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Irregularidades o ilicitudes

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Mire que dio trabajo. Los muchachos del Frente Amplio no querían de ninguna manera instalar una Investigadora sobre Ancap. Dieron vueltas y vueltas en el tema, chicanearon de lo lindo, plantearon que era más conveniente una comisión legislativa (¿qué querían?, ¿una ley que dijera que, por lo menos, hay que administrar bien?), pero al final se dieron cuenta que no se podía seguir jugando a la mosqueta con la ciudadanía, que las sospechas de algo raro se convertirían en convicción y que lo ya ocurrido con Pluna (cinco procesados) y con ASSE (dos procesados) eran antecedentes muy pesados en meter la pata y las manos en la lata.

Y que las doce carpetas que presentó el senador nacionalista Álvaro Delgado para pedir la Investigadora resultaban imposibles de soslayar.

Duros de mollera o insolentes en su soberbia progresista, no les quedó más remedio que aceptar que Ancap no es patrimonio del FA, sino de todos los uruguayos y que, por lo menos, debían dejar que se transparentara —y no ocultar— cómo se habían perdido 600 millones de dólares a lo largo de su administración (500 millones en los últimos dos años), a lo que habrá que agregar algunos millones más por este 2015.

Le dieron un plazo exiguo a la Investigadora (120 días), la hicieron retroactiva en cinco años más (a partir de 2000, pese a que ya funcionó una comisión similar para ese período), pero levantaron la mano y aceptaron que de acuerdo a lo que dispone el art. 6° de la ley N° 16.698, se instalara una Comisión de Investigación, cuya "designación solo procede cuando en las situaciones o asuntos a investigar se haya denunciado con fundamento la existencia de irregularidades o ilicitudes".

Aceptaron que en el caso de Ancap hay irregularidades o ilicitudes, lo cual ya es reconocer mucho. Y, justicia obliga, si se llegó a esta instancia fue por la posición del propio Sendic, uno de los principales involucrados en estos episodios. Como que también es cierto que dentro de los cuatro representantes del FA en la Comisión (que garantizan su mayoría) no hay ninguno que responda al Frente Líber Seregni, el sector de Astori, muy crítico a la gestión de Sendic.

Por el camino quedaron algunas cosas maravillosas. El desdén, acompañado por el sofisticado lenguaje de la senadora Topolansky, de que el Frente Amplio le dio la Investigadora a la oposición "para que se deje de joder", porque "se pasan de lloriqueo". O las apreciaciones del diputado Alejandro Sánchez, también del MPP, de que el FA cayó en "una trampa" al votar la Comisión. No es que asombren, porque a esta altura la capacidad de asombro sobre lo que se pueda escuchar de determinados sectores del gobierno ya está colmada, sino que trasuntan un desprecio visceral por el funcionamiento del sistema republicano-democrático que eligió como forma de gobierno este país.

Negarse o poner trabas para dar explicaciones sobre el gigantesco agujero negro que se generó en sus cuentas. O que se pida conocer los motivos por los cuales el convenio país a país firmado con Ecuador para la refinación de petróleo, terminó en manos de una empresa holandesa (Tranfigura), que se quedaba con la parte del león y del ratón (la nuestra era la de la hormiga), lo refinaba en EE.UU. y provocó que, enterado de ello, el presidente compañero Rafael Correa, denunciara y abortara el acuerdo. O por qué se pagó por la planta de etanol en Paysandú el doble de su precio en el mercado. O por qué se compró un remolcador por valor de unos US$ 13 millones que nunca se usó, parecen asuntos de los cuales el ciudadano debe tener conocimiento, porque es el verdadero propietario de Ancap y el que pone la plata cuando las cosas se hacen mal. Así de simple y clarito. Sin trampas ni lloriqueos, simplemente por respeto.

No tenemos muchas esperanzas de lo que pueda trabajar esta Investigadora, así concebida y así instalada. Pero veamos lo bueno que ella encierra: es la primera vez que el FA, en sus diez años de gobierno, admite que se instale una Comisión de esta naturaleza. Nunca habían permitido que el Parlamento indagara sobre algún asunto, al solo efecto de establecer si se había incurrido en responsabilidades políticas en el manejo de determinada actividad del Estado. Y que hubo muchas presunciones, las hubo, pero a la hora de buscar esclarecer lo ocurrido, la negativa de los brazos enyesados funcionaba a las mil maravillas. No sabemos (no creemos) que esto signifique un cambio de actitud o sea solo una golondrina en este lluvioso agosto. El tiempo dirá.

Bueno sería, además, que el FA aceptara de una vez por todas que sus mayorías electorales sirven para decidir y mandar, pero nunca para ocultar. Eso no es propio de una democracia ni es propio de nuestro país cuando está en democracia.

Editorial

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