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El 137 expreso de Vázquez

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El cambio del Vázquez distante, de voz monocorde y perfil hierático, se tradujo por el pasaje del “vamos bien” al “no se detiene”. Y nos subimos al 137 para parecer popu.

El cambio del Vázquez distante, de voz monocorde y perfil hierático, se tradujo por el pasaje del “vamos bien” al “no se detiene”. Y nos subimos al 137 para parecer popu.

En Uruguay, dicen, nos conocemos todos. Es así que todos sabemos que Vázquez no hace ninguna de las actividades propias del montevideano medio de barrio. Dejó hace mucho de ir a la cancha de Progreso. Hace años ya que no anda en ómnibus. Viste ropa cara, está rodeado de guardaespaldas, y no va un sábado a mediodía a tomarse una al boliche para jugar un truco con los parroquianos. Todos sabemos también que Mujica en eso es diferente; que se puede ver a Astori un domingo en el Parque Central; y que, de los candidatos a presidente, los que iban a hacer las compras al supermercado enviados por sus respectivas señoras, al menos hasta las urgencias de los tiempos electorales, eran Mieres y Lacalle Pou.

¿Por qué entonces hacer una jugada de marketing tan evidente, mostrando al candidato haciendo cosas que en él, hoy, son inverosímiles? ¿Cuánto hace que Vázquez no comparte una torta frita con nadie, o que no se toma un 427 en hora pico para saber, de verdad, lo apretada e incómoda que viaja la gente? ¿Qué pasa por la cabeza de los dirigentes y asesores de esta campaña electoral del Frente Amplio para creer, de verdad, que el uruguayo medio puede llegar a ser tan otario de comerse la pastilla del Vázquez populachero este que nos quieren presentar ahora de apuro?

Alguien podrá pensar que fueron errores de comunicación y que hay que ir a los temas que está planteando el candidato. Sin embargo, como bien dijo Constanza, las diez propuestas de Vázquez del 1° de junio no habían formado parte del programa de gobierno: nunca antes se había hablado de las tablets y su botón de pánico, por ejemplo. El énfasis del candidato en la reforma constitucional, esa sí planteada por la izquierda, es hoy para el país tan importante como ponerse a discutir sobre el sexo de los ángeles.

De verdad, el candidato está hablando de cosas que no importan a nadie. Pero a la vez, no dice una palabra sobre cómo enfrentar la carestía y la inseguridad, y sobre cómo mejorar la educación y los servicios públicos, que eso sí importa.

Alguien podrá pensar que la clave es el aporte de Sendic a la campaña. Pero hasta ahora, francamente, solo ha sido una simpática sonrisa acompañante, que se sube al 137 y se come la torta frita ofrecida. Cuando se decidió a decir algo, fue para criticar la propuesta de Lacalle Pou con una ocurrente michelinada: que él no veía renovación blanca porque uno de los asesores del candidato era Conrado Hughes (lo razonó en serio).

Ahora sí no van quedando dudas: el equipo de campaña del candidato, y el propio Vázquez, están completamente cortados de la realidad. Por esas ironías del destino, se parecen mucho a los personajes de esa formidable pieza de teatro de Santiago Sanguinetti que está en cartel ahora, “Breve apología del caos por exceso de testosterona en las calles de Manhattan”. El abuelo zurdo, discute sobre cosas del pasado —Stalin y Trotsky—; los más jóvenes, creen que son progres porque votan al Frente Amplio y se inventan una “revolución” en el corazón del imperio. Pero, todos, están cortados de la realidad.

El viejo, digno y respetable Frente Amplio era muy diferente, y mucho mejor, que esta penosa caricatura de campaña del 137 expreso de Vázquez.

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Francisco Faig

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