Publicidad

Cultura, política y elecciones

Compartir esta noticia

El debate político se ha agitado en las últimas semanas azuzadas por encuestas que muestran una pronunciada caída en la intención de votos del oficialismo y el interesante debate sobre cómo se prepara la oposición para el desafío electoral y eventualmente el de gobernar.

Las encuestas a tanta distancia de las elecciones sirven más para entretener ansiosos que para presagiar qué puede pasar dentro de más de 3 años. La discusión al interior de la oposición sí es más relevante, porque en esa discusión se juega no solo su suerte electoral sino la de hacer un gobierno que valga la pena.

Hay otro tema que no suele entrar en estos debates que sin embargo es la clave de todo desenlace electoral, que es el debate de ideas, el predominio cultural y el sentido común político y económico dominante. Perder de vista por una o dos encuestas que dan al Frente Amplio hundido, que el sentido común del uruguayo sigue estando más alineado con lo que dicen los dirigentes frentistas que lo que afirman los opositores, es perderse la película por leer los subtítulos.

Le guste o no a algunos dirigentes de la oposición, existe una suerte de bloque opositor. Su suerte electoral estará determinada en buena medida por su capacidad de concertar y en esto aciertan tanto Larrañaga cuanto Novick, mientras Lacalle Pou insiste en que es demasiado pronto. Pero esta es una condición necesaria aunque insuficiente.

La oposición, con escasas y honrosas excepciones, ha abandonado la batalla cultural y lo que intenta es pegarle al Frente Amplio por sus errores más groseros, Pluna o Ancap por ejemplo, y hay tendencias a mimetizarse con su discurso socialdemócrata, tan al gusto de un país que en términos culturales sigue siendo esencialmente batllista.

Este es un craso error y más si a la oposición y en especial a los blancos, les gana un espíritu triunfalista por algo tan efímero como dos encuestas (a tres años de la próxima convocatoria electoral) o el actual estancamiento económico. ¿Si la situación mejora hacia 2019 qué tendería a pasar con las encuestas? Volverá a predominar la pertenencia y la identificación de buena parte del Uruguay con el discurso frentista y el oficialismo se ubicará peligrosamente cerca de obtener un nuevo triunfo electoral.

Todo el país sabe que el Frente Amplio podrá ser un desastre gobernando, tener casos sonados de corrupción incluso y dirigentes con patente de corso, pero al final del día se alinea y muchos uruguayos, aún bajo protesta, lo terminan votando porque representa mejor su sensibilidad y su cosmovisión del mundo.

La oposición mientras tanto intenta parecerse al Frente en vez de dar la pelea en el discurso ideológico. Aquí hay un primer error que es negar que existen las ideologías o las visiones de la realidad. Nadie es pragmático en el vacío y cuidado en el caso de esos gobernantes si es que existen. Hay detrás de todo político, sector o partido que se precie una concepción de ser humano, de sociedad y del mundo, al menos. Y la zambullida al discurso socialdemócrata es un atajo pero no la respuesta al triunfo de la oposición.

Es todo caso lo que termina haciendo la oposición si adopta un discurso de centro izquierda, desideologizado o socialdemócrata es darle la razón al Frente Amplio y le amplía su dominio cultural, lo que puede ser letal hacia 2019.

El trabajo en el terreno cultural es casi inexistente entre los dirigentes de la oposición y este es un punto que no deberían descuidar porque los cambios culturales son lentos y complejos. El abandono masivo de las ideas liberales, que en todo caso se asumen con subterfugios y con vergüenza, es un boleto seguro al despeñadero.

Esta tarea le debería corresponder fundamentalmente al Partido Nacional que es el que históricamente ha sido más afín a estas ideas antiestatistas, antiproteccionistas y de profundo optimismo en la capacidad creadora de los uruguayos. También es un discurso que por momentos tuvo el Partido Colorado. El que hace poco invitó a Gerardo Caetano a su casa para que explicara qué es el batllismo y recomendarles que deben ser más estatistas y proteccionistas. Un buen consejo para asegurar el triunfo del Frente Amplio de parte de un frentista.

Lo lastimoso es que hoy todos quieren ser socialdemócratas, nacionales y populares y así se solidifica el discurso frentista que se siente en su salsa en ese debate contra blancos y colorados.

Es tiempo de entender que la batalla de ideas es parte fundamental de la lucha política y en este punto la oposición viene mal, tan mal como el gobierno del Frente Amplio.

EDITORIAL

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad