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Empleadores y gobierno

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Quien organiza capital y trabajo, para obtener un resultado, y contrata personal dependiente es un empleador. Lo será ya sea por medio de la conducción y participación de una asociación sin fin de lucro, o de una empresa que pretenda lograr un beneficio económico establecida como persona física o jurídica. En el último caso a través de sociedades comerciales, que son cada una un ente responsable legal por sus actividades.

Quien organiza capital y trabajo, para obtener un resultado, y contrata personal dependiente es un empleador. Lo será ya sea por medio de la conducción y participación de una asociación sin fin de lucro, o de una empresa que pretenda lograr un beneficio económico establecida como persona física o jurídica. En el último caso a través de sociedades comerciales, que son cada una un ente responsable legal por sus actividades.

Se suele hablar de patrón aludiendo a quien o quienes tienen la propiedad de los medios de producción y se habla de empresario aludiendo a la persona física o jurídica, que se dedica a la organización del capital y el trabajo subordinado para lograr un lucro.

Hay muchas clasificaciones de empresas. Nacionales y multinacionales; grandes, pequeñas y medianas; matrices y sucursales; y para no abundar se les puede agrupar por ramas como ocurre con los Consejos de Salarios que nuclean a comercio, servicios, agro, etc, en grupos y sub grupos.

También están los entes autónomos y servicios descentralizados, previstos por la Constitución, hoy llamados “empresas públicas”, la mayoría de los cuales vienen desde casi principios del siglo pasado. Son monopolios o cuasi-monopolios, que atienden servicios esenciales (electricidad, combustibles, agua, telecomunicaciones, etc.). Su mercado cautivo les permite fijar los precios que quieren, pueden actuar sin eficiencia y despilfarrando dinero (¿alguien oyó algo de Pluna, Antel, Ancap, ALUR, Antel Arena, etc.?) y de hecho los sindicatos de los mismos, logran lo que piden, gozando su personal de un empleo prácticamente inamovible en la realidad. Son monopólicas y con frecuencia ¡deficitarias!

La empresa privada es el motor de la sociedad y los emprendedores nuevos que se inician en el país se sumergen en un marasmo de leyes comerciales, tributarias, laborales y muchas más, y en alto porcentaje tropiezan y caen ante costos operativos inviables y una burocracia insensible y obesa.

Notoriamente el FA, y especialmente el Dr. Vázquez en su anterior presidencia, levantaron una coraza en beneficio de los sindicalistas, normalmente adictos al partido comunista y afines, soldados dinosáuricos de la lucha de clases y de utopías fantasiosas (ocupación de plantas, tercerizaciones, cuota sindical de retención obligatoria, licencia gremial, fuero sindical, juicios laborales sumarios y sesgados, y ley de responsabilidad penal empresarial son perlas de un destructivo rosario).

Los empresarios privados tienen habitualmente intereses contradictorios. Ejemplo: el dólar barato favorece a los importadores y el comercio, el dólar alto a la producción y la exportación. Pero, en el marco de la lucha de clases que se viene viviendo desde hace 10 años, con sindicalistas irresponsables y juicios laborales sumarios y orientados contra el empleador, sería inadmisible que sabiendo lo que los separa, no sean capaces de unirse para defender lo que tiene que unirlos: el derecho a la libertad de trabajo, el de propiedad y libre empresa, el de la razonabilidad de las relaciones laborales, parte vital de una democracia.

Mucho más hoy, cuando la mejor y desaprovechada hora histórica de la economía nacional, claramente toca a su fin y se requiere convicción y firmeza, ante las camionadas rojas del radicalismo que tanto asustan al “progresismo moderado”.

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Ricardo Reilly Salaverri

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