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Sin milagros y sin honra

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El comentario del diputado Pablo Abdala, después de escuchar el informe de la ministra de Industria, Carolina Cosse, sobre la situación de Ancap y algunas medidas que piensan adoptarse en el corto plazo para abatirlo, fue que "es imposible de cumplir, salvo que pase un milagro".

Pero la ministra es muy pragmática. No piensa esperar un milagro sino simplemente —para empezar— aumentar el precio de los combustibles al público.

Con el argumento de que el crudo ha subido en el mercado internacional y el dólar ha aumentado su cotización, Cosse-Ancap tienen la intención de ajustar rápidamente los precios del Ente monopólico. Eso sí, homologando el distinto criterio para subir y bajar: a principios de año, cuando la cotización del crudo se desplomó en un 50% en el mercado internacional, el beneficio para los uruguayos fue una esmirriada reducción del 5% en los combustibles. Ahora, la suba será rápida y total. Las famosas paramétricas son lentas y tímidas a la hora de las rebajas, pero rigurosas e implacables cuando se trata de aumentar.

La ministra también habló sobre la necesidad de implementar medidas para reducir el gasto e hizo luego una estimación de que con ese paquete en funcionamiento se logrará reducir las pérdidas a "solo" 50 millones de dólares en 2015, lo que para el gobierno sería un gran logro y significa que, si el plan de ajuste no se aplica, el desbarranque de Ancap es total. Nada nuevo bajo el sol: si una empresa da pérdidas la receta elemental es buscar una disminución de los desembolsos y, al mismo tiempo, un incremento de los ingresos. Y, sobre todo, preocuparse de que cuando se realice una inversión, que lógicamente genera salida, se elija bien y no se disponga el dinero para aventuras que se sabe son deficitarias. El ejemplo de Ancap en la materia deja mucho que desear.

Pero lo que queda todavía por aclarar, es el tema de las responsabilidades y cómo se va a recuperar el "muerto" de los últimos dos años que alcanzó 500 millones de dólares. Porque podemos intentar arreglar las cosas para que en el futuro marchen un poco mejor, pero también es necesario conocer —por lo menos— cuáles son los errores cometidos y quién los cometió porque en definitiva Ancap es una empresa de todos los uruguayos y ese dinero tendremos que pagarlo todos los uruguayos. Como está la mano, aunque acierten "el 5 de Oro" falta muchísimo para tapar.

Parecería que hay un ensañamiento del gobierno hacia los ciudadanos. Hace tres años —allá por el 2012— apareció como "peludo de regalo" el tema Pluna. De un día para otro nos vimos obligados a afrontar una deuda de US$ 137 millones por siete aviones (que terminaron vendiéndose a precio de liquidación por cierre), luego el seguro por desempleo de 250 funcionarios que se mantiene hasta hoy y donde se llevan gastados 8 millones de dólares aproximadamente, más otros 15 millones que el Fondes les entregó para que formaran la cooperativa Alas-U, que nunca voló y cada día parece más difícil que pueda hacerlo.

Ahora son 500 millones más que nos obsequia Ancap. En el caso de Pluna, la oposición pidió una Comisión Parlamentaria Investigadora que fue rechazada por la regimentada mayoría frenteamplista.

El tema terminó en la Justicia y, luego de procesamientos incluidos, el expresidente Mujica asumió que la responsabilidad fue de él, pero nadie lo citó. ¿Va a pasar lo mismo con Ancap? ¿Habrá investigación legislativa que ponga de manifiesto quién o quiénes son los que tomaron esas espantosas decisiones que provocaron un agujero de tal magnitud? A nivel parlamentario no creemos que pase nada. Los legisladores del Frente Amplio nunca han permitido que se nombre una investigadora y no creemos que en este tema cambien su postura

Don Quijote, en uno de los momentos de tranquilidad en sus correrías y penurias, comenta con Sancho: "por la libertad, así como por la honra, el hombre puede y debe aventurar la vida". Aquí no se trata de la libertad obviamente, sino de la honra. De aquellos que estuvieron en posiciones jerárquicas en Ancap y quedarán marcados a fuego por una gestión calamitosa y porque nunca tuvieron el coraje de asumir y explicar sus responsabilidades.

Porque si grave son las pérdidas materiales, más grave son, como decía el Dr. Leonardo Guzmán en su columna del viernes, "los déficits valorativos, culturales y cívicos. Sobre ellos viene montándose una nueva clase de militancia dirigente, que logra flotar sin que se le proclamen talentos, ni se le aprecien virtudes ni se le midan resultados". Y de la honra, ni hablamos.

Editorial

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