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La propiedad privada

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No se asuste, estimado lector. No es una pesadilla en la cual de golpe estemos viviendo en los 60. Seguimos en el 2015, en plena era progresista de la felicidad y en el edén uruguayo.

Pasa que como todo marcha tan bien en el país, algunos han decidido reflotar discusiones apolilladas, y resulta que el gran "problema" a resolver hoy en día es nada menos que la propiedad privada.

Son varias las voces que en los últimos meses han puesto el tema sobre la mesa. Desde el ex presidente Mujica, su esposa, la frustrada intendenta Lucía Topolansky, el senador Agazzi, y ahora también un sector nada menos que del Partido Socialista, han manifestado su molestia con la visión que la Constitución uruguaya tiene al respecto. Y la necesidad de cambiarla para darle un toque más "social". Para Mujica nuestra Constitución "parece escrita por estancieros", para Topolansky privilegia la propiedad por sobre la vida, y para Agazzi, es la causante de que haya cientos de casas vacías en todo el país, mientras muchos no tienen donde vivir.

Lo primero que cabe decir es que las tres afirmaciones son mentira. La Constitución no fue escrita por estancieros, y la molestia de Mujica con la caída de su anhelado impuesto a la concentración de la propiedad rural es culpa de la impericia de sus legisladores (como pasó con el aumento a los judiciales, ¿se acuerda?) y no de la pobre "carta magna". La Constitución jamás pone a la propiedad privada por sobre la vida, cosa que se comprueba fácilmente leyendo el Código Penal y las penas que prevé para quien atenta contra tales derechos, cosa que le vendría bien estudiar a Topolansky. Y lo de las casas vacías tiene mucho más que ver con una ley de arrendamientos donde el que alquila y no paga tiene tantos beneficios y es tan difícil sacarlo de allí, que la gente que invierte en viviendas para alquilar (cosa que el estado no hace) prefiere verla vacía y tapiada antes que cederla a alguien que puede llegar a estar años sin pagarle y haciéndole un agujero en luz, agua, etc.

Descartados estos argumentos por pueriles, analicemos porqué es tan vital la propiedad privada para un país.

Tres elementos han sido clave para la prosperidad y éxito de las sociedades occidentales modernas: la democracia liberal política, el mercado como el más eficiente distribuidor de la riqueza, y la propiedad privada como garantía a los individuos del aprovechamiento de los frutos de su esfuerzo personal.

Esto a veces queda enturbiado por crisis pasajeras, por datos mal manejados, y sobre todo por discursos insidiosos de gente que no supera el haber apostado por proyectos de corte socialista que solo repartieron miseria y esclavitud en los países donde se quisieron imponer. Esto es bien claro y no lo ve el que no quiere. China para salir de su centenario atraso tuvo que abrirse a la propiedad privada y al mercado, y si algo le falta para ser una potencia real, es aceptar la democracia liberal. Cuba es un cantegril caribeño porque no ha aceptado ninguno de estos tres pilares. Estos mismos viudos del socialismo real son los que hoy adaptan su mensaje y dicen que el "mercado" es malo y egoísta, y que el Estado es mucho más justo y solidario a la hora de repartir la riqueza. No se engañe, estimado lector. ¿Usted vio los sueldos en el Estado? ¿Hay algo más injusto que un sistema donde un administrativo de nivel 3 en una empresa pública gana 6 veces más que un policía o un enfermero que le salvan la vida? ¿Ese es el manantial de sabiduría que fijará mejor que el mercado lo que nos corresponde por nuestro esfuerzo?

La propiedad privada es fundamental en un país, no porque el sistema quiera gente egoísta e individualista. De hecho, si Topolansky, Mujica, Agazzi y los muchachos socialistas quieren armar una comuna e irse a vivir todos juntos añorando los tiempos gloriosos de Ceaucescu, lo pueden hacer sin problema. Pero si a usted eso no le gusta, y quiere gastarse el fruto de su trabajo en una TV de 100 pulgadas, también lo puede hacer. Ahora si el sistema se plantea a la inversa, es imposible. Las reglas solidarias y socialistas que sueñan estos políticos, siempre coartan el derecho de la gente a hacer lo que quiere con su vida. Como dijo alguien alguna vez, no se puede establecer el socialismo sin una policía política. Y sino mire a Venezuela, donde le regulan hasta cuantos paquetes de pasta de diente tiene derecho a comprar.

La constitución uruguaya es vieja y sabia. Mucho más que los legisladores del MPP. Establece que el derecho de propiedad es sagrado, pero está limitado por el interés general. Y se puede revocar siempre que se garantice el pago de una "previa y justa" compensación. ¿Que tiene eso de malo? ¿Que solución mejor ofrecen a cambio?

Editorial

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