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Maduro sin careta

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Uruguay se plegó al Mercosur y se aplicó la cláusula democrática a Venezuela. Hace tiempo que todos saben que ese régimen es una dictadura, cada vez con menos apoyo popular, y que juega todos sus boletos al apoyo de las fuerzas armadas para mantenerse.

Después que la respuesta de Maduro al pueblo venezolano en la calle fue de 154 muertos y centenares de presos políticos, que la farsa de un Poder Judicial independiente asombrara al mundo, que el Parlamento legítimo surgido de las elecciones de diciembre de 2015 fuera desalojado y expulsado por una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) inconstitucional y fraudulenta, el gobierno de la República Oriental del Uruguay aceptó considerar que ese régimen no calificaba como una democracia y votó junto con sus socios del Mercosur la suspensión de Venezuela.

Al canciller brasileño Aloysio Nunes, que ofició de vocero al término de la reunión en San Pablo, explicó que "el Protocolo de Ushuaia no prevé la expulsión, y además queremos que Venezuela vuelva y esperamos que vuelva; vamos a acompañar atentamente el desdoblamiento de la situación y defendemos el diálogo constante". La apuesta al diálogo nunca estuvo en peligro y jamás se rechazó; lo que se pretendía, como primer paso, era que el régimen imperante en Venezuela fuera reconocido por lo que es, como un régimen que nada tiene de democrático.

Previo a ello fue necesario que la inmensa mayoría de los países de América y la totalidad de la Unión Europea rechazaran enfáticamente la maniobra de la Constituyente y se negaran a reconocerla. Solo una minoría de gobiernos se pronunció a favor del régimen de Maduro: Bolivia, Ecuador, Nicaragua y El Salvador. Rusia (principal vendedora de todo tipo de armamentos a Venezuela) defendió a Maduro, lo mismo que China comunista (después de Estados Unidos el principal mercado del petróleo venezolano: importa entre 300.000 y 600.000 barriles de petróleo venezolano, según cifras Petróleos de Venezuela), en tanto se desconoce la posición de Corea del Norte. Eso sí, todo los que defendieron la ANC instaron al diálogo. Igual que Uruguay, que instó al diálogo y protegió, mientras pudo, a sus viejos "negocios" con Venezuela.

Una reflexión: más allá de si Constituyente sí o Constituyente no, la realidad en Venezuela es la misma y el régimen militar-cívico de Maduro sigue siendo el mismo. Antes de la Constituyente y después de la Constituyente. Solo se sacó la tosca careta y se lanzó sin disfraz por el camino de los hermanos Castro, Pinochet, Stalin o Mussolini. Este no es un tema de izquierdas o derechas; se trata de dictaduras sí o dictaduras no. Y cuando las dictaduras enfrentan la resistencia popular, lo que hacen es acentuar su presión, restringir cada vez más las libertades y acallar la mayor cantidad de voces opositoras. La dictadura ya estaba instalada y si Uruguay rechazaba aplicar la cláusula democrática en el Mercosur, era porque privilegiaba otros temas al sacrificio del pueblo venezolano. Cuando ayer se conoció que el expresidente Mujica no presionaba al gobierno y que, por el contrario anunciaba que "le dije (a Vázquez) que lo respaldaba en lo que decidiera", el voto uruguayo quedó definido.

Pero hay otro tema para destacar: el formidable sacrificio del pueblo venezolano y su admirable coraje en la lucha de todos los días contra la dictadura. Una dictadura cada vez con menos apoyo popular y que juega todos sus boletos al respaldo de las fuerzas armadas para mantenerse. Es muy claro. La historia —y la realidad— enseñan que no se puede dar un golpe de Estado, disolver un Parlamento elegido por el pueblo, fraguar elecciones y reprimir en las calles la desobediencia civil sin el apoyo de las armas y de quienes las poseen.

En este momento extremadamente difícil para la patria de Bolívar, cabe el sincero reconocimiento a los anónimos defensores de la libertad que día a día salen a las calles para enfrentar tanques tanquetas, ametralladoras, fusiles, gases con los que se busca silenciar sus voces. El coraje con que se plantan ante los uniformados de la dictadura, en escenas que tienen mucho de triste y penoso: de un lado, el pueblo que los armó y confió en su defensa; las armas y aquellos hombres armados por el pueblo están del otro. Enfrente, apuntando y matando o encarcelando. Algunas pocas imágenes se ven por televisión. Si no son más, es porque el régimen no lo permite, pero las redes sociales se encargan de transmitirlas.

Junto a las protestas continúan las largas colas de venezolanos frente a los supermercados y almacenes para conseguir algo de alimento, mientras que los medicamentos en los hospitales y las farmacias se vuelven cada vez más escurridizos y difíciles de obtener, mientras la inseguridad y la violencia delictiva es la tónica en las ciudades a la caída del sol. Venezuela está al borde de una crisis humanitaria, pero para la excanciller y actual presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente, Delcy Rodríguez "en Venezuela no hay hambre… aquí no hay crisis humanitaria, aquí hay amor". Pobre pueblo.

EDITORIAL

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