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Wilson, el documental

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Su actuación durante la etapa de la dictadura se lleva la mayor parte de la película, como no podía ser de otra manera. Desde el mismo momento del golpe de estado cuando declara al Partido Nacional como el más radical e irreconciliable enemigo del régimen.

La semana pasada se estrenó la película documental Wilson, dirigida por Mateo Gutiérrez, con gran éxito de espectadores. La película sobre la vida del caudillo blanco, siguiendo un orden cronológico, despliega desde sus orígenes familiares hasta su fallecimiento, haciendo hincapié en los principales hitos políticos que jalonan su vida.

Basada en una atinada combinación de fotos, videos y decenas de testimonios de diversos actores, la película resulta un reflejo a la vez personal y fiel de la vida de Wilson Ferreira Aldunate. Personal en tanto refleja la visión de su director, pero fiel también en cuanto el retrato final, es una buena muestra de la personalidad, las ideas y el estilo que caracterizaron al biografiado.

La película muestra con nitidez la personalidad de Wilson. Desde su inteligencia excepcional a su calidez humana, pasando por el seductor político de multitudes y el magnetismo con que captó de a uno a miles de fieles seguidores a lo largo y ancho del país. En la variopinta muestra de políticos que siguieron a Wilson se refleja este aspecto de su personalidad, que lo convirtieron por la fuerza de su talento en un líder político formidable.

Indudablemente la película resulta muy blanca en dos aspectos que eran imposible evitar tratándose de quien se trata; la visión particular del país propia de los nacionalistas que se desprende de las ideas del caudillo y la profunda emoción que despierta. También en las diferencias planteadas con el expresidente Julio María Sanguinetti surge claramente el carácter blanco, más romántico e idealista que el racionalismo pragmático que caracteriza a los colorados.

Como corresponde a un sano debate de ideas y formas de ser y de interpretar al país e incluso su historia, tanto blancos como colorados reivindican como una virtud cada una de sus características distintivas que, finalmente, forjaron en una larga trenza de lucha y cooperación a nuestro país.

Algunos audios y videos inéditos o poco conocidos resultan impresionantes. Las grabaciones de las célebres interpelaciones de Wilson a los ministros de los gobiernos colorados, en donde se escuchan con nitidez tanto la fuerza argumental como su vozarrón al tiempo que resuenan como truenos los golpes con su mano al escritorio, son especialmente elocuentes. Otros, como una entrevista desde Londres donde comenta el resultado del plebiscito de 1980, demuestran su formidable humor e ironía.

Con todo, quizá los más impactantes sean los videos donde se lo muestra preso en el cuartel de Trinidad luego del regreso al país. Desde la ternura de los encuentros con su familia hasta los que se lo ve leyendo caminando de un extremo al otro de un patio reducido y mirando en forma desafiante al militar que lo filmaba, son testimonios que valen la película.

Su actuación durante toda la etapa de la dictadura se lleva la mayor parte de la película, como no podía ser de otra manera. Desde el mismo momento del golpe de Estado cuando declara al Partido Nacional como el más radical e irreconciliable enemigo del régimen, hasta su actuación en Estados Unidos logrando el fin del apoyo militar a la dictadura y el impactante regreso en barco desde Buenos Aires rodeado de buques de guerra, se refleja con claridad la rebeldía del caudillo blanco ante la cruz con que cargaba.

Los testimonios sobre su liberación, la caravana desde Flores y el acto de la explanada quizá marcan el momento mayor del estadista que fue a lo largo de toda su vida. Pocas cosas más blancas pueden imaginarse que una multitud rodeando a su caudillo liberado luego de padecer una feroz injusticia. Queda en evidencia también que el Pacto del Club Naval no fue la única salida posible, sino la que pergeñaron colorados y frentistas en su beneficio a costa del Partido Nacional.

En el discurso de la explanada el jefe de los blancos que tenía un talonario de facturas para pasarle a la dictadura y a los demás partidos, se eleva sobre las circunstancias en una actitud que la historia debe recoger como extraordinaria a nivel humano y solo entendible para un blanco. La película se completa con la actitud patriótica, una vez más, de Wilson al impulsar la ley de caducidad cargando nuevamente con los costos políticos del pacto que colorados y frentistas habían hecho con los militares.

Emotivo, cargado de contenido y muy bien resulto desde el punto de vista técnico y narrativo, el documental de Mateo Gutiérrez hace justicia a Wilson y nos ayuda a todos los uruguayos a dimensionar la enormidad de su figura que se agiganta con el tiempo.

EDITORIAL

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