones. ¿Cómo se explica? Bajo el gobierno de Lula PETROBRAS empezó a levantar la refinería Abreu e Lima anunciada como a mais moderna do mundo y que iba a costar 2.3 billones de dólares. Lleva consumidos 20 billones y todavía no está en funcionamiento. ¿Explicación? Han aparecido sustantivos indicios de que la empresa SBMOffshore, de capitales holandeses, que arrienda plataformas petroleras a PETROBRAS ha pagado coimas de 139 millones de dólares para quedarse con el negocio. Las acciones de PETROBRAS han perdido el 50% de su valor: esto significa la evaporación de una montaña de plata.

El discurso oficial, acá y allá, defiende a su gente bajo los mismos titulares: nadie se metió plata en el bolsillo, fueron errores o fallas administrativas. No es admisible descartar estos escándalos que tanto le cuestan a las poblaciones respectivas con tamaña liviandad. Un enfoque más serio apareció en la columna de Sotelo de este diario. Transcribo algunos párrafos porque valen la pena. “El abuso de funciones podrá no expresar una intención de enriquecimiento pero suele revelar un interés de beneficiarse políticamente.(…) El Presidente Mujica no está involucrado judicialmente en estos casos ni aparecen aspectos delictivos en su particular vínculo con la empresa Tenfield. Un hombre que anda en un viejo Fusca y que predica contra el consumismo no parece susceptible de ser coimeado. Pero no puede decirse lo mismo de su vínculo con la política, a la que dedicó su vida.(…) El dinero y el poder son dos caras de la misma moneda. Pueden utilizarse para vivir frívolamente o para aliviar el dolor ajeno, para liberar al prójimo de las cadenas que lo esclavizan, o para someterlo.(…) Cuando los dirigentes políticos y los gobernantes respaldan ciegamente a sus compañeros en desgracia se olvidan de estos aspectos de la ley y de la ética. Más que eso, se olvidan también que todos los estamos mirando”. (El País, martes 8 de abril).

En Brasil un señor negro y feo pero gran señor, el juez Barbosa metió presos a todos los políticos del “mensalao”. En Uruguay la Suprema Corte y otros jueces menos conocidos pero no menos valiosos han cumplido su deber con independencia. Eso no es judicializar la política: es honrar la ley.