Publicidad

China y nosotros

Compartir esta noticia

La República Popular China es una dictadura gobernada por el Partido Comunista. Abrazó el sistema económico capitalista a finales de la década del setenta y, sobre todo en este siglo XXI, luego de su ingreso en 2001 a la Organización Mundial del Comercio, se transformó en un motor importantísimo del comercio internacional. Hoy en día es la segunda potencia económica mundial y el país más poblado, con sus más de 1370 millones de habitantes.

Para Uruguay es un destino fundamental de exportaciones de productos primarios. Además, para mucha gente de izquierda, el protagonismo de China en la escena internacional significa un contrapeso importante para el liderazgo de Estados Unidos. Así, por ejemplo, uno de los argumentos de la pasada oposición al acuerdo en comercio de servicios (TISA) por parte de muchos intelectuales de izquierda y de la inmensa mayoría del Frente Amplio, así como de su actual oposición al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), es que en ninguno de ellos participa China.

El mismo razonamiento de limitación de la hegemonía estadounidense seguramente llevó a la Universidad de la República a firmar un convenio con la universidad de Qingdao, que busca promover a partir de 2017 clases de idioma chino en nuestra universidad con la asistencia del Instituto Confucio. China donará 3.000 libros y 150.000 dólares para iniciar esos cursos.

La historia reciente de China es algo que se conoce poco y mal. La mayoría de los niños y adolescentes que serán los futuros ciudadanos del país solo accede a un conocimiento sumario de la historia del mundo cuando cursa educación primaria. En efecto, sabido es que la mayoría de los jóvenes no termina secundaria y que los que llegan a cursar tercero y cuarto de liceo no siempre tratan estos temas en historia por lo extenso de los programas. Así las cosas, para estudiar sobre "Historia y construcción de la ciudadanía", los escolares de sexto año cuentan con un libro de texto editado por Santillana que era, al menos hasta el año pasado, uno de los más vendidos de plaza.

Allí hay una sintética presentación de "la China de Mao". Se menciona el Gran Salto Adelante que se lo define así: "En 1958 se inició un programa de estímulo a la productividad en el que se concentró el esfuerzo del gobierno y los trabajadores durante varios años". En 2012 por su parte, fue traducido al castellano el extenso trabajo del historiador White, El libro negro de la humanidad. Allí se cita al Premio Nobel de Economía Amartya Sen para narrar que China experimentó una gigantesca hambruna entre 1958 y 1961 a causa de las políticas de Mao en tiempos de ese Gran Salto Adelante. Se calcula que murieron unos 30 millones de chinos. "Fue un monumental derroche tanto de recursos naturales como de esfuerzo humano, único en la historia del mundo", señala White.

Al pasar, el texto escolar de Santillana subraya que "existían tensiones políticas dentro y fuera del país. Dentro de China había malestar por el excesivo centralismo del presidente Mao".

Cualquiera que lea esto creerá que solo hubo alguna tensión política y "malestar". No se hace ni una sola mención al régimen de terror que condujo Mao en China. Sin embargo, en el libro de White queda claro que "los estragos que causó en el interior de un solo país hacen de Mao, casi sin lugar a dudas, el individuo más mortífero de la historia".

Nuestro principal problema en educación pública no es solamente que entre el 30 y el 40% de los niños que terminan primaria no alcanzan a leer con fluidez, lo que ya de por sí es gravísimo. También se encuentra esta otra dimensión muy importante que hace a la formación ciudadana y al conocimiento de lo que ocurrió realmente en la historia internacional del último siglo. Porque se miente descaradamente a los estudiantes. En particular, se miente en todas las descripciones que narran lo ocurrido bajo las dictaduras comunistas del siglo XX: nunca se informa acerca de lo que fue el infierno cotidiano que en realidad vivieron los pueblos que sufrieron esos regímenes de opresión.

En este esquema ideologizado no es de extrañar entonces que a la Universidad de la República le parezca más importante enseñar chino que lograr que todos sus estudiantes utilicen bien el inglés, cuando en realidad en la propia China más de 350 millones de sus habitantes manejan hoy esa lengua para sus relaciones internacionales.

China es y será para nosotros muy relevante comercialmente. Importa conocerla bien y no mentirnos sobre su historia.

EDITORIAL

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad