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Hechos alternos

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Guadalcanal es un pueblo andaluz de unos tres mil habitantes, ubicado entre las Sierras del Agua y del Viento, a 110 kilómetros de Sevilla. Produce abundante aceite de oliva y conserva el recuerdo de sus otrora célebres vinos y sus minas de plata.

Guadalcanal es un pueblo andaluz de unos tres mil habitantes, ubicado entre las Sierras del Agua y del Viento, a 110 kilómetros de Sevilla. Produce abundante aceite de oliva y conserva el recuerdo de sus otrora célebres vinos y sus minas de plata.

Mañana jueves su nombre será evocado, pero no por su idiosincrasia ni su Virgen de Guaditoca, sino por Pedro de Ortega Valencia, natural de esa localidad andaluza y oficial en la expedición española que en 1567 exploraba las Islas Salomón en el Pacífico, quien designó a la mayor de ellas con el nombre de su pueblo. Fue en esa isla que se desarrolló una de las campañas decisivas de la Segunda Guerra Mundial, desde agosto de 1942 al 9 de febrero de 1943.

La batalla de Guadalcanal, pese a la pequeñez de la isla, fue una victoria fundamental para los Aliados en el Frente del Pacífico, en la cual el triunfo psicológico fue más importante que el militar. Después de Guadalcanal, los Aliados adoptaron una estrategia ofensiva, mientras Japón se vio obligado a hacer lo contrario, en una marcha atrás inexorable, que sólo culminó con los tristes nombres de otras islas: Hiroshima y Nagasaki.

La efeméride viene a cuento a raíz de una nueva campaña publicitaria, que parece ser un nuevo Guadalcanal. Como se sabe, el presidente Trump manifestó su enojo hacia los periodistas que reportaron -sin equivocarse- que la multitud que asistió a su toma de posesión fue mucho menor que la que fue a la de Barack Obama, hace ocho años.

El secretario de prensa de la Presidencia, Sean Spicer, perdió en el enfrentamiento con los periodistas cuando la discusión fue saldada con las fotografías, que no dejaron lugar a dudas.

Ya el hecho era bochornoso, cuando a la consejera presidencial Kellyanne Conway no se le ocurrió hacer mejor defensa del vocero de la Casa Blanca que decir que “los comentarios de Spicer no fueron mentiras, sino más bien hechos alternos”.

“Hechos alternos” se convirtió rápidamente en un éxito en las redes, como sinónimo de mentiras gubernamentales, como nueva referencia a aquel tirano orwelliano que repetía hasta lograr imponer falsas verdades. Entonces Trump fue víctima del newsjacking, esa nueva tendencia comercial que aprovecha una noticia de actualidad para otorgarle notoriedad a un producto.

Dove, la marca que forma parte de la empresa multinacional británico-neerlandesa Unilever, la del primer jabón blanco, creado por enfermeros que asistían a los heridos en la Segunda Guerra Mundial, la misma que exaltó a las “mujeres reales” utilizando modelos con curvas y siluetas promedio, acaba de lanzar una campaña comercial basada en la frase de la consejera presidencial de Trump. Los “hechos alternos” de su antitranspirante son que aumenta el coeficiente intelectual y la señal de WiFi de quienes se lo aplican, y que -además- es tan bueno que ya Cleopatra lo había utilizado.

Que la prensa y el mundo del espectáculo critiquen al presidente no es lo mismo que las empresas utilicen sus errores como insumos para sus creativos de publicidad.

Esa es una batalla perdida en el mismo terreno de la comunicación que él utilizó para potenciar su candidatura. Será una puja insignificante, pero creo percibir allí una señal optimista para quienes recuerdan que Estados Unidos será un imperio, pero es una democracia.

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Ana Ribeiro

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