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La rendición del gobierno

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El segundo gobierno de Vázquez va perdiendo e igual le pide la hora al juez para terminar con el suplicio, tienen la pelota y no saben qué hacer más que tirarla para afuera. El tiempo que queda hasta 2020 será de puros anuncios sin ninguna.concreción.

La Rendición de Cuentas que entra a estudio del Parlamento, cuyo contenido central fue presentado a la bancada oficialista hace unos días, es en realidad lisa y llanamente la rendición del gobierno. La rendición a realizar reformas estructurales, a cambiar con medidas de fondo los graves problemas del país, la rendición a transitar un camino de desarrollo para conformarse con una mediocridad descendente, en fin, es rendirse mucho antes del fin de la actual Administración en marzo de 2020.

El contenido concreto desde el punto de vista financiero puede resumirse de la siguiente forma. Se necesitan unos 312 millones de dólares adicionales debido a un gasto mayor al previsto en seguridad social (150 millones), readecuación patrimonial (90 millones) y nuevos gastos (72 millones). Esto se pretende financiar con 200 millones debido a una mayor recaudación esperada debido a un crecimiento económico mayor al esperado y 112 millones en nuevos impuestos, que serían nuevos impuestos al juego y el aumento de la tasa consular a las importaciones.

Como se ve, más de la misma inoperancia, más alguna medida retrógrada, como la del incremento de la tasa consular, que va en el sentido exactamente opuesto al que debería seguir nuestro país. Si hay un hecho de estilo que surge con nitidez del análisis de nuestra historia económica, es que a Uruguay le va mucho peor cuando se cierra que cuando se abre. Es absurdo pretender que en un país del tamaño del nuestro pueda tener algún efecto benéfico medidas que tiendan a cerrarlo, más en el mundo que vivimos. Al Frente Amplio se le pueden consignar muchas medidas desacertadas en sus tres administraciones, dentro de las que ahora debe agregarse la reversión de una política de Estado que era de lo poco bueno que no habían estropeado.

En efecto, Uruguay comenzó su proceso de apertura al mundo a partir de la histórica reforma cambiaria y monetaria de Juan Eduardo Azzini, la siguió con marchas y contramarchas en los sesenta, se continuó con Alejandro Végh Villegas en dictadura, y los aranceles continuaron bajando bajo los gobiernos democráticos desde 1985, política que también siguió el actual oficialismo desde 2005.

Es indudable, como en tantos temas, que el Frente Amplio se viste con ropa ajena el resaltar los resultados del crecimiento de las exportaciones, como si hubiera tenido algo que ver con la ley forestal, la de zona francas, la reforma del puerto o el proceso de apertura de la economía. Todo, absolutamente todo estaba hecho antes, incluso con la oposición hipócrita del partido que hoy está en el gobierno.

Aunque se anuncie como una medida transitoria el aumento de la tasa consular, sabemos lo que suele pasar en nuestro país con las medidas transitorias, terminan siendo más firmes que la casa del tercer chanchito. Y en el contexto de fragilidad fiscal que atravesamos hay sobradas razones para pensar que va a ser permanente.

Pero yendo más a fondo aún, no hay ninguna medida que ataque temas de fondo ni en la Rendición, ni en el Parlamento, ni en los planes de Presidencia ni en los de ningún Ministerio.

El segundo gobierno de Vázquez va perdiendo e igual le pide la hora al juez para terminar con el suplicio, tienen la pelota y no saben qué hacer más que tirarla para afuera. El tiempo que queda hasta 2020 será de puros anuncios sin concreción, la gran receta del Frente Amplio a nivel nacional y departamental.

Debería darles vergüenza seguir hablando de grandes debates nacionales, convocatorias a actores sociales, necesidad de pensar los problemas, cuando tuvieron el poder político y económico para transformar para bien el país y entregarán uno sumido en una gravísima crisis educativa, sin haber logrado un solo acuerdo de libre comercio, empeorado el funcionamiento del sistema sanitario, con las carreteras nacionales en estado deplorable, sin una sola obra destacada, con el récord de delitos y de endeudamiento en la historia del país, entre otros deméritos notables.

El gobierno se rindió y para peor faltando la mitad del partido que le queda por jugar. Pero el país no puede rendirse, debe exigirle más ahora al gobierno, aunque sea ineficaz, y pensar que debe generarse una alternativa que devuelva la esperanza de tiempos mejores. Hemos perdido demasiado tiempo, lamentablemente para Uruguay, pero de nada sirve lamentarse, hay que pensar en el presente y en el futuro. Se les agotó el empuje, las ideas y la ética, y por estas mismas razones, también se les agota el tiempo.

EDITORIAL

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