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La hora de Mauricio Macri

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Sorpresa es la palabra más adecuada para definir el resultado de las elecciones argentinas del domingo pasado. Contra la opinión de los analistas y los datos de las encuestas que vaticinaban la victoria del oficialista Daniel Scioli, su contendor, Mauricio Macri, logró una paridad en las urnas que lo coloca como favorito para ganar la segunda vuelta electoral del 22 de noviembre.

Se acerca a su fin una década larga de predominio kirchnerista, una expresión del peronismo histórico encarnada primero por Néstor Kirchner y después por su esposa Cristina Fernández quien hoy luce como la gran derrotada en los comicios. Porque es imposible no interpretar sus resultados como un rechazo a la continuidad de una política populista desplegada desde la Casa Rosada que dejó al país con un crecimiento económico cercano al cero, una moneda depreciada y una inflación anual superior al 25%.

Por si el resultado a nivel nacional no hubiera sido un golpazo para el kirchnerismo, el triunfo logrado en la provincia de Buenos Aires por María Eugenia Vidal, una politóloga de 42 años con fuerte atractivo personal, refuerza la sensación de derrota que recorre las filas del oficialismo. Al imponerse sobre Aníbal Fernández, el polémico jefe de gabinete de Cristina Fernández, Vidal lapidó a una de las figuras más resistidas de la política argentina, símbolo viviente de prácticas repudiadas por el electorado.

De este modo, "Cambiemos", el lema acuñado por Mauricio Macri para nuclear diversas fuerzas opositoras incluidos los radicales, se plasmó en los hechos al producir en la jornada del 25 de octubre un vuelco inesperado en un escenario que parecía estable. Con votos de clase media y también de clases bajas, este empresario y expresidente del club Boca Juniors exhibió mano firme y perseverancia en la conducción de una coalición que acogió a opositores de distinto signo resueltos a terminar con el dominio de los Kirchner y sus epígonos, entre ellos los miembros de esa prepotente formación denominada "la Cámpora".

Ahora Macri emerge como vencedor y con un aura de favorito para imponerse en la segunda vuelta. Necesitará para ello una buena porción de votos del disidente peronista Sergio Massa quien probablemente deje en libertad de acción a sus seguidores cuando llegue el momento de optar entre Macri y Scioli. Por la composición de su electorado es posible aventurar que la mayoría de los votos de Massa irán al "macrismo".

En tanto, la figura de Scioli sale desgastada de la primera vuelta. Su condición de candidato controlado por la presidenta terminó por afectar su imagen cuando quedó claro que las listas de candidatos, así como su compañero de fórmula, le fueron impuestos. Votarlo el domingo equivalía para muchos argentinos a conservar al país en la misma ruta y con la misma gente, a espaldas de las nuevas generaciones y de la legión de descontentos que reclaman un cambio de timón.

Entre los hechos positivos del domingo está la alta participación del electorado —un 7% más que en los últimos comicios— que alcanzó casi el 80% de los habilitados a votar. Igualmente corresponde citar el orden y la calma con que se desarrolló la votación, sin las denuncias de irregularidades que enturbiaron las primarias realizadas meses atrás. Todo lo cual prueba la madurez democrática del pueblo argentino y su capacidad de emplear correctamente los medios democráticos para impulsar la renovación.

De confirmarse el 22 de noviembre en las urnas el favoritismo de Macri habrá transformaciones de peso en la política internacional argentina.

El alineamiento del kirchnerismo con los gobiernos latinoamericanos de corte populistas y auto-titulados de izquierda quedará en entredicho y los estrechos lazos con gobernantes como el venezolano Nicolás Maduro, el boliviano Evo Morales o la dupla brasileña Lula-Dilma se irán aflojando tal como anunció el líder de "Cambiemos" en su campaña.

En lo concerniente a Uruguay, con la caída del kirchnerismo todo hace prever que mejorarán las conflictivas relaciones mantenidas durante más de una década entre los dos gobiernos platenses. Así lo proclamó Macri en diversas ocasiones en las que criticó la política de hostigamiento desarrollada por los Kirchner y su entorno contra nuestro país, así como la situación actual del Mercosur. Por eso, es de esperar que el gobierno del Frente Amplio sepa aprovechar la oportunidad, en particular el presidente Tabaré Vázquez, quien en estos momentos debe estar lamentando su inoportuno acercamiento a Daniel Scioli en vísperas electorales, otro error de nuestra política exterior.

editorial

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