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Hemingway en París

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Los primeros artículos que escribió Ernest Hemingway en París entre abril de 1922 y abril de 1923, más dos escritos en Toronto, han sido recogidos por primera vez en un libro, el reciente “Sobre París” (Elba), seductora colección de textos de la época más brillante e innovadora del autor de “El viejo y el mar” y Premio Nobel de 1954.

Los primeros artículos que escribió Ernest Hemingway en París entre abril de 1922 y abril de 1923, más dos escritos en Toronto, han sido recogidos por primera vez en un libro, el reciente “Sobre París” (Elba), seductora colección de textos de la época más brillante e innovadora del autor de “El viejo y el mar” y Premio Nobel de 1954.

Esta selección de artículos para el Toronto Star, realizada y prologada por Clara Pastor, lo muestra como un observador excepcional de la naturaleza humana y del mundo en torno. Estos textos serían, muchos años después, la base de su hermoso libro “París era una fiesta”.

En 1920, Hemingway se radicó en París, con su esposa, viviendo como corresponsal del mencionado diario canadiense. Se había casado en 1921 con Elizabeth Hadley Richardson, cuyas rentas permitían a la pareja vivir cómodamente en París.

Antes, cuando comenzó la Primera Guerra Mundial, Hemingway trató de enrolarse pero no fue aceptado. Cuando se enteró de que su amigo Ted Brunkup, que tenía un ojo de vidrio, estaba en la Cruz Roja, siguió sus pasos. No estaba en el frente, pero conducía ambulancias. Y una noche, en Fossalta, lo alcanzó un proyectil. Fue internado en el “Ospedale Croce Rossa Americana”, en Milán; allí se enamoró de la enfermera Agnes von Kurowsky, quien sería luego la heroína de “Adiós a las armas”. Esto ocurrió en 1918.

Al terminar la guerra, Hemingway conoció a Hadley, en Chicago. Tras un breve noviazgo, se casaron y se fueron a París, con el pequeño hijo de ambos.

Pues bien, este libro titulado “Sobre París”, reúne las crónicas de Hemingway al Toronto Star, escritas entre 1922 y 1923. Muestran al Hemingway “más joven, más curioso y apasionado”, como dice la prologuista. Y desnudan su estilo. Aunque en sus notas se esfuerce por esconder sus emociones, el rigor de su prosa desnuda al lector las noticias sin aspavientos. Esta fue su clave literaria. De esta manera, se convirtió en el escritor que contribuyó a cambiar el estilo de la prosa inglesa más que cualquier otro de su época.

¿Qué observaba? Cuenta: “Una primera mirada a los techos altos, humeante y abarrotado de mesas de la Rotonda produce el mismo efecto que la entrada en la pajarera de un zoológico”. Y agrega luego: “muchos camareros que vuelan a través del humo como una bandada de urracas blancas y negras”.

Escribiendo desde el Café de Flore y desde “Les deux Magots”, su pluma pinta el Jardín de Luxemburgo y los grandes y pequeños hoteles de París. Hablando del presidente Clemenceau, comenta: “las cosas que dice se han agriado”, y agrega: “Francia quiere un nuevo tipo de hombre de Estado, y lo necesita desesperadamente. Quiere alguien que construya en vez de luchar, un hombre que mire hacia adelante y no al pasado”.

Y hablando de la vida cotidiana, observa: “desde la noche de los tiempos, la mujer francesa le ha comprado toda la ropa a su marido, y ahora el hombre francés empieza a rebelarse”.

La nueva colección de artículos se lee de un tirón, como “París era una fiesta”, un libro donde Hemingway contó, con una prosa muy nostálgica, aquella época que definió así: “Yo he hablado de París según era en los primeros tiempos, cuando éramos muy pobres y muy felices”.

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