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Parlamento: más control en viajes

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Otra vez el Parlamento quedó expuesto ante la opinión pública por los excesos en sus viajes al exterior para asistir a reuniones que no siempre justifican los altos desembolsos realizados por pasajes y viáticos.

Nadie dice que nuestros parlamentarios deban aislarse sino que es natural que conozcan otras realidades y cumplan con los compromisos contraídos por el país con las organizaciones internacionales. Pero deben hacerlo con prudencia más aun cuando Uruguay enfrenta una situación económica difícil.

Esto último es lo que faltó en ocasión del criticado viaje a Zambia, como lo prueba la integración de la delegación con ocho legisladores para intervenir en la asamblea de la Unión Interparlamentaria y seis funcionarios del Poder Legislativo para asistirlos. Esa inexplicable proporción entre parlamentarios y funcionarios justifica de por sí la condena a los responsables del periplo. A modo de defensa se alegó que a esas citas de la Unión Interparlamentaria van funcionarios de cierta calificación técnica, pero los antecedentes de misiones similares muestran que en este caso hubo un abuso en el número.

Y ese no fue el único porque la nutrida delegación fue encabezada por el vicepresidente de la República, Raúl Sendic, quien no escatimó gastos en sí mismo dado que viajó en clase preferencial acompañado por un edecán y un guardaespaldas, al tiempo que pagó la suite más cara de hotel de Lusaka en donde se alojaron los uruguayos. Todo lo cual ocurrió en momentos en que el país lloraba el drama de miles de damnificados por las inundaciones, el tornado en Dolores y las graves pérdidas sufridas en el agro. Mientras el gobierno explicaba que no sería sencillo cubrir los daños causados por el desastre climático iba subiendo la cuenta de pasajes, viáticos y otros gastos de la delegación instalada en Zambia.

No es la primera vez que el Parlamento es noticia por dispendios de este tipo. En el período anterior se divulgaron datos según los cuales en el quinquenio 2005-2010 lo que algunos llaman "diplomacia parlamentaria" le costó al país más de dos millones y medio de dólares. En el detalle resaltaron los gastos de expediciones caras como las del grupo de legisladores que fue a Tailandia a otra reunión de esa Unión Interparlamentaria o como la historia de un conocido parlamentario que en ese quinquenio llegó a pernoctar 150 días fuera del Uruguay, todo ello con cargo al presupuesto nacional.

Se sabe que en el Poder Legislativo los viajes se distribuyen en proporción a los votos obtenidos por cada partido en las últimas elecciones, una forma de reparto que no es la más adecuada. La norma debería ser colmar las necesidades reales del país calibrando la importancia de cada reunión internacional y enviar un número razonable de legisladores seleccionando a los mejor preparados en el tema a tratar en cada encuentro, sin reparar tanto en cuotas políticas o en arreglos entre partidos.

En medio del ruido provocado por lo de Zambia, legisladores de la oposición elaboraron propuestas para que todos los viajes de parlamentarios al exterior sean discutidos y votados en el plenario antes de ser autorizados, previo informe de los motivos de la misión, estimación de su costo, duración, reglas para la posterior rendición de cuentas, etc. Es probable que tales iniciativas deban pulirse pero es evidente que, con los cambios y aportes que puedan hacerse después de discutirlas, señalan el camino que debería seguirse en el Poder Legislativo en el futuro. De haberse aplicado reglas de esa naturaleza la delegación enviada a Zambia hubiera sido más reducida, con menor cantidad de funcionarios del Poder Legislativo y con una integración probablemente más afín al tema central tratado en la misma, que era el de las políticas para fomentar el ingreso y la mayor participación de los jóvenes en la vida política.

Con frecuencia los propios legisladores se muestran preocupados por la poco agraciada imagen que el Parlamento suele tener entre el común de la gente según las encuestas de opinión. Denuncias de viajes superfluos, gastos injustificados e incluso la ausencia de rendiciones de cuentas no contribuyen a mejorar ese estado de cosas. Por ello sería recomendable que todos los partidos políticos con representación parlamentaria se comprometieran en el debate sobre la modificación de las prácticas vigentes en la materia, para manejar el rubro viajes y viáticos con procedimientos que aseguren la transparencia.

Está en juego nada menos que el prestigio del Parlamento, pilar de nuestro sistema democrático.

EDITORIAL

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