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El populismo y el temor

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Esta semana hemos conocido manifestaciones expresivas de populismo liberticida y antidemocrático en Venezuela y Argentina, que encierran lecciones para el Uruguay. En el país caribeño, que prepara unas elecciones sin mayores garantías, lo saliente han sido unas declaraciones del Presidente Maduro quien señaló que hay que ganar de cualquier manera, y que de no ocurrir su triunfo, al gobierno actual y su revolución lo defenderán el pueblo y sus fuerzas armadas.

La afirmación no es solo la expresión cabal de un pensamiento antidemocrático, sino que a la vez contiene una amenaza clara para intentar incidir en el resultado electoral a través del último argumento del autoritarismo, el miedo.

Duelen, pero llaman menos la atención, las bravatas de un personaje ridículo como Maduro, que todo lo que ocurre en Argentina. En efecto, el espanto de la administración kirchnerista, está acentuando su sesgo autoritario para actuar en la misma línea a través del miedo. No obstante hay una diferencia sustancial: Argentina es un país más educado y parece difícil que lo puedan correr con el cuco. Ya no lo hicieron en la provincia de Buenos Aires, la que reúne lo peor del populismo prebendario, de la inseguridad o el narcotráfico. De allí los kirchneristas ya se van. No obstante impacta la publicidad que se deja ver y oír, atravesada de los mismos atributos que la de Maduro: el engaño, el miedo, la amenaza. En Buenos Aires han aparecido carteles que postulan Patria o Macri, y se difunde una frase que bien podría provenir del socialismo bolivariano, atribuida a Evita: "Sobre las cenizas de los traidores construiremos la Patria de los humildes". Finalmente para la glosa de hoy no se puede dejar de mencionar el video aparecido en esa burla institucional que es Futbol para Todos, intromisión flagrante del poder en la propaganda a través del financiamiento del fútbol. El video muestra al Gral. Videla con Macri, y pone en paralelo declaraciones de Martínez de Hoz respecto de la economía, junto a otras parecidas de Macri y sus asesores. Se trata de temas opinables, en los que destaca la libertad económica, la ausencia de impuestos a las exportaciones, la apertura económica, la bienvenida a la inversión extranjera, como si estas ideas fueran patrimonio de gobiernos de facto, un invento ridículo que solo a partir del deseo de estafar la verdad se lo puede entender.

Junto a eso, las redes sociales estallan con amenazas de perder planes sociales, aumentos de jubilados, con ajuste fiscal, el dólar por las nubes, en definitiva amenaza, miedo y trampa. Además, se agrega que solo los peronistas pueden gobernar, y que en la oposición pueden ser temibles como para desestabilizar, esto último cierto.

En Uruguay las cosas no son todavía así, por suerte. Pero hay un par de reflexiones para hacer. Ya el presidente anterior así como sus sindicalistas afines, habían manifestado que un gobierno de partidos tradicionales sería imposible por la oposición social. Esto contiene una amenaza para un modo de entender el gobierno, no como el resultado de las opiniones de todos sino de las impuestas por algunos, en mayoría o no. Pero hay también un modo de concebir el gobierno actual que amenaza extenderse, que es el de la superioridad moral de una opción ideológica. Esta superioridad moral es la que justifica cualquier avasallamiento del estado de derecho. Así pues, moralmente encuentran justificación para manejar discrecionalmente el dinero por ejemplo en Pluna y Ancap, porque lo que justifica todo es estar del lado de los moralmente mejores.

Por la misma razón, la constitución, las leyes o sus intérpretes legítimos, pueden avasallarse dado que se está del lado de la cultura moralmente superior. Es la misma que justifica que los chicos no aprendan demasiado dado que están recibiendo otro tipo de enseñanzas morales referidas al hombre nuevo. Con estos conceptos del socialismo lo que sale corriendo es la República, así con mayúscula. Específicamente, desaparece de la sociedad el pluralismo como lo que es, un fin en sí mismo, y se hiere de muerte el respeto por todas las opiniones que derivan de una concepción antropológica de la igualdad en serio, ante la ley y ante cualquiera, por diferente que sean las opiniones, para andar del brazo y por la calle con todos.

Por todo lo anterior el "crecimiento inclusivo" propagandeado en esos países es una caricatura, porque se ha intentado sin éxito incluir a los más pobres pero excluyendo de todo lo que sea posible a los que piensan diferente, que es mucho más importante. Acá, las cosas son diferentes, pero vale la pena estar alerta.

EDITORIAL

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