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Un gabinete opositor

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Se renovó el Parlamento y pronto asumirá Vázquez, que en esta transición ha dejado en claro que quiere dar impulso rápido a sus principales propuestas de campaña. Del otro lado, empero, no hay señales de tanta actividad.

Hay una idea que en estos años se planteó y no terminó de llevarse adelante. Se trata de la formación de gabinetes en la sombra. El modelo es el clásico parlamentarista, en donde los partidos de oposición se organizan para disponer de equipos que, en cada tema relevante, siguen las políticas que conduce el gobierno, las critica, y además propone opciones diferentes. Se le llama gabinete en la sombra porque, justamente, es como un espejo de lo que realiza el equipo de gobierno, lo sigue de cerca, se mueve con él.

Las ventajas del gabinete en la sombra son varias. La primera es que obliga a mejorar la calidad de todo el sistema democrático. Si el gobierno sabe que existe un equipo de un partido opositor que escrutará finamente sus propuestas para criticarlas y proponer alternativas, sus iniciativas tenderán a ser mejores para salir airoso ante la opinión pública en el enfrentamiento político.

La segunda es que obliga al partido de oposición a formar equipos de gobierno con responsabilidad de conocimiento y propuestas acerca del rumbo del país. Si hay que plantear opciones alternativas a las del oficialismo, no se puede improvisar, porque el costo político puede ser muy alto. Se va formando así a un conjunto de dirigentes que se especializan en distintas áreas y que van demostrando su capacidad de poder gobernar mejor, llegado el caso.

La tercera es que acostumbra a la opinión pública a centrar los debates sobre temas de políticas concretas. Las opiniones distintas pasan a focalizarse en la evaluación de las medidas planteadas de un lado y del otro. No se discute sobre la teoría general de la privatización o sobre lo que hizo tal o cual partido en los años noventa, sino sobre propuestas definidas por el gobierno en un tema específico, frente a las cuales aparece un paquete diferente de medidas que argumenta con otros criterios para alcanzar fines similares o distintos.

No hay ningún secreto en todo esto. Si estuvieran funcionando desde hace años los gabinetes en la sombra, la visibilidad y la credibilidad de las propuestas de los partidos que hoy son oposición serían mucho mayores. Porque con el tiempo, periodistas, líderes de opinión y opinión pública en general se habrían acostumbrado a escuchar esas diversas campanas y a valorarlas en concreto de acuerdo a sus diferentes criterios.

Es decir, habría hoy lo qué valorar de un lado y del otro.

Por poner un par de ejemplos elementales. Vázquez ha planteado su prioridad en torno al plan de cuidados para su segunda administración. ¿Qué opinan los partidos de oposición? ¿Cuáles son sus propuestas concretas, cuáles sus críticas al planteo oficial, cuáles sus alternativas? La política exterior de Nin parece ser distinta a la que llevó adelante Almagro. ¿Cuáles son las prioridades de la oposición? ¿Con qué instrumentos las llevaría adelante? ¿Qué iniciativas internacionales está dispuesta a acompañar y cuáles no?

Si los partidos tradicionales no muestran señales claras y concretas de renovación, la sensación en la opinión pública va a ser la de estas tres elecciones que terminaron dando mayoría absoluta al Frente Amplio en el Parlamento.

Cuando tengan gabinetes en la sombra funcionando, se irán definiendo referentes en cada tema que plantearán las otras visiones del país que, por cierto, representan a casi la mitad de los ciudadanos.

Para hacerlos andar se precisa cambios en el funcionamiento de los partidos. Implican que ellos dejen de ser solo agrupaciones electorales para pasar a debatir, de verdad y con fundamentos, políticas públicas concretas. Implican también una organización colectiva que asegure voceros, capacidad de comunicación y buenos argumentos para defender propuestas propias.

Sobre todo, se precisa cabal entendimiento de la situación en la que quedaron los partidos de oposición luego de estas elecciones nacionales.

Porque si los argumentos que terminan primando son los de las rencillas internas, que dicen que si este dirigente se posiciona en ese lugar en el gabinete en la sombra entonces puede llegar a ser ministro en el futuro y no conviene pues apoyarlo, y todo ese tipo de pequeñeces tan habituales, entonces lo que quedaría claro es que esos partidos no estarían a la altura de las delicadas circunstancias que viven.

Más de medio país los está mirando.

Editorial

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