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Los holandeses y el Nexit

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Aunque también jugó a favor del primer ministro Rutte su firme postura al manejar la crisis con Turquía, a partir de que se le prohibiera a dos altas figuras del gobierno de Erdogan hablar en tierra holandesa a los turcos allí afincados.

Otra vez, y ya van (Brexit, Referéndum de Colombia, elecciones norteamericanas); el globo inflado por las encuestadoras, se pinchó en el aire. Respecto de quién sería el ganador de los próximos comicios parlamentarios holandeses, los sondeos de opinión le daban la delantera al derechista radical Geert Wilders de 53 años, líder del Partido por la Libertad (buen nombre) y pronosticaban que llegaría a obtener 36 bancas. Sin embargo, los informes primarios hablan de 19 escaños.

Su discurso diametralmente opuesto a lo que conocemos como "politically correct", le valió un apodo que puede que no le haya sido de mucha ayuda vistos los resultados. El "Trump holandés" al final tuvo que reconocer que el primer ministro Mark Rutte, del Partido Popular por la Libertad y la Democracia (DDV) que aspira a un tercer mandato, quedaba al frente de la carrera, aun cuando tiene que lamentar la pérdida de 10 escaños para la próxima legislatura

Pero como no se conforma quien no quiere, Wilders se muestra exultante (y no le falta razón) por la buena performance de su grupo, que lejos estaba unos años atrás de ocupar el segundo lugar en la contienda, ampliando su presencia en el futuro Parlamento. Donde podrá seguir con su prédica islamofóbica y propuestas de campaña tan extremas como cerrar las fronteras a los inmigrantes musulmanes, prohibir la venta del Corán y acabar con las mezqui- tas que han proliferado por la tierra de los Orange. En cuya casa real brilla Máxima, la popular reina argentina que más parece haber nacido al borde de uno de los canales de las países bajos, tan buena es su mimetización con sus súbditos holandeses.

Organizaciones sociales internacionales como Avaaz estuvieron muy activas en contra del avance de Wilders, enviando cientos de miles de correos por internet y redes sociales. Movilizaron a unas 20.000 personas según sus propios datos, recorrieron el país y desembarcaron en un bus por la Unidad naranja, para repartir flores y conversar con la gente, mucha de la cual, aparentemente, tres días antes aún no sabía a quién votar. Si bien hubo un innegable interés por participar, en esta nación de casi 17 millones de habitantes, miembro fundador de la UE y una de las mayores economías de la eurozona, ya que esta vez la respuesta en las urnas fue del 82% frente al 74.6 % de las últimas elecciones.

Pero al final, se impusieron las posiciones tendientes a la apertura, la tolerancia, la estabilidad, y en la Unión Europea y más precisamente en Bruselas, soplaron vientos de alivio ante el mensaje tranquilizador que corrió por el Benelux. Sobre todo luego de los sobresaltos de los últimos tiempos y sangrías como la inferida por "la pérfida Albión" al proyecto europeísta, además de la aparición en escena del disruptivo presidente Trump.

Aunque también jugó a favor del primer ministro Rutte, su firme postura al manejar la crisis con Turquía a partir de que se le prohibiera a dos altas figuras del gobierno de Erdogan hablar en tierra holandesa a los turcos allí afincados. Iniciativa que formaba parte de la campaña en favor del referéndum que impulsa su gobierno, en pos de una nueva Constitución que permita la permanencia de Erdogan en el poder, así como seguir avanzando en la progresiva "sultanización" de ese país que se aleja a pasos agigantados del laicismo impulsado por Atatürk, el padre de la Turquía moderna.

Crisis que está lejos de finalizar, ya que Erdogan ha continuado con sus ataques verbales contra los liberales holandeses, a quienes asimila al fascismo, a la justicia de la UE luego de que avalara la decisión empresarial de una firma de no permitir el porte de ostentosos símbolos religiosos, como el velo por parte de sus empleadas. Sumado esto a los dardos envenenados contra la alemana Angela Merkel y las amenazas de romper el acuerdo con la UE de hace un año para controlar el flujo de refugiados.

El respiro de los recientes resultados comiciales será breve, sin embargo, porque tanto en lo interno como en lo externo continúan los nubarrones. No le va ser fácil a Rutte formar gobierno en una coyuntura de tanta atomización política. Los analistas prevén tendrá que acordar con 4 o 5 partidos para alcanzar la mayoría de 75 bancas. Sus socios los laboristas sufrieron una gran derrota, mientras el partido más a la izquierda, del ecologista Klaver, favorable a recibir más refugiados, pasará de 4 diputados a 16. En Francia se avecinan las elecciones donde Marine Le Pen sigue fuerte, en el otoño boreal las alemanas, (menos preocupantes) y en Italia avanza el Movimiento 5 Estrellas, de onda populista.

EDITORIAL

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