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Incompetencia y desprestigio

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EDITORIAL

El gobierno uruguayo no tiene ni el mínimo sentido común en la proyección de su política exterior. Carece de equipo, de criterio único y, sobre todo, de una estrategia de país que legitime la defensa de nuestros intereses.

El Ministro de Ganadería confesó que se enteró por WhatsApp de la medida tomada por el gobierno brasileño de limitar el ingreso de lácteos a ese país. Eso demuestra dos cosas: que en el Poder Ejecutivo no existe la mínima coordinación entre las distintas carteras, sin hacer mención a que las posiciones encontradas son las que prevalecen. Y en segundo lugar, que la información que la diplomacia uruguaya debe manejar para adelantarse a hechos y decisiones desde el exterior no es oportuna. Es inaceptable que no fuera tomado seriamente en cuenta el anuncio que hace más de un año realizó el Ministro de Agricultura y Pecuaria del Brasil sobre la decisión de establecer cupos para la importación de producción láctea.

Más preocupante es que el Ministro Aguerre mencione que se enteró por un medio electrónico cuando debería conocer que esa idea proteccionista y sin fundamento legal se basa en la existencia de una supuesta maniobra ilegal que acusa al Uruguay de exportar productos lácteos no producidos en su territorio utilizando los mecanismos de triangulación.

Para más preocupación, recién se entera nuestro gobierno de que en Itamaraty se analiza la decisión de retirar la leche del sector desgravado como se hizo en cumplimiento del programa de liberación comercial acordado por los cuatro países.

Las medidas brasileñas no tienen justificación, menos cuando se argumenta que los costos locales le han hecho perder competitividad frente a los otros mercados. ¿Qué podría decir entonces el empresario uruguayo esquilmado por un gobierno populista que despilfarra el dinero del contribuyente sin el menor respeto por su esfuerzo?

El Poder Ejecutivo sin embargo declaró que recurriría a los mecanismos de solución de controversias de la OMC y del Mercosur. ¡¡¡Por favor!!! ¿No era que lo político estaba por encima de lo jurídico? ¿Acaso no sabe la Cancillería que Brasil y Argentina no han cumplido con los laudos que fueron favorables al Uruguay? ¿Qué costo ha decidido asumir el país para presentarse ante la OMC para que un panel nos dé la razón? ¿Por qué no dice que si fallara contra el Brasil la medida tampoco se eliminaría y que el tema en discusión nos permitiría tomar represalias? A un país grande que incumple, ¿qué seguridad tendríamos que no tomaría otras medidas que podrían afectar nuestras exportaciones al Brasil en otros rubros?

Pero hay algo más grave y que debe denunciarse con firmeza sin perjuicio de condenar la conducta comercial brasileña. Desde que asumió el Presidente Temer el gobierno uruguayo presionado por sectores políticos y sindicales amigos de Lula y la Sra. Dilma decidió ignorar a las nuevas autoridades, asumió una conducta de permanente injerencia en los asuntos internos del vecino del norte y llegó a acusarlo de comprar su voluntad como lo hiciera el canciller Nin cuando concurrió a una Comisión del Parlamento.

Por otro lado, continúa disimuladamente abrazado a la dictadura de Venezuela mientras el Ministro Astori con su aceitada dualidad decidió aplicar una tasa consular violatoria de todas las normas que nos obligan con el fin de recaudar cien millones de dólares para paliar el irresponsable déficit fiscal que registra el país. ¿Con qué autoridad podemos reclamar contra otras violaciones cuando ni siquiera nos queda el argumento de que el Uruguay cumple con sus obligaciones? El gobierno uruguayo no tiene ni el mínimo sentido común en la proyección de su política exterior. Carece de equipo, de criterio único y, sobre todo, de una estrategia de país que legitime la defensa de nuestros intereses tratando de lograr, además, el respaldo de todos los partidos políticos.

El gobierno del Brasil ha actuado mal y no es la primera vez, pero nuestro gobierno ha dado muestras de una incompetencia tal en el manejo de la política exterior que le ha hecho perder prestigio. Baste recordar cómo ha sido la postura oficial respecto del vecino país en todo este tiempo. Con la importancia que tiene para nosotros la relación con ese país, no han tenido mejor idea que hablar en contra del presidente Temer desde un principio. Cuando Dilma Rousseff fue destituida, el gobierno expresó su solidaridad con ella mediante un comunicado en el que se dijo que el hecho había sido una injusticia. En una corta entrevista entre ambos mandatarios ocurrida en la ONU, se dijo que Temer había invitado a nuestro Presidente, sin embargo esto nunca sucedió, ni Temer vino de visita. En cambio, Rousseff sí lo hizo y fue recibida en Suárez y Reyes. Sólo nos falta que el Sr. Mujica realice uno de sus anárquicos comentarios para agravar un poco más la situación.

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