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El lobo de los humanos

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Una balacera a cargo de rapiñeros, en una fábrica de pastas del barrio Parque Rodó, dio como resultado la muerte de una joven clienta. El episodio, ocurrido hace pocos días, sacudió a la población por lo injusto del asesinato y los rasgos deshumanizados de los asaltantes.

Una balacera a cargo de rapiñeros, en una fábrica de pastas del barrio Parque Rodó, dio como resultado la muerte de una joven clienta. El episodio, ocurrido hace pocos días, sacudió a la población por lo injusto del asesinato y los rasgos deshumanizados de los asaltantes.

Un episodio conmovedor que viene a sumarse a lo que muestran las realidades terribles que en esta materia vemos los uruguayos todos los días. Realidades que a menudo mueven a comportamientos aberrantes como la necesidad de tener que planificar trayectos dentro de la ciudad, a fin de esquivar zonas de riesgo notorias.

El Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad del Ministerio del Interior reveló ante una comisión parlamentaria, datos escalofriantes. Aquí van algunos de ellos: en ocho avenidas ocurrieron entre 700 y 900 rapiñas en el lapso de enero de 2011 al 10 de junio de 2015. Ellas son las siguientes vías de tránsito: Gral. Flores, José Belloni, Cno. Maldonado, 8 de Octubre, José Batlle y Ordó-ñez, San Martín, Camino Carrasco y Avenida Italia.

Unidad Casavalle es el barrio que tiene mayor cantidad de homicidios de todo el país. En Malvín Norte existen cinco “puntos calientes” donde se concentra una gran cantidad de rapiñas.

Hay más. Durante el quinquenio del gobierno de Mujica, los homicidios se incrementaron casi un 30% y las rapiñas algo más, estimándose que como van las cosas, 2015 puede cerrase con un nuevo récord en la materia, a lo que se puede agregar que también sube el porcentaje de homicidios no aclarados (casi la mitad del total).

Todo esto es preocupante en más de un sentido ya que fenómenos como que en el setenta por ciento de los homicidios se empleó un arma de fuego, llevan a que aumenten los partidarios de soluciones simples como la de desarmar a los ciudadanos honestos cuyo armamento es declarado y no a quienes se pertrechan en el mercado negro.

Semejante panorama tiende a fomentar la desvalorización de la vida humana, el atropellamiento de la “Declaración Universal de los Derechos Humanos” cuyo artículo tercero asegura que “todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”. Actitudes salvajes que como avanzan en tropel, conducen a que la sociedad olvide rápidamente crímenes como el mencio-nado en el primer párrafo. ¿Cuántos recuerdan olas homicidas como la protagonizada hace pocos años por menores de edad montevideanos que, equipados con chalecos a prueba de balas y armas poderosas, se dedicaban a protagonizar atentados homicidas por encargo? Conducta que colocaba a chicos uruguayos en el nivel de otros países que ya contaban con bandas de menores llevados frecuentemente al delito por su drogadicción o por presión de adultos que los prefieren dado que su reducida edad suele llevar a que de ser capturados reciban penas más livianas.

Estamos frente a una violencia que engendra más y más desprecio por la vida humana. Que va enfermando a la sociedad en que vivimos. No podemos resignarnos a ser absorbidos por todo esto y si bien Hobbes dijo que “el hombre es el lobo de los hombres”, tenemos que fomentar lo opuesto: espíritus que corten el círculo vicioso de una violencia que se empeña en negar el hecho de que la vida humana siempre es sagrada.

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