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Miran para el costado

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Siempre pasa lo mismo con los Astori y los Nin: cuando el gobierno socialista que vienen integrando desde 2005 cae en excesos de tipo más marxista, con expresiones de resentimiento social, suelen excusarse como si no tuvieran nada que ver en el asunto. Y no es así.

Si el país ha llegado a ser la sociedad partida en dos que es hoy, si mañana se juzga al gobierno en la contienda electoral, de nada valdrá que miren para el costado ya que han sido la puerta de entrada al Frente Amplio de votantes de los partidos tradicionales.

Esa condición de frentistas de traje y corbata, de amigos de los votantes de los partidos históricos, no es exacta en términos políticos. Así, cuando concurren a actos en Cámaras empresariales, parecen salidos de sus filas. Y cuando pasan por actos diplomáticos de países amigos parecen también los más próximos, así sea Estados Unidos. No tienen ni la apariencia ni el lenguaje de Castillo, de Olivera, o de Andrade el del Sunca; pero son lo mismo. Aunque tengan matices, representan la misma ideología o, si se prefiere, integran la misma praxis política. Y son más responsables que los anteriores, de las victorias del Frente Amplio, precisamente por viabilizar la creencia en una izquierda más democrática, más tolerante.

Esta semana apareció Nin señalando que la situación del Mercosur es grave, como si nada tuviera que ver al respecto. Pero tiene que ver, porque integra el partido que más hizo para llegar a este comité de base ampliado en que quisieron —y lograron— convertir al Mercosur, a partir de afinidades en ideas "progresistas" que son también las de todo el Frente Amplio. Bienvenido su reconocimiento a los desvíos de los jurídico sobre lo político. Pero ese es un tema de la oposición no del Frente Amplio. Les falta autoridad porque todos integraban el gobierno de Mujica que hizo historia con esa frase de deshonra para el país.

Precisamente es esa prevalencia del derecho que el centenario de la Constituyente de 1916 ha vuelto a destacar desde el ADN del Partido Nacional que integró Nin. Porque fue su gobierno y no otro el que expulsó a Paraguay; fue su gobierno y no otro el que cambió la fisonomía del Mercosur convirtiéndolo en foro de comités de base. Ahora puede intentar tomar distancia, pero lo cierto es que el concepto de lo político sobre lo jurídico pertenece a la política exterior del Partido Frente Amplio. El de Astori, el de Nin, el de Tabaré Vázquez y el del hoy Secretario de la OEA, el excanciller de Mujica, Luis Almagro.

Así ocurrió que lo que debió ser un proyecto comercial sin banderas, un enlazamiento de pueblos desde el comercio, hoy ya no se sabe lo que es. Y tiene razón Nin al señalar que la situación es grave. Le falta sin embargo señalar, que esta situación tiene como causantes fundamentales a quienes, empezando por su gobierno, les encantaba sacarse fotos en las campañas electorales de Lula, Dilma, Cristina o Scioli, y viajar en sus barcos a votar. Ahora Uruguay convoca a la sensatez, pero es tarde. Ni Nin ni este gobierno pueden sacarse de encima lo ocurrido. Como tampoco, aunque Astori quiera defender la enseñanza privada, podrá dejar de recordarnos que lo acompañan quienes como Olivera, el del sindicato de la educación, preferirían que aquella no existiera. Están todos juntos.

Hay que estar atentos respecto de los llamados "sensatos" del Frente Amplio, cuando incluso señalan que los radicales no pesan, siendo que hasta ahora han sido mayoría. Los tiempos cambian y sus compañeros regionales de ayer, hoy militan en la oposición; y mañana tal vez vuelvan a gobernar porque de eso se trata, de una alternancia de competidores guiados por el mismo empeño de construir, y no de adversarios empeñados en su fundamentalismo político contra los que piensan diferente. Precisamente esa alternancia pacífica, esa coparticipación en la cosa pública que bien refleja la constituyente de 1916, es la que permite tener relaciones comerciales y políticas estables, aunque cambien los gobiernos.

Todos los que forman este gobierno fueron parte del anterior gobierno que convalidó el ingreso de Venezuela y la expulsión de Paraguay. Y si la situación ahora es grave, la culpa está en los que aceptaron aquel engendro. Todos son culpables, por acción u omisión. Se permitió a Venezuela ingresar a una unión aduanera sin mucho respeto por la democracia y sin hacer suyo ningún compromiso arancelario. ¿O no lo sabían?

Es verdad que nadie sabe como se arregla esto, porque ahora, con la lógica política de izquierda que impusieron, la mayoría de los paraguayos, de los argentinos, de los brasileños y, probablemente de los uruguayos, no nos sentimos representados. Es una trenza cada vez más difícil de desatar.

EDITORIAL

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