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Invocar la hermandad no alcanza

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La reunión presidencial entre Vázquez y Macri fue un hecho político importante aunque ausente de resoluciones concretas y plagado de lugares comunes. Y si bien no puede desconocerse el espíritu de acercamiento que ambos mostraron, los tiempos que se viven necesitan definiciones claras y posiciones firmes.

En su lugar, una vez más se utilizaron permanentes invocaciones a la hermandad rioplatense que si bien reflejan un humor diferente a los diez últimos años, no exhibieron definiciones concretas en la relación bilateral.

Faltaron como prueba de los avances la firma de notas reversales que en otros tiempos sirvieran de guía para marcar la conducta de ambos gobiernos en el corto y mediano plazo. Tan es así, que aun cuando ya se retomó el dragado de los canales del Martín García, faltó una referencia concreta a aspectos que hacen a los temas comunes en la hidrovía que involucra los intereses prioritarios del transporte multimodal de la Cuenca del Plata.

El anuncio de un monitoreo bilateral del río Uruguay en materia ambiental es destacable, pero una decisión de esta naturaleza debió profundizar en la necesidad de avanzar en un protocolo ambiental para toda la Cuenca del Plata, y así tuvo que ser planteado por el Gobierno uruguayo ante la necesidad de mejorar las vías navegables y la eficiencia de sus puertos.

La referencia a un nuevo puente sobre el río Uruguay es relevante, pero la agenda bilateral no puede diluirse en anuncios que, como el proyecto de la regasificadora en la instancia anterior, sean parte sólo de un esfuerzo protocolar para darle contenido a una reunión entre presidentes.

Ambos gobiernos persiguieron objetivos diferentes. El presidente Macri intentó lógicamente salir del paso sin asumir una sola obligación en la nutrida agenda bilateral con el Uruguay, mientras que el presidente Vázquez buscó abrirse camino en aspectos comerciales del Mercosur que en modo alguno podían tener una definición aislada de la voluntad de los otros países fundadores.

Hasta la insostenible situación de Venezuela se resumió en definirla como "preocupante" para evitar agravar los problemas que el Frente Amplio tiene para defender los derechos humanos interpretados a su antojo.

El Gobierno uruguayo no puede tomar decisiones claras en su política exterior porque su frente interno recoge posiciones irreconciliables, al punto que ni la autoridad institucional del Poder Ejecutivo está en condiciones de poner límites a la "cancillería paralela" que el Pit-Cnt pretende desarrollar.

En cada encuentro bilateral o subregional es necesario identificar el equilibrio entre los criterios actuales, la flexibilidad de las normas y la preservación de las corrientes comerciales, que en el caso de Argentina han alcanzado sus niveles mínimos en la balanza comercial.

Sin embargo, la relación con la Argentina está mucho más allá del comercio; temas como la integración energética, la conectividad física, el desarrollo de servicios logísticos, la explotación de recursos naturales compartidos y una política ambiental integral tendrían que haber sido listados para facilitar la administración de las tensiones existentes y buscar evitar que una ampliación coyuntural de la agenda se utilice para postergar la consideración de los problemas aún sin resolver.

Con la Argentina tenemos una larga historia de encuentros y desencuentros en los que se alternaron la confianza y la suspicacia, cuando no la agresividad. Eso significa que hablar de proyectos de mediano y largo plazo requiere de una gran prudencia porque se corre el riesgo de vaciar de contenido a los intereses concretos del Uruguay, los que muestran una riesgosa y permanente asimetría en la relación bilateral.

Por tales razones debemos recuperar nuestra capacidad de propuesta paralizada en los últimos años por la mala relación, el estancamiento y la inocuidad. Los discursos y conferencias de prensa articulados previamente no pueden separarse de una dinámica permanente que tome en cuenta los nuevos rasgos de la vecindad geográfica. Parece que todavía no se tiene en cuenta que la proximidad complementa centros de producción y de consumo de bienes y servicios, infraestructura de transporte, y servicios logísticos que puedan facilitar la formación de cadenas productivas entre Uruguay y Argentina para potenciar su inserción externa.

La invocada "hermandad" existe, pero también debe ejercerse sin liviandad ni superficialidad. Se ha celebrado otra reunión entre presidentes alimentada por más voluntarismo que resultados concretos.

EDITORIAL

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