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Lo que dicen y lo que hacen

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Existen dos formas de analizar la situación del Mercosur. La primera es por la retórica, las declaraciones oficiales de los presidentes y los cancilleres y las manifestaciones de buena voluntad de las cumbres. La segunda es por los hechos y las intenciones que dejan en evidencia.

La semana pasada se hizo público un documento llamado "Agenda Brasil" redactado por el presidente del Senado Renán Calheiros y compartido por el ministro de Hacienda Joaquim Levy y algunas decenas de legisladores. Su punto más saliente para el Uruguay es "Acabar con la unión aduanera del Mercosur a fin de posibilitar que Brasil pueda firmar acuerdos bilaterales sin depender del apoyo de los demás miembros del Mercosur".

Si bien desde la Cancillería brasileña se negó la intención del gobierno de abandonar el bloque, la noticia no debe desestimarse porque señala la que posiblemente sea la estrategia real, más allá de la retórica, que se propone seguir en los hechos.

Brasil atraviesa una recesión que se profundiza y a la que busca responder con nuevas políticas que le permitan volver a la senda del crecimiento. Ante este panorama suena razonable que busque una mejor inserción internacional que le permita ampliar la venta de bienes y servicios.

Como es notorio, Argentina sigue la estrategia contraria y busca disimular su estancamiento con políticas proteccionistas de muy corto plazo que impidan la debacle económica hasta las elecciones nacionales. Venezuela por su parte se encuentra en una situación crítica donde el menor de sus problemas es la relación con los países del Mercosur o la política de inserción internacional.

Brasil es consciente de que con el contrapeso y el palo en la rueda permanente de Argentina no se podrá avanzar en las negociaciones comerciales que entiende imprescindibles. El fracaso del posible acuerdo con la Unión Europea en 2 velocidades lo demostró. De allí viene la propuesta de Calheiros que aunque se desestimó formalmente revela el espíritu que anima a los norteños.

Y mientras tanto ¿qué hace Uruguay? De momento no ha habido reacción alguna pero la realidad es suficientemente contundente como para extraer algunas conclusiones. El Mercosur no saldrá de la parálisis que lo viene caracterizando en el futuro cercano y tal vez nunca. Aunque no se produzca el divorcio formal, existe una separación de hecho y debemos actuar teniendo en cuenta esta realidad. Uruguay ya ha perdido mucho tiempo lastimosamente, en espera de las negociaciones del Mercosur con otros bloques o países que nunca avanzan porque hay intereses empeñados en que suceda así. Este tiempo debió empeñarse, y debe comenzar a hacerse ahora lo más rápida y resueltamente posible, en una estrategia de apertura propia, siguiendo el mejor interés nacional.

Esto no quiere decir necesariamente, abandonar el Mercosur, es más, hoy parece sensato mantener las apariencias e incluso, si el gobierno quiere, la retórica vacía de "Más y mejor Mercosur" e invocaciones a la sacrosanta Patria Grande Latinoamericana. Pero al mismo tiempo, debemos salir a buscar oportunidades en el mundo, lo que requiere tiempo, perseverancia y profesionalismo.

Como expresó hace un tiempo el ex- canciller brasilero Celso Amorim "en el comercio internacional la monogamia no es una virtud" y esto es lo que su país pondrá en práctica y lo mismo debería hacer Uruguay. Para ello deben instrumentarse dos decisiones lo más pronto posible: integrar en forma plena la Alianza del Pacífico, que ha sido en 3 años mucho más productiva que el Mercosur en 20, y la otra es entablar negociaciones bilaterales con nuestros principales socios comerciales y los que aspiramos a que lo sean. Ya solo una actitud ciega ante la realidad puede seguir insistiendo con el Mercosur como plataforma de lanzamiento al mundo y el verso indigerible de la integración regional, como estrategia de inserción internacional. Para un país chico en el que el comercio exterior es decisivo, como es nuestro caso, no hay más tiempo para seguir perdiendo oportunidades por la ceguera ideológica de teóricos trasnochados.

Nuestro mercado debe ser el mundo; nuestro único interés el bienestar de los uruguayos; el mecanismo, la defensa de nuestra soberanía y una política exterior activa y profesionalizada. Es hora de dejar de perder el tiempo y ocuparse de estos temas de una buena vez. De lo contrario el enfriamiento de la economía será más duro y prolongado de lo que debería por no habernos animado a hacer lo que todos sabíamos que teníamos que hacer.

Editorial

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