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Juventud rifada

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Cuando miles de uruguayos son víctimas de un tornado que les destruye sus casas, sus comercios, sus bienes, quedando involuntariamente convertidos en protagonistas de un drama.

Cuando un productor rural se ahoga en un río tratando de salvarse ante la inoperancia de quienes se suponía iban a rescatarle y llegan a ocho las personas fallecidas por culpa de un inesperado siniestro, es difícil entender como en paralelo, otro uruguayo joven, de 21 años, se va alegremente en busca de la muerte.

El trágico desenlace de esa noche en la Argentina, en esa mal llamada de "fiesta" de música electrónica que dejó como resultado a padres destruidos y a amigos y conocidos horrorizados, es la triste consecuencia de la desaprensión, la ignorancia y la confusión que reina entre cierta juventud. La que no acaba de entender que la droga no es amiga de nadie, los "dealers" menos que menos, y la felicidad no se encuentra de esa manera.

El problema es cómo abrirles los ojos a las posibles víctimas, cómo contrarrestar la campaña subrepticia, cultural, promovida por los que lucran sin ningún tipo de consideración, con la venta y el tráfico de drogas. Por la instigación de algunos compañeros, la falta de personalidad que permite dejarse llevar por un entorno pernicioso, por los conflictos personales, la nula o escasa contención, la baja autoestima o la carencia de valores firmes. Y en gran medida por los errados conceptos o el pobre conocimiento respecto de lo que implica la ingestión de drogas.

El horrible suceso en Costa Salguero, culminado con 5 jóvenes muertos, entre ellos el uruguayo y 5 intoxicados, uno ya mejor y el resto debatiéndose entre la vida la muerte, ha sacudido las conciencias. Ha sido un cruel llamado de atención para padres, hermanos, amigos, maestros, profesores y autoridades. Para todo aquel que puede ayudar a que se sepa más y mejor sobre el peligro que representan las drogas. Las ilegales y las legales como los sicofármacos y la marihuana, en Uruguay.

Solo si hay una profunda reacción, empezando por la propia juventud, podría pensarse que la tragedia, al menos habrá servido para algo. Únicamente si se multiplicara a nivel de los jóvenes, una toma de conciencia, tal la expuesta por Charo Suárez, una chica de 19 años que estuvo internada, se recuperó y luego escribió en las redes sociales un removedor mensaje al haber perdido para siempre a su novio.

"Por favor chicas, fui a la Time Warp pensando que iba a ser la mejor noche de mi vida y terminé yéndome sin una parte de mi. Espero que sean conscientes y dejen de creer que la felicidad va por escuchar a un DJ empastillado; te puede llevar a vos o peor, dejarte sin la persona más amabas en el mundo".

Y así como estas palabras contribuirán en mayor o menor medida a descorrer el velo, es fundamental que a todo nivel, en las casas de estudio, en el núcleo familiar, en el de las amistades y en los medios comunicación, hayan permanentes campañas educativas. De forma espontánea como en el excelente programa de los Leuco en TN el martes pasado y como parte de una política de estado. Que ataque el problema de la drogadicción por medio de la educación y con dureza a todo el entramado cómplice que posibilita el comercio y el uso de los estupefacientes. Sobre el peligroso error de caer en el falso dilema de la droga buena y mala, algo que se ha estado diciendo, como si la causa de lo sucedido se hubiera evitado de no haber ingerido pastillas adulteradas. Bien lo advertía Leuco en su editorial previo; "La droga mata; todas matan más tarde o más temprano. Algunas matan en forma fulminante, otras en forma de goteo; primero te esclavizan, te dominan y luego te clavan el puñal por la espalda. El que consume no es piola ni inteligente. Es un enfermo que se lastima cada día".

Que el desafío que hay por delante no es ni pequeño ni simple, lo puso de manifiesto una conocedora siquiatra especialista en adiciones, Geraldine Peronace. Al hacer gala de su amplia información sobre las costumbres de los cultores de esta especie de rituales, quedó en evidencia lo abismal de ese riesgoso mundo del cual la mayoría de los progenitores, no tiene ni idea. Una simple clasificación habla de las drogas de uso, de abuso y de dependencia. La primera se aplicaría a estas químicas de diseño, que se toman unas pocas veces al año para una ocasión especial. De abuso, se repiten cada fin de semana, no se puede divertir sin recurrir a ellas y en las de dependencia entran la marihuana, la cocaína, etc. Desgraciadamente, los índices indican un fuerte aumento en nuestro país, de todas ellas.

EDITORIAL

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