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Jóvenes turcos

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En solo dos días, tomaron estado público tres declaraciones de diputados oficialistas, en nada coincidentes con las políticas que impulsa el Poder Ejecutivo. El fenómeno no es nuevo y parece ser la tónica del actual gobierno: presidente y ministros anuncian una medida, aparecen legisladores oficialistas que la cuestionan y todo termina en la Mesa Política, siempre en contradicción con la intención difundida originalmente.

En solo dos días, tomaron estado público tres declaraciones de diputados oficialistas, en nada coincidentes con las políticas que impulsa el Poder Ejecutivo. El fenómeno no es nuevo y parece ser la tónica del actual gobierno: presidente y ministros anuncian una medida, aparecen legisladores oficialistas que la cuestionan y todo termina en la Mesa Política, siempre en contradicción con la intención difundida originalmente.

Así pasó con varios temas: la propuesta de postergar la construcción del Antel Arena, la declaración de esencialidad en la educación, el respaldo inicial a las políticas reformistas de Filgueira y Mir y el entusiasmo con que se había intentado retomar la negociación para integrar el TISA, iniciada a la sordina por el expresidente Mujica y luego boicoteada por sus propios seguidores. Es que gobernar al país con el FA parece haberse convertido en un juego peligroso. Ya no se trata de negociar con distintos sectores para alcanzar una posición común: en la mayoría de los casos se da una cinchada muy dura entre fuerzas diametralmente opuestas. Y siempre ganan los del mismo lado.

Por eso preocupan tres declaraciones de sendos “jóvenes turcos” que acostumbran poner en entredicho los lineamientos del Ejecutivo.

El 1º de junio, en el programa Suena Tremendo de radio Espectador, el diputado (MPP) Daniel Caggiani contradijo al canciller Nin Novoa, respecto a la conveniencia de una integración al Acuerdo Transpacífico, que permitiría a nuestros productos acceder con tasas preferenciales a mercados como Estados Unidos, Canadá y Japón. Caggiani se manifestó contrario a “asociarnos con nuestros competidores” y agregó que el comercio internacional debe hacerse desde “una visión integral, no tanto desde lo pragmático” (sic). El legislador no asume que tenemos que pelear en la misma cancha en que lo hacen dichos competidores, si no queremos quedar fuera de juego.

Al día siguiente, el diputado socialista Gonzalo Civila discrepó con el ajuste fiscal propuesto por el equipo económico de su propio partido, en una entrevista en Telebuendía, de Monte Carlo TV. Estimó que debía gravarse con mayor intensidad “al capital y a las empresas”, y al mismo tiempo abogó porque “los trabajadores tengan mejores ingresos”. Sintetizó que “en un momento en que los factores externos del cre- cimiento están complicados -inversión extranjera, precios de materias primas- apostar al mercado interno nos parece fundamental”. No explicó cómo harían las empresas para pagar mejores salarios y al mismo tiempo más impuestos, en una economía en desaceleración, por el contexto externo que él describió tan adecuadamente.

El tercer ejemplo ocurrió ese mismo día, en una de las tertulias de radio Espectador. El diputado comunista Gerardo Núñez rechazó la actitud asumida por Luis Almagro contra Maduro, alegando (textual) que “en Venezuela no hay presos políticos: hay políticos presos”. Da tristeza escuchar a un joven dirigente de un partido perseguido por la pasada dictadura, utilizar una expresión tan parecida a la que el gobierno de entonces empleaba contra sus antecesores.

El tiempo dirá si estas rebeliones siguen convirtiéndose en renuncias a tomar las medidas y formular las declaraciones que el país necesita. Lo que queda claro es que el cambio generacional empuja al FA cada vez más lejos del pragmatismo y más cerca de la caricatura ideológica. Bienvenidos al país del Pepe.

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Álvaro Ahunchain

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