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Postales de una decadencia

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La sensación lleva unos meses ya, pero con el tiempo se ha ido extendiendo y haciendo más clara: el gobierno del Frente Amplio no está pudiendo conducir bien el país. Entró en una decadencia de la que no parece capaz de salir.

Lo reconocen incluso voces frenteamplistas comprometidas: el gobierno se quedó sin agenda, sin temas nuevos, sin fuerza para innovar y mejorar. Ahí está, por ejemplo, el clima en el que arrancó la campaña interna de la izquierda, recientemente suspendida, para elegir sus nuevas autoridades. Hubo fuertes pases de factura al Plenario, como por ejemplo sobre su resolución acerca de la inexistente licenciatura de Sendic.

Pero también hay como un agotamiento por la incapacidad de resolver temas que ya llevan años, como por ejemplo la basura en Montevideo. El Frente Amplio está en la intendencia desde 1990 y la ciudad está cada vez más sucia. Llega Martínez y se muestra sorprendido por la falta de herramientas que heredó de la administración anterior, pero tampoco resuelve nada. De verdad, ¿es tan difícil lograr que Montevideo esté limpio? ¿Tampoco Martínez es capaz de hacer una gestión que cumpla con objetivos mínimos en tránsito, limpieza y modernización de la ciudad?

Llega el balance de 2015 de Ancap y de vuelta hay pérdidas siderales, esta vez por casi 200 millones de dólares. El Estado capitalizó el ente en US$ 622 millones hace pocos meses, sumó préstamos para llegar a cerca de US$ 1.000 millones de dólares con tal de darle oxígeno, y para seguir apuntalándolo mantiene tarifas carísimas en los combustibles. Pero la perforación en sus cuentas sigue siendo enorme.

A su vez, para evitarse la posibilidad de un nuevo escándalo público, el Frente Amplio sigue demorando la venia a un director representante de la oposición en Ancap. Trata, a hurtadillas, de convencer a la opinión de que la situación va a mejorar a la vez que evita la transparencia en la nueva gestión.

Ocurre la catástrofe del tornado en Dolores, y las promesas presidenciales de reconstrucción de la ciudad se quedan en prácticamente nada. No hubo hasta ahora una decisión clara de disponer de 30 millones de dólares para esa zona de Soriano, cuando ese es el cálculo primario de dinero que al menos se necesita para dar una fuerte inyección de recursos que recompongan la situación en infraestructuras y viviendas. ¿Cuánto tiempo más precisa el gobierno para encontrar soluciones rápidas, como por ejemplo aprobar las herramientas de fideicomisos para Dolores o de mayor endeudamiento puntual por esta situación que fueron planteadas por la oposición?

Entramos en un escenario económico de estancamiento con inflación. Las expectativas del mundo empresarial son mayoritariamente negativas. ¿Alguien puede creer que la inflación estará en un rango entre 3% y 7% este año, o que la economía crecerá más del 2,5%? ¿Cuánto tiempo más precisa el gobierno para cambiar sus proyecciones de crecimiento y de inflación, que están completamente fuera de la realidad, y dar señales claras de que entiende la nueva situación en la que estamos?

En materia de política internacional, las buenas ideas que plantea el canciller siguen demorando su concreción, cuando no ocurre que directamente enfrentan importantes oposiciones internas frenteamplistas. Por poner un ejemplo reciente que pasó desapercibido: avanza el tratado de libre comercio con Chile, es cierto. Pero, al mismo tiempo, aparecen declaraciones de Mujica, quien cuenta con la bancada parlamentaria más fuerte dentro de la izquierda, que luego de un viaje a Chile dice que no cree en los tratados de libre comercio.

Sobre los dos problemas estructurales más importantes que sufre hoy el país, que son la educación y la seguridad, la decadencia también es evidente. Los propios referentes frenteamplistas en la materia ya reconocen que el prometido cambio de ADN de la educación no se verá en esta administración. En seguridad, el cambio de rumbo esperanzador que se señaló luego de las reuniones interpartidarias con el presidente no parece en realidad que se traduzca por ahora en nada muy sustancial. Incluso el gobierno ha planteado la mala idea de aplicar solo parcialmente la reforma del proceso penal en 2017.

A poco más de un año de empezada la tercera administración frenteamplista se acumulan las señales de incapacidad política para conducir el país con eficiencia y rapidez. Las postales de la decadencia son muchas y distintas, y son también malas señales en un contexto regional económico que ya no nos es tan favorable como antes.

EDITORIAL

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