LA CLAVE
"A veces el remedio puede ser peor que la enfermedad", es un viejo refrán. Pues bien, Ese puede ser un peligro no buscado por el grupo de arquitectos preocupados por cómo se encuentra hoy la principal avenida de Carrasco, cuyo nombre recuerda a su gran impulsor, Alfredo Arocena. Advierten, entre otras cosas, no sin razón, que hay seis clases de baldosas diferentes en sus veredas, pero peor sería que la IMM las levante para unificar todo bajo una capa de hormigón, como en la Ciudad Vieja.