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Nunca un mea culpa

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En Eduy21 está el histórico dirigente sindical Richard Read, quien con inteligencia ha sido crítico en estos últimos tiempos de la izquierda y de su aliado de siempre, el movimiento sindical. Quizá sea tiempo ya de que Read tome de la mano a los Filgueira de Eduy21.

El Frente Amplio es un partido de larga trayectoria en el país. A lo largo del tiempo atravesó circunstancias polémicas y planteó cada vez sus ideas y propuestas. Pero cuando se ha equivocado, que no han sido pocas veces en su casi medio siglo de vida, nunca hizo un mea culpa político.

Los que recuerden la vieja historia tendrán presente las disparatadas propuestas del Frente Amplio en 1971 para sacar al país adelante, que implicaban una especie de socialización de la economía con fuerte estatización, cuando ya el mundo entero sabía que ese modelo estaba exhausto en el campo socialista de la Guerra Fría. Sin embargo, sin hacer mea culpa de los errores de aquellos años, a la salida de la dictadura los planteos frenteamplistas eran muy similares a aquellos fundacionales.

Hacia 1989 el Frente Amplio tampoco hizo mea culpa del amplio apoyo que diera durante tantos años a los países socialistas. Cayó el muro de Berlín, pero en la izquierda nadie se dio por aludido. No hubo un mea culpa por la forma en la que Seregni condujo la transición y su apoyo al pacto del Club Naval, sino que primó la crítica destructiva, desde su supuesto lugar de superioridad moral, hacia el camino posible que propuso Wilson Ferreira con la Ley de Caducidad de 1986.

Más cerca en el tiempo y ya en el gobierno, el Frente Amplio jamás hizo un mea culpa, nunca asumió su responsabilidad en las deficiencias de su papel opositor entre 1990 y 2005. Es más, no ha faltado el cientista social pro-izquierdista símil Tota y Porota, capaz de subrayar, al contrario, el gran sentido de responsabilidad con el que se condujo la coalición de izquierda en plena crisis de 2002.

La realidad es que el Frente Amplio trancó todo lo que pudo el desarrollo nacional y deslegitimó lo más posible medidas positivas que, luego de 2005 y ya en el poder, aplicó sin problemas: por ejemplo, desde el tratado de inversiones con Finlandia hasta la apertura de Ancap a inversores privados, pasando por la ley de marco energético o los incentivos a inversiones internacionales. La realidad es que en plena crisis del país, Vázquez pedía el default total y seguir el nefasto camino de Argentina. Y la realidad es que, por todo ello, jamás el Frente Amplio ha hecho ningún mea culpa o pedido ninguna disculpa de nada.

Es por todo esto que no debiera de llamar la atención la actual posición de Filgueira, especialista en temas de educación, ex importante asesor de Vázquez en ese tema, y que fuera subsecretario de Educación y Cultura en los primeros meses de esta administración frenteamplista, que ahora dedica sus esfuerzos a promover cambios educativos desde la entidad Eduy21. Es que siguiendo el patrón de conducta clásico de la izquierda aquí descrito, Filgueira no ha hecho ningún mea culpa de las responsabilidades que tiene el Frente Amplio por la situación en la que se encuentra la educación pública.

En efecto, las propuestas de Filgueira y el talante general que se desprende de la entrevista que le hiciera El País el domingo 12 de marzo, es amnésico y refundacional.

Hay un diagnóstico de situación que incluye cierta inoperancia actual del Frente Amplio en el poder, hay unas propuestas de cambio desde Eduy21 y hay una voluntad de diálogo con la sociedad civil para hacer presión para lograr implementarlas. Pero no hay ni un ademán de reconocer la responsabilidad personal de haber ayudado en 2014 al triunfo de Vázquez, cuando en esa campaña electoral fueron los partidos de oposición los que más fuertemente criticaron la situación de la educación, y fue el Frente Amplio el que dijo que todo estaba mejorando. Se pretende así no juzgar nada de ese pasado tan reciente para apoyar un proyecto voluntarista que, se dice, ahora sí, podrá conseguir los cambios que se precisan.

En Eduy21 está el histórico dirigente sindical Richard Read, quien con inteligencia ha sido crítico en estos últimos tiempos de la izquierda y de su aliado de siempre, el movimiento sindical. Quizá sea tiempo ya de que Read tome de la mano a los Filgueira de Eduy21 y les explique que no hay ningún problema en reconocer errores propios del pasado. Porque cuando ese reconocimiento es sincero y leal, ocurre que los planteos que se hacen mirando al futuro son mejor vistos por la opinión pública que sabe apreciar la honestidad intelectual y política de quienes buscan soluciones para el país.

Ya es tiempo de que la nueva generación frenteamplista rompa con uno de los peores legados de la izquierda como es la deshonestidad política e intelectual y que haga su mea culpa.

EDITORIAL

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