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El galope del caracol

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El crecimiento económico se compone de una combinación de innovación, prudencia, visión de largo plazo, capital humano, organización y otros ingredientes nacidos de las capacidades humanas. Son activos que los países “en desarrollo” no hemos aprendido a dominar con cierta solvencia.

El crecimiento económico se compone de una combinación de innovación, prudencia, visión de largo plazo, capital humano, organización y otros ingredientes nacidos de las capacidades humanas. Son activos que los países “en desarrollo” no hemos aprendido a dominar con cierta solvencia.

Estos países adoptan una dinámica que se parece al “galope del caracol” como la bautizó la narrativa sutil del colega Alan Cat. Sus economías se basan en materias primas con escasa diferenciación, cuya competitividad depende de vender a bajos precios. Los costos de producción de sus exportaciones dependen de funcionar con bajos costos de factores no transables -especialmente los salarios y los recursos naturales- y escasamente de la inteligencia y el conocimiento.

Estas estrategias favorecen la volatilidad. Ciclos de abundancia acompañados de precios miserables seguidos de ciclos de precios altos. Cuando la ventaja comparativa depende de los recursos naturales y de la producción de bienes o servicios escasamente diferenciados, no hay otro camino que bajar los precios y con ello los salarios y el empleo. No hay nada que aprender en esta materia. Asimismo, como los desvíos populistas son ingobernables, en la fase de precios altos, siempre ganan el déficit fiscal, los aumentos tarifarios, el endeudamiento, las remuneraciones por encima de la productividad, la burocracia, la corrupción, el Fondes.

No se invierte en infraestructura ni se llena el atraso en la educación ni se crean los incentivos para la equidad. Todo sumado resulta letal para el crecimiento económico. Hay que salir a buscar a alguien que pague por el ferrocarril, por el puerto o por las chimeneas, o por el BID y por seguir subiendo un costo que no crea capacidades. Que no incursiona en las innovaciones que favorecen la sostenibilidad.

Mientras tanto es necesario alimentar ilusiones. China, UE, UPM. Si durante tanto tiempo se operó de una manera descansada, ahora no estamos en condiciones de alcanzar logros complejos e inmediatos, precisamente cuando está cambiando la coyuntura hacia modelos más cerrados.

Los países que apostaron al conocimiento y la inteligencia tienen una economía más estable y mayores ingresos. Organizar una economía con ese perfil es un empeño de largo plazo e instituciones complejas y bien articuladas. Es mucho mejor que producir soja o eucaliptus y ceder a otros la industrialización, el comercio y los secretos del negocio. Cuando los precios fueron excelentes crecimos al 5% anual, ahora tiramos “cuetes” porque crecemos al 1% aunque bajan los salarios y el empleo y sube la delincuencia.

Hace 10 años que no crece la ganadería, la actividad productiva que agrega más valor y que ahora además vende a menores precios. Con un área de cultivos que anualmente podría sumar más de 4 millones de has, hoy no supera los 2 millones de siembras. También cae la lechería, el producto que generaba las mayores expectativas de productividad e innovación.

Para cerrar el cuadro, ahora debemos afrontar un déficit importante, están subiendo las tasas de interés lo cual obstaculiza las inversiones, los mercados tienden a cerrarse y bajan los precios. Como nos ha ocurrido en forma reiterada, las dificultades nos amenazan en el peor momento sin haber hecho las cosas.

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Joaquín Secco García

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