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¿Otro corredor Garzón?

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El proyecto del Intendente sobre 18 de Julio, despierta dudas. Como ¿qué pasará con el tránsito en las vías paralelas a 18 (que ya son caóticas) en las horas pico si al caudal de autos, en vez de generarles nuevas vías, se les reducen las existentes.

El anuncio este mes del proyecto de la Intendencia de Montevideo para reformar 18 de julio recibió variados comentarios de expertos y ciudadanos. Indudablemente, de concretarse, sería un cambio muy importante para la principal avenida de nuestra capital, que conllevaría cambios drásticos en la circulación hacia y desde el centro y la ciudad viaje para el este del departamento.

De acuerdo con lo anunciado, se proyecta prohibir la circulación de automóviles por 18 de julio, se extenderían casi 3 metros las veredas, se dejarían 2 carriles para los ómnibus y un carril central para bicicletas. Una vez presentado el borrador de la propuesta muchas incertidumbres asaltaron a los sufridos ciudadanos de Montevideo.

La primera y muy razonable dada la experiencia es si es solo un proyecto más de los cientos que ha presentado al Intendencia de Montevideo en el último cuarto de siglo y que quedan en la nada o si efectivamente esta vez sí se concretará. La experiencia llama a ser prudente, se han anunciado varias veces "planes directores" de limpieza que no cambiaron absolutamente nada, "planes estratégicos" de tránsito sin ningún resultado, anuncios de obras de infraestructura que brillan por su ausencia, entre otros.

Entonces el escepticismo con que mucha gente recibió la noticia no puede llamar la atención. Son demasiados años (y lo que va del período del actual intendente también, por cierto) de una inutilidad contumaz para resolver problemas que ciudades mucho más grandes y complejas que Montevideo han logrado resolver.

Solo a modo de ejemplo, con un poco de voluntad sincronizando los semáforos de las principales arterias se podría agilizar mucho el tránsito y esto que es tan simple y sencillo resulta imposibles para el Intendencia de Montevideo. La ciudad sigue siendo un basural en cada esquina, los espacios públicos están descuidados y sucios y mientras que los conflictos sin fin con Adeom se prolongan, las soluciones nunca llegan. Eso sí, anuncios de nuevos planes que solucionarán el problema en poco tiempo nunca faltan, con mucha prensa y saladitos.

Después existen otras dudas razonables sobre la capacidad de la Intendencia para realizar una obra medianamente compleja. Nadie puede olvidar el fenomenal fracaso del corredor Garzón, la peor obra jamás concebida y ejecutada de la historia del país. No solo nos salió varias decenas de millones de dólares a los montevideanos, sino que terminó logrando empeorar el tránsito en la zona, construir una terminal que hoy está vacía y, lo peor de todo, provocar muertes evitables por los numerosos accidentes que se produjeron producto del desastre que fue esa obra.

Nunca hubo un pedido de disculpas, ni un mea culpa por parte de la Intendencia, simplemente se siguió como si nada. Cuesta creer que pueda existir tanta inutilidad por parte de la institución internacional que dio el préstamo para ese mamarracho, de los técnicos que la planificaron y ejecutaron y de las autoridades políticas de la Intendencia, por supuesto, que son los principales responsables.

También vale recordar el estrepitoso fracaso del actual intendente Daniel Martínez en su "gestión" como presidente de Ancap. Como han recordado varios dirigentes de la lis 711 del Frente Amplio por estos días, muchas de las peores decisiones que llevaron a la quiebra a Ancap se tomaron durante la presidencia de Martínez, que es tan responsable como Sendic de haber llevado casi a la destrucción a la principal empresa del país, que no compite contra nadie y que fija el precio que quiere. De Ripley.

El proyecto en sí también despierta dudas. ¿Qué pasará con el tránsito en las vías paralelas a 18 de Julio (que ya son caóticas) en las horas pico si los autos no van a poder circular? ¿Cómo harán los ciclistas para acceder a la vía central para transitar rodeamos a ambos costados por las vías de ómnibus? ¿Cómo harán para doblar, entrar o salir? ¿Cómo cruzarán las peatonales que se suponen se llenarán de gente por el atractivo turístico de la obra? ¿Por qué se piensa que estás ciclovías van a ser usadas si las que ya se instalaron en otras vías de la ciudad no ven una bicicleta ni de casualidad?

En fin, es una obra que genera demasiadas dudas, porque la Intendencia se ha ganado en buena ley el descrédito de los montevideanos, y por cierto también el Intendente que, aunque aparezca todos los días en los noticieros con notas de color, no puede ocultar el brutal fiasco que viene siendo su administración.

EDITORIAL

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