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La victoria de las AFAP

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La gente habló. Otra vez. La noticia publicada este domingo por El País de que apenas 8 mil personas optaron por dejar el sistema de jubilación a través de las administradoras privadas, es una sentencia inapelable acerca de las ventajas del mismo. Pese a que hay gente que, con un empeño digno de mejor causa, sigue sin aceptarlo.

Según las cifras difundidas el domingo, más de 30 mil afiliados se presentaron ante el BPS para obtener información acerca de la posibilidad de cambiar de sistema y volver al que maneja en exclusividad el BPS. Esto surge de unos 256 mil que quedaron habilitados para plantear el cambio, luego de la ley votada hace ya más de un año. Que de toda esa gente, apenas 8 mil hayan decidido cambiar, muestra que la gente no es tonta, y que con la información adecuada, sabe qué es lo que le conviene. Vale recordar que cuando se habilitó esta posibilidad, desde el ministerio de Economía se llegó a calcular que serían cerca de 30 mil los afiliados que podrían optar por el cambio. La realidad fue muy distinta.

Es más, según se informó en el diario ese día, por cada usuario que salió del sistema de AFAP, fueron cinco los que se afiliaron al mismo en ese período. Toda una victoria para el sistema implementado en el año 96, luego de extensos estudios y trabajo de los técnicos de entonces, que diseñaron un sistema tomando los mejores elementos de esquemas similares regionales, con el fin de rescatar las finanzas del sistema provisional que, debido al particular modelo demográfico uruguayo, y a las desprolijidades que históricamente habían marcado al mismo, estaba al borde de la quiebra.

Desde un principio las AFAP enfrentaron una guerra abierta de parte de sectores de izquierda, basada en un complejo ideológico por el cual todo lo que tenga que ver con lo privado es malo, ruin, egoísta. Y la panacea de la gestión sería la hecha por funcionarios públicos políticos Algo que la historia ha demostrado es un error una y mil veces, pero que no logra convencer a estos integristas del estatismo.

De hecho resultó casi humorístico ver la reacción del director en representación de los trabajadores en el BPS, Ramón Ruiz, quien ante el mazazo recibido llegó a afirmar que las bajas cifras de desafiliación se deberían a que hubo "desinformación", a que la gente en la franja habilitada todavía no ve cerca su jubilación y por tanto no le importaría, y llegó a mencionar que la realización del mundial de fútbol habría conspirado contra el proyecto. ¡Asombroso! Vale decir que quien estaba encargado de asesorar a los afiliados era nada menos que el BPS, que era el principal beneficiario de los cambios, y que bajo la presidencia del futuro ministro de Trabajo, Ernesto Murro, ha estado por años y años intentando destruir el sistema de AFAP. Ahora está claro lo que de veras quieren los trabajadores.

La necedad, el fanatismo, y el desprecio por la capacidad individual de la gente, de saber qué es lo que quiere, qué es lo que más le conviene, sigue siendo rampante en buena parte de la izquierda de este país, la que está en el gobierno, y la que no.

En cada oportunidad que surge queda claro que si fuera por ellos, tendríamos una especie de comisario político tomando las decisiones por nosotros, ya que al parecer no nos consideran lo suficientemente capaces o inteligentes de tomar las opciones clave de nuestra vida por nosotros mismos.

Eso no quita que el sistema así como está planteado sea perfecto o no se pueda mejorar. Tampoco que no sea algo razonable y preferible que la gente tenga la más amplia libertad individual para decidir el tipo de sistema que prefiere o qué hacer con los recursos que el estado nos retiene mes a mes, con el fin de planificar un retiro digno al final de la vida. Pero el sistema del BPS tiene enormes deficiencias y ha demostrado en todo el mundo que termina siendo crónicamente deficitario, y muchas veces injusto con la gente a la que se le retiene un porcentaje altísimo de sus ingresos, para luego pagarle jubilaciones que poco tienen que ver con el nivel de vida que logró la persona con el esfuerzo de su trabajo.

La libertad debería ser siempre la primera opción, y no solo en el tema jubilatorio. Parece insólito, por ejemplo, el esquema de "corralito mutual" por el cual el usuario no puede decidir libremente nada menos que dónde atender su salud. Pero eso ya es otro tema.

La realidad es que dada la libertad a la gente de elegir, esta ha preferido masivamente el sistema mixto de administradoras privadas. La gente no es boba y por algo lo ha hecho. Sería bueno que se empezara a respetar esa postura, y se dedicara tanta energía y espíritu de lucha, para cosas más constructivas.

Editorial

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