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Jugando en primera

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Uruguay ocupó, de manera indirecta, los principales titulares de la prensa mundial en estos días. Ello a raíz de la intervención del Consejo de Seguridad de la ONU en la peligrosa escalada de conflicto entre Arabia Saudita e Irán.

Fue por eso que el diplomático compatriota Elbio Rosselli fue el blanco de los flashes de los principales medios del mundo, ya que nuestro país se encuentra justo por estas fechas ocupando la titularidad del organismo internacional.

Esta delicada situación deja en evidencia las potencialidades y los riesgos que enfrenta Uruguay al ocupar un escaño en semejante organismo. Y obligaría tanto a autoridades políticas como a la sociedad en general a algo que parece que es cada día menos frecuente: estar informados en profundidad sobre lo que ocurre en cada rincón del planeta, ya que lo que nuestros representantes hagan o dejen de hacer allí, tendrá impacto seguro en nuestra realidad cotidiana.

Veamos un poco el episodio que ocupa al Consejo en estos días, y su eventual efecto sobre nuestro país y la región.

Arabia Saudita e Irán son tal vez las dos principales potencias económicas, militares y culturales del mundo islámico. Si bien llevan décadas inmersos en una especie de guerra fría en busca de extender su influencia y visión religiosa, el hecho que ha disparado el presente conflicto es la ejecución en Arabia de uno de los principales clérigos chiitas del país, y uno de los referentes globales de la secta islámica, Nimr al Nimr.

La ejecución se dio en el contexto de una ola de ajusticiamientos, en la que se decapitó o fusiló a 47 personas. Pero su caso es especial, ya que se trataba de una figura política prominente, líder de la minoría chiita en el reino. Además el hecho ocurre en un momento de severa crisis en Arabia, donde la caída del precio del petróleo ha golpeado duramente aumentando el déficit público en un 300%, y obligando al gobierno a tomar duras medidas económicas de ajuste.

En Irán la noticia cayó como una bomba. Hubieron masivas protestas populares, que incluyeron un ataque a la embajada saudita, que es justamente el hecho que está a estudio de la ONU.

La reacción de los árabes ha sido romper toda relación diplomática con Teherán, medida que ya han secundado algunos aliados como Bahrein o Sudán. Pero este conflicto que hoy toma calor y notoriedad pública, es algo que viene desde hace años, y que exige amplitud para entenderlo a cabalidad.

Por un lado, refleja el centenario choque entre chiitas y sunnitas, las dos principales sectas del islam, y cuyo odio se remonta a la disputa para la sucesión del mismísimo profeta Mahoma. Tanto los iraníes como los sauditas llevan décadas intentando extender su forma de ver el islam por todo el mundo, y esa lucha de influencias es la razón velada de conflictos como los de Yemen, Siria, Afganistán, y tantos otros países.

Pero a esto se suma un tema político. El reciente acuerdo de EE.UU. con Irán por el tema energético amenaza volver a ubicar al régimen chiita en la mesa diplomática global, después de años de ostracismo y aislamiento. Todo lo cual incomoda bastante a Arabia Saudita, tradicional aliado de Occidente, pero que hoy tiene una imagen bastante golpeada tanto por su aplicación de una visión islámica muy estricta, como por su vinculación con los sectores más radicales del islam, ya sea los Talibán, o el propio ISIS, todos de confesión sunnita. De hecho, si bien a partir de la revolución iraní encabezada por el ayatolá Khomeini, Irán ha sido ubicado como el país extremista por excelencia, los grandes patrocinadores del terrorismo en Líbano y otros países de la región en los últimos años han sido los sunnitas, quienes protagonizaron los principales hechos de violencia. En el ataque a las Torres Gemelas, la casi totalidad de los terroristas eran ciudadanos sauditas.

Todo esto parece lejano y ajeno, pero no lo es tanto. Lo que ocurra en esa zona tiene, por ejemplo, un impacto inmediato en el precio del petróleo que consumimos. Pero además, los países del Golfo están entre los que tienen mayor PBI por habitante del mundo, y en los últimos años están empezando a ser clientes apetecibles de productos de nuestra región. De hecho el pasado noviembre hubo una conferencia en Riad entre países árabes y de América Latina, donde se firmó un ambicioso esquema de vinculación, y donde Uruguay estuvo representado por el vicepresidente Raúl Sendic.

Es por todo ello que el rol internacional de Uruguay por estas fechas será trascendental, y lo que se haga y diga en el Consejo de Seguridad tendrá seguro impacto en la vida de millones de personas. Habrá que estar atentos.

Editorial

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