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Un gobierno frenado

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La solicitud del Presidente dirigida a los padres para ayudarlo en el conflicto con los docentes, conflicto en el que tiene participación directa en su génesis, es un elemento más que hace pensar que el gobierno tocó fondo.

A pocos meses de asumir, ya no hay más nada interesante que pueda hacer en los principales temas, y solo cabe esperar pasivamente el paso de los cinco años, contemplando un deterioro inevitable.

En efecto, ya es seguro que la educación no tiene solución, que habrá más de lo mismo en los próximos años, y que los jóvenes continuarán distanciándose en sus aprendizajes. No hay pues chance de que la educación mejore, y no la hay tampoco de que la seguridad se incremente, cuando todo intento de expresión de autoridad se lo tomará como represión o autoritarismo.

Y menos se puede esperar algún tipo de inserción internacional novedosa, cuando algo tan menor como un acuerdo del tipo del TISA debió dejarse de lado por imposibilidad del Presidente de concretar sus ideas, con un canciller desairado.

La ley de Presupuesto es también paradójicamente la expresión de un gobierno golpeado. En efecto, y a pesar de las circunstancias económicas que se esperan, el gobierno no puede reaccionar y corregir lo que remitió al Parlamento. Así pues, es claro que el PBI no crecerá como lo prevé, lo que determinará una recaudación menor, la que sin reducción alguna de gastos —el gobierno ya no tiene la posibilidad política de liderarla— generará un déficit mayor. Este derivará como es notorio en mayor inflación y/o mayor endeudamiento.

Junto a todo lo anterior es difícil que cambie algo en Ancap, es difícil que abandone su política de biocombustibles, su déficit de años seguirá pasando a tarifas, y así es difícil que sectores como el transporte y el agropecuario no sufran más en su competitividad ya malherida en un momento malo de precios.

Y tendremos Antel Arena aunque el presidente no lo quiso. Esta construcción si se hace, será expresión también, entre otras cosas, de un gobierno que se entregó, otro cambio tímido que el presidente no pudo concretar.

En definitiva seguiremos teniendo un país de menos de mitad de tabla. Esto significa que habrá más déficit, más deuda, más inflación, sin chance de cambiar esto; y habrá menos oportunidades comerciales ya que no parece probable que nos abramos a nuevos bloques, lo que precisamente todos nuestros principales competidores vienen logrando.

No hay chance, pues, de que en los próximos cinco años mejoren todos estos temas. En realidad el presidente no tiene las mayorías necesarias como para hacer nada relevante, y no se puede creer que haga nada como para cambiar la composición política de su gobierno.

Así las cosas, con educación mala, con inseguridad, con empresas públicas que giran a tarifas sus problemas, con más inflación, más deuda, menos crecimiento, menos inversión, más desempleo, menos producción agropecuaria, aunque ninguna de estas variables llegue a niveles críticos, en conjunto resulta en un paisaje gris de mediocridad y desesperanza.

Y todo en un contexto de presión fiscal para el trabajo asfixiante y probablemente creciente, si el presidente no logra controlar sectores de su gobierno que por otra parte son los más numerosos. Este panorama, como bien explicaba hace poco el Dr. Ignacio Posadas, al cortar ilusiones de progreso a partir del esfuerzo individual, de la propia excelencia, convoca a la emigración de los mejores.

De no pasar nada especial en lo político, que no se advierte por dónde podría venir, solo cabe esperar que pase el tiempo hasta nuevo aviso, en un país con piloto automático dirigido hacia la mediocridad. Tenemos derecho a un país que premia a los mejores, no un país de empleados públicos y altos impuestos como lo dejó Mujica, convirtiendo en una boutade aquella expresión de "país de primera".

No se puede olvidar tampoco el conjunto de agresiones a la familia, comenzando por la reforma tributaria y siguiendo por el conjunto de leyes que contribuyeron a desdibujar el concepto de núcleo de la sociedad.

Claro que ahora para olvidar las penas se podrá fumar marihuana con certificación de calidad del INIA y vendida en farmacias. En fin. Si el Presidente no pega un "volantazo" fuerte, de naturaleza difícil de pronosticar, su gobierno seguirá trabado, navegando en el mar de la nada, esperando solo que el tiempo pase, en tanto otras naciones —no las del barrio— pisan el acelerador, al menos en el comercio internacional.

Editorial

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