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Un derrumbe comprensible

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El problema de fondo es el manejo del poder". Con esa sentencia contundente el analista Oscar Bottinelli, explicaba ayer en El País el derrumbe llamativo del apoyo popular a la gestión de Tabaré Vázquez.

Un derrumbe que implica que hoy menos de un tercio de la población comparta el rumbo del gobierno. Una velocidad de caída que, según Bottinelli, es mayor incluso a la que experimentó Jorge Batlle.

Y el desencanto de la gente es comprensible. Cuando se la convocó a las urnas en el balotaje del pasado noviembre la opción que se presentaba era clara, o al menos eso parecía: por un lado un candidato joven, inexperiente, con ideas de cambio y una visión reformista tentadora pero riesgosa. Por otro, un ex presidente, de edad elevada y experiencia comprobada. Un hombre ejecutivo, acostumbrado a salirse con la suya, el único capaz de poner en línea a esa olla de grillos que es la interna frenteamplista. Y que vendría a poner orden tras los cinco años de fiesta, despilfarro y mala gestión de José Mujica. El eslogan era claro, se ofrecía "un país de certezas".

El problema es que la gente no está recibiendo lo que le ofrecieron en campaña, y es natural que se sienta engañada y molesta. Estos primeros meses de gestión de Vázquez no tienen nada en común con sus experiencias pasadas, salvo su prescindencia y su proverbial lejanía de las tareas diarias de gobierno.

La famosa reforma educativa que se prometió en campaña, brilla por su ausencia. Los principales ideólogos de la misma (los que dieron la cara a la hora de pedir el voto) han salido de escena, fagocitados por la intransigencia gremial y la falta de rumbo de las autoridades. Ahí queda sola la ministra Muñoz, cada día más parecida a las caricaturas de Arotxa, y lejos del perfil de jerarca rígida y ejecutiva. Con su autoridad minada hasta el mínimo luego del ridículo episodio de la declaración de esencialidad y el fracaso en su choque con los gremios.

El encarrilamiento de la administración económica, que se suponía iba a poner en orden el equipo de Astori, terminando con el despilfarro de las empresas públicas atribuido siempre a los delirantes impulsos desarrollistas del mujiquismo, sigue siendo una promesa. Ahí están a la vista de todo el mundo las marchas y contramarchas por el Antel Arena, o las revelaciones sobre la impresentable gestión de Ancap, cuya defensa en bloque por parte del oficialismo genera aun más incredulidad sobre la supuesta autoridad de esta nueva gestión.

Pero hay datos más reveladores. Por ejemplo, el lamentable panorama que se da día a día desde el partido en el poder, con legisladores que desafían abiertamente a su dirigencia, con jerarcas que marcan perfiles sin importar el rumbo prometido en campaña, con peleas públicas entre figuras. Todo lo cual da la sensación de que no hay un timonel firme al mando del buque.

A esto hay que sumar el hecho, hoy ya asumido por todo el país, de que el gobierno tiene un doble comando. El ex presidente Mujica lejos de desaparecer de escena y dejar gobernar a su sucesor, se esta convirtiendo cada vez más en un poder paralelo, que anclado en su fortaleza a nivel del Parlamento, marca la cancha y condiciona de manera ostentosa el rumbo que pretende imponer Vázquez. Que se haya ido de gira a Francia justo coincidiendo con la visita oficial del Presidente, parece ya un desafío escandaloso a Vázquez. Y que ahora anuncie que deja su banca para dedicarse al proselitismo y a recorrer el país, es otra señal contundente de que no piensa aflojar la presión sobre la gestión actual. Vale recordar la afirmación de Mujica sobre Astori y sus complicaciones fisiológicas, para saber que la tan mentada fraternidad en el Frente Amplio, solo disimula enconos y odios internos, que están saliendo cada día más a la luz.

Como si esto fuera poco, los amigos de afuera no ayudan mucho. El gran anuncio de Vázquez del acuerdo con Venezuela para salvar a la industria láctea, ha terminado en un papelón, en el cual tras meses de impago, el presidente tuvo que llamar personalmente a su colega Maduro para que al menos depositara un porcentaje mínimo del dinero acordado. El proceso de desgaste acelerado de los amigos "progre" en Argentina, Brasil y Chile, está golpeando también el aura internacional del gobierno.

Ante todo esto, parece evidente la causa del desbarranque de la popularidad de Vázquez, a menos de un año de asumir el poder. La duda es si una vez aprobado el Presupuesto, veremos al Vázquez que se ofreció en campaña, o si seguiremos en esta letanía y en este tironeo de grupos de presión, a ver quién se sale con la suya. Todo, como es evidente, a costas de la gente de a pie.

Editorial

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