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Maleta de turco

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No hay vuelta. Ya no se sabe en quién creer. ¿Quién lo iba a pensar?

No hay vuelta. Ya no se sabe en quién creer. ¿Quién lo iba a pensar?

De ellos, nada menos que de ellos. Los que están desesperados por ponernos el impuesto al estornudo y un soldado de la Gestapo tributaria en nuestras casas. Danilo y sus pesos pesados no le pagaron los aportes de la seguridad social a una secretaria que trabajaba bajo su dependencia. La pobre señora fue a arreglar su jubilación y descubrió que por 20 años había trabajado “en negro”.

Trabajaba para Jorge Orrico, anteayer diputado, ayer director del Sodre, y hoy despedido por el astorismo y desterrado a Siberia. Parece que Orrico les daba fondos para que el movimiento astorista pagara por su dependiente, y los muchachos de Danilo hicieron desaparecer dicho dinero como Fu Manchú hace desaparecer un conejo. Que hayan hecho desaparecer Pluna vaya y pase; a cualquiera le puede ocurrir, pero tener una empleada trabajando en negro durante 20 años…

¡Señores: los tiempos de la esclavitud ya pasaron hace rato! Camaradas del Pit-Cnt: el tema amerita por lo menos un paro general y dos parciales.

Con la duda en estos temas de evasión tributaria e injusticia social -aunque resta saber adónde fue a dar la plata del pobre Orrico-, ingresaré en el terreno de la política exterior del superior gobierno.

¿Alguien la entiende? ¿Es posible que sea una genialidad para descolocar a los interlocutores extranjeros? ¿O es simplemente otra expresión de la incapacidad frentista que ya conocemos en todos los terrenos (educación, seguridad pública, Ancap, Fondes, Corredor Garzón, etc.)?

Preocupa juzgar oficialmente a nuestro país por el gobierno venezolano instalado tras la fachada de Nicolás Maduro. Todos saben que allí no hay libertad respetada, que se pisotean los derechos del 70% de la ciudadanía expresada en las urnas, y que desde un asiento en las bayonetas oficialistas se condena al pueblo venezolano a una situación de hambre, inflación, delincuencia y muchos etcéteras. La justicia legal y la electoral carecen de independencia, y hay presos políticos juzgados sin el debido proceso. El gobierno uruguayo parece no saberlo. Nuestra República es la única de las democracias que no ha alzado su voz clamando por el respeto de la voluntad expresa del pueblo venezolano.

Y con Brasil es inaudito. Somos intervencionistas. Le decimos a una mayoría parlamentaria legítima y abrumadora que tiene que hacer lo que nos parece a nosotros, porque como cuzco imperial chico del sur así lo demandamos. En el cese de Dilma se aplicaron mecanismos legales y constitucionales de un país con el que es indispensable para nuestro interés nacional tener la mejor de las relaciones.

Y en cuanto al idolatrado Lula, desprestigiado entre su pueblo, con abundantes empresarios y políticos “en cana”, el robo de los dineros públicos que el partido “travalhista” llevó adelante con la complicidad de empresarios poderosos de la construcción, con coimas siderales que fundieron a la petrolera estatal Petrobras, tales hechos eximen de juicios.

En los viejos tiempos, con comunicaciones harto díficiles, siempre había algún turco con una maleta llena de chucherías que ofrecía en venta.

Iba de un lado para otro. Siempre con la maleta. Nuestra política internacional es como la maleta del turco: no se sabe nunca adónde puede ir a parar.

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Ricardo Reilly Salaverri

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