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Evaluar mejor la Concertación

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En 2010, cuando ocurrieron las primeras elecciones de autoridades municipales sin que hubiera Concertación, todas ellas obtuvieron mayorías frenteamplistas en Montevideo. El éxito de la Concertación en 2015 fue entonces concreto y muy importante.

En un reciente reportaje el senador Jorge Larrañaga señaló: "Me parece que la operación de la Concertación en Montevideo no terminó bien, no creo que se vaya a reeditar".

Como bien expresa Larrañaga, hay dimensiones de la Concertación en 2015 que seguramente hayan salido mal para los partidos tradicionales. Para el Partido Colorado el resultado fue que por primera vez quedó sin ediles en Montevideo electos bajo ese lema. El Partido Nacional es claro que se vio superado por el tercer candidato independiente, Novick, que resultó una sorpresa. La candidatura de ese líder distinto, que obtuvo un respaldo de más de 200.000 montevideanos, fue el espaldarazo para el surgimiento de un actor partidario nuevo en la oposición que terminará compitiendo con blancos y colorados.

Pero las malas noticias de la Concertación en realidad terminan allí. Porque hay otras que fueron muy positivas, y en particular para el Partido Nacional. Las más importantes refieren a que por primera vez logró hacerse de las alcaldías de dos municipios de la capital, el Ch y el E. Eso le permite ser gobierno de cercanía en varios barrios montevideanos: Tres Cruces, La Blanqueada, Parque Batlle, Villa Dolores, Buceo, Pocitos y Punta Carretas por un lado, y Unión, Malvín Norte, Malvín Nuevo, Carrasco Norte, Carrasco, Punta Gorda, Malvín, Buceo y La Blanqueada por el otro.

En 2010, cuando ocurrieron las primeras elecciones de autoridades de municipios sin que hubiera Concertación, todas ellas obtuvieron mayorías frenteamplistas en Montevideo. El éxito de la Concertación en 2015 fue entonces concreto y muy importante. Mucha gente vio la posibilidad del triunfo electoral de una mayoría alternativa conformada por partidos de oposición y decidió dar allí su voto.

El ejemplo claro lo dio la votación en el municipio Ch, que es el que concentra la mayor densidad poblacional del país. En efecto, tanto en la elección de intendente como en las municipales ganó la Concertación sobre el Frente Amplio. Pero la diferencia porcentual en favor de ella fue mayor en la votación por municipio: excluyendo los votos en blanco, los resultados fueron 56,4% para la Concertación contra 40,9% para el Frente Amplio para voto a intendente, y 58,8% para la Concertación contra 37,9% para la izquierda para voto a alcalde. Es claro pues que muchos vecinos de los barrios del Ch votaron al Frente Amplio a intendente pero dejaron en blanco su opción municipal, facilitando así de hecho la alternancia local en favor de la Concertación.

El tema de fondo es que no hay que olvidar que el peso de la hegemonía electoral frenteamplista de la capital sigue siendo formidable. Conviene mostrar algunos datos concretos para ilustrarlo, porque a veces queda un poco olvidado en el análisis. Las últimas elecciones partidarias previas a mayo de 2015 fueron las nacionales de octubre de 2014. En todo Montevideo en esa ocasión, el resultado fue de 53,5% para el Frente Amplio contra 25,7% para el Partido Nacional.

Y en la circunscripción del Municipio Ch, aunque por menor ventaja, también ganó la izquierda sobre los blancos: 39% contra 33,2% (y 15,4% para el Partido Colorado).

¿Cómo hubieran logrado los blancos ganar el Municipio Ch, por ejemplo, sin esa herramienta de acumulación electoral de partidos distintos? Los datos son inapelables: sin Concertación todo el mundo sabe que las elecciones en Montevideo estaban ganadas, todas ellas, por el Frente Amplio.

Es posible y legítimo, sin embargo, que la evaluación política que se haga de esa herramienta electoral sea sobre todo negativa. En tal caso, resulta muy importante que se presente a los montevideanos una opción alternativa seria y posible.

Hoy en día las encuestas señalan que la gestión del intendente y precandidato presidencial Martínez tiene una aprobación del entorno del 50% de los montevideanos. Hay por tanto terreno fértil para que opere una oposición vigorosa en la capital que devuelva esperanzas de una mejor gestión para tener, entre otras cosas, una ciudad limpia, moderna y cuidada, un tránsito ordenado, calles bien asfaltadas, y un servicio de transporte colectivo de calidad.

Pero lo que no puede ocurrir es que se descarte la herramienta Concertación, que habilitó dos gobiernos locales blancos en Montevideo, y que además no haya ningún protagonismo partidario que haga visible una opción diferente a la del Frente Amplio en la capital. Las actuales perspectivas partidarias opositoras en Montevideo parecen ir, infelizmente, por este camino.

EDITORIAL

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