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El nuevo caso Sendic

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La noticia explotó el miércoles cuando el diario El Observador publicó que el vicepresiden-te Raúl Sendic no tenía el título de "Licenciado en Genética Humana" con el que se presentaba públicamente desde hace unos cuantos años.

El asunto entraña aspectos delicados que golpean la credibili-dad del vicepresidente de la República, que ya venía duramente cuestionada por su polémica gestión como presidente de Ancap.

No es la primera vez que el título de "Licenciado en Genética Humana" de Raúl Sendic genera suspicacias, pero ahora quedó en evidencia que esa carrera no existe en la Universidad de la Habana (el alma mater de Sendic) y el propio involucrado lo confesó en la primera instancia, aunque luego se retractó.

En la entrevista grabada se puede escuchar al vicepresidente admitir que no se había recibido de Licenciado sino que había hecho un curso rápido de preparación para la docencia. Al mismo tiempo, comentó que cursó 5 años de la carrera de medicina, lo que revalidó para continuar sus estudios en nuestra Universidad de la República. El tema había quedado aclarado, Sendic nunca se había licenciado aunque usó el título todos estos años, como queda en evidencia al constatar su currículum publicado en la página web de su agrupación, el que presentó para ser votado en el Parlamento como director y presidente de Ancap y en varios programas periodísticos en los que fue consultado sobre el tema.

Finalmente había sido descubierto el engaño.

En la tarde del miércoles Sendic decidió volver sobre sus pasos y convocó a una conferencia de prensa que no fue tal. Simplemente hizo una corta declaración en la cual afirmó que todo es una campaña en su contra y que sí cursó la carrera de "Licenciado en Genética Humana" y que iba a presentar la documentación cuando fuera necesario. Que cualquier ser humano guarde su título en su casa u oficina no parece haberlo desvelado y afirmó que pidió la documentación a La Habana, despertando más suspicacias sobre la documentación que puede llegar desde aquella isla.

Los cierto es que Sendic no dijo la verdad cuando afirmó que no se había recibido y que solo fue un curso rápido (en sus propias palabras) o cuando 24 horas después expresó que sí se había recibido. El sentido común lleva a pensar que lo que no cierra es la segunda declaración. ¿Por qué una persona que se recibió de una carrera universitaria iba a negarlo y decir que fue un curso rápido si no fue así?

Lo que vuelve más absurda su última declaración es que en vez de pedir disculpas por haber utilizado un título que no tenía durante años, de una carrera que ni siquiera existe, arremetió afirmando que todo era parte de una campaña en su contra.

Pareciera que Sendic piensa que los uruguayos somos tontos. ¿Quién fue el que armó la campaña en su contra que hizo que fundiera Ancap? ¿Quién fue el perverso que lo llevó a equivocarse sobre su título universitario? ¿Quién tiene la culpa de que cada vez que va a aclarar un tema la embarra más? Los parlamentarios de la lista 711 pueden seguir echándole la culpa a Esteban Valenti o al neoherrerismo pero la verdad está a la vista, Sendic se las arregla para hundirse solo sin que nadie lo ayude.

Lo principal de este nuevo episodio es que la palabra del vicepresidente queda en entredicho, no solo para los partidarios de la oposición, sino para todos los uruguayos, incluyendo a muchos frentistas que se sienten profundamente decepcionados. Que tenga o no tenga título es irrelevante, muchos de nuestros mejores compatriotas nunca se recibieron de ninguna universidad, lo inaceptable es querer pasar por lo que no es, a la hora de presentarse en la palestra pública a pedirle el voto a los ciudadanos.

Según versiones de prensa, el presidente Vázquez estaría molesto con Sendic y no es para menos. Ya había metido a su partido en severos problemas como consecuencia del affaire de Ancap y ahora su situación vuelve a complicar a todo el Frente Amplio. No debemos esperar que Sendic renuncie, esa sana demostración de dignidad ya no forma parte de la costumbre de los hombres públicos y la posibilidad de que Topolansky quede a un latido del corazón de Vázquez, de la presidencia de la República le hiela la sangre a unos cuantos.

Este penoso episodio merece una reflexión más amplia, más allá de las conveniencias políticas. Lo que está en cuestión es cuáles son las condiciones que deben reunir quienes pretenden dirigir los destinos de la República y cómo esa cota viene bajando en forma alarmante con el paso del tiempo.

Editorial

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