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Otro ignorado 19 de abril

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Aunque hoy se cumple un nuevo aniversario del comienzo de la heroica cruzada de los 33 Orientales, el corrimiento del feriado y la tendencia del gobierno a ignorar las efemérides nacionales le quitarán todo brillo a la fecha.

En cumplimiento de la ley 16.805, el feriado del 19 de abril, en vez de verificarse hoy, se trasladó para el lunes 17, un sistema de corrimiento que tiene sus ventajas, entre otras la de favorecer el turismo según dicen, pero que posee el inconveniente de opacar la conmemoración de nuestras grandes fiestas patrias. La de este feriado, evocador del legendario desembarco de los 33 Orientales, es una de ellas, y una vez más desde que el Frente Amplio llegó al gobierno pasará sin pena ni gloria.

Esa situación no es imputable a dicha ley aunque podría argumentarse que de alguna manera el cambio de día corta el vínculo con la precisa fecha histórica que se procura honrar. Pero más allá de la confusión que el corrimiento pueda causar, el origen de este descaecimiento de las efemérides uruguayas en la consideración popular proviene del mal manejo del tema por los gobiernos de izquierda y, por supuesto, tomando una perspectiva más amplia, de la pobre enseñanza que se imparte sobre la Historia Nacional.

No se le oculta a nadie que durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez hubo una especie de intento "refundador" de esa historia iniciado el día en que asumió, el mismo 1º de marzo de 2005, cuando en lugar del escudo nacional, omnipresente hasta entonces en los actos públicos, se instaló el dibujo de un sol de cabellera flamígera. Ese fue apenas el comienzo de una acometida contra los clásicos símbolos nacionales y la celebración puntual de las fechas patrias. De estas últimas, se ocupó un deplorable decreto que dispuso que el 19 de junio, día del aniversario del nacimiento de Artigas, "será la única fecha conmemorativa por parte del gobierno nacional". Para peor, se le adosó a esa jornada el tema del "Nunca más" al declarar que era la fecha de encuentro entre todos los uruguayos, civiles y militares, para que, según dice el decreto, "el país pueda mirar al futuro y encontrar caminos de reconciliación nacional".

Lo del encuentro no funcionó como es sabido, y hasta resultó boicoteado por miembros de la propia coalición de izquierda. Lo que debía ser la gran fiesta patria en homenaje al Prócer se convirtió de ese modo en motivo de críticas y riñas al extremo que esa "única fecha conmemorativa" terminó propiciando unas ceremonias desangeladas, carentes de todo calor popular. Por otra parte, el objetivo de concentrar las celebraciones en una sola jornada generó una pérdida progresiva de significación para las otras fechas que integraban nuestro tradicional calendario de feriados. Entre ellas figura el 19 de abril que, a partir de entonces, tiende a pasar casi desapercibido.

Quizás convenga recordar que la historia de las naciones suele conformarse con hitos concretos, no menos valiosos porque estén sazonados con elementos míticos que nutren lo que suele denominarse identidad nacional. El desembarco del 19 de abril de 1825, inicio de una cruzada que habría de concluir con la Declaratoria de la Independencia el 25 de agosto de ese año, es uno de los episodios centrales del proceso emancipador.

A comienzos del gobierno de José Mujica hubo un intento de realzar los grandes episodios nacionales con motivo del bicentenario de los inicios revolucionarios de 1811, pero ese impulso patriótico fue de alcance limitado y concluyó en aquel año. De ahí en más las efemérides volvieron a caer en una suerte de olvido sin que las autoridades hicieran mucho por resaltarlas. Es una lástima que esa actitud llegue hasta el presente en donde de manera limitada se evoca aquella heroica cruzada iniciada en el arenal de la Agraciada e inmortalizada en el célebre cuadro de Juan Manuel Blanes y que permitió que la naciente República derrotara al invasor norteño y emprendiera su propio camino. El 19 de abril merece algo más.

A la vista de estos antecedentes y atento a la degradación paulatina de la celebración de esas fechas, el gobierno debería tomar cartas en el asunto y definir un tema que quedó como en un limbo debido al fracaso de aquel decreto que concentró todo en el 19 de junio. Fechas como las del 19 de abril, así como la del 18 de mayo por citar la más cercana, merecen que se las honre como se hizo siempre a través de actos oficiales y académicos en donde se exalte su relevancia sin excluir, por cierto, cuanto se pueda hacer en el ámbito de la enseñanza.

Como escribió Ernesto Renán, una nación es "un principio espiritual" afirmado en la certeza colectiva de "compartir glorias comunes del pasado". Es preciso actuar para que los uruguayos, sobre todo las nuevas generaciones, no pierdan esa certeza.

EDITORIAL

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