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Una carrera política frenada

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El anuncio de que Raúl Sendic no competirá en las elecciones internas del Frente Amplio se produce después de las denuncias por la bancarrota de Ancap y la seguidilla de errores del vicepresidente de la República.

El senador Marcos Otheguy informó que su líder político, Raúl Sendic, no competirá en las elecciones internas del Frente Amplio y que se dedicará a reconstruir su imagen pública. Este anuncio confirma una pausa en la meteórica carrera del vicepresidente de la República, quien hasta hace un par de años aparecía como el dirigente con mejores perspectivas de futuro dentro de la izquierda.

En una entrevista de prensa Otheguy dijo que el frenazo de Sendic fue causado por la campaña en su contra que incluyó un "ataque furibundo" desde las propias filas del partido de gobierno. Según el senador, correligionarios y opositores se lanzaron al unísono contra él "al observarlo como el recambio generacional más claro en el Frente Amplio". Con este relato el traspié del vicepresidente no sería culpa suya sino ajena

Esa interpretación es errónea porque lo que el entrevistado omite es que fue Sendic quien se encargó de cortarse los pies con desatinos como su gestión en Ancap y el escandalete del título de licenciado nunca exhibido, por citar los dos episodios más resonantes de su trayectoria reciente. Claro que sin citar esos y otros gazapos podría presentarse a Sendic como víctima de un complot tramado por frentistas, blancos, colorados e independientes. Y, por supuesto, con la prensa como cómplice.

Diputado de imperceptible paso por la cámara, saltó a la conducción de Ancap con la carta blanca que José Mujica le extendió para moverse a sus anchas en la mayor empresa del país. Los balances del ente petrolero atestiguan el desquicio creado bajo su batuta, algo que hablando en plata costó 800 millones de dólares más la sospecha de diversas irregularidades que la justicia investiga. Llamado a explicar las razones de la bancarrota el sedicente licenciado invocó excusas varias entre ellas las variaciones del tipo de cambio y la retribución de los pisteros, lo que no convenció. Tanto fue así que el Frente Amplio hizo una excepción a su negativa a las comisiones investigadoras y habilitó una para saber qué pasó en Ancap. Nada bueno, por cierto.

Mientras el desastre de las cuentas del ente aún se desconocía, Sendic acometió las internas frentistas. Su eslogan fue "El Uruguay que queremos", casualmente el mismo que la agencia publicitaria La Diez —ahora bajo la lupa de la justicia— utilizaba para Ancap. Ante las denuncias por el eslogan, el candidato replicó que era una frase común y que podía usarla, pero su argumento no cayó bien.

Tampoco gustó el despliegue de su fundación, "Propuesta Uruguay 2030", organizando conferencias, trayendo invitados extranjeros y reuniendo a políticos, empresarios y sindicalistas en una seguidilla de actos costosos que ningún otro político pudo realizar. Así, la lista 711 alcanzó con propaganda una visibilidad nacional que opacó a los grupos políticos más fuertes de la coalición de izquierda. Los recursos parecían sobrar, en especial cuando desde el grupo de Danilo Astori se dijo que Sendic "había comprado con dinero" el pase a sus filas del hoy intendente de Salto.

Como era previsible el éxito coronó tan onerosa campaña. Rápidamente Sendic fue colocado como compañero de Tabaré Vázquez "para aportar juventud y renovación a la fórmula", según se proclamó. Pasadas las elecciones, en tanto empezaban a filtrarse datos del desastre de Ancap, el flamante vicepresidente iniciaba una cadena de errores. Primero con sus intentos de justificar lo injustificable respecto al ente y después acumulando pifias de todo tipo.

Ese listado incluye su lío con Venezuela y con Nicolás Maduro que lo tildó de "cobarde" sin merecer su condigna respuesta. Después, mientras era acosado por lo de Ancap lanzó desde México su célebre apotegma "si es corrupto no es de izquierda", que resultó menos que convincente. Puesto a viajar por el mundo, su periplo a Zambia en una delegación parlamentaria salió tan caro y fue tan confuso que aún se lo recuerda para mal. Erró al acercarse al kirchnerismo vía Axel Kicillof, ministro de Economía de Cristina Kirchner, enemiga de Uruguay. En su intento por rebatir las acusaciones que le llovían, desde el exterior atacó a la prensa uruguaya ("un poder fáctico que tenemos enfrente"). Últimamente ganó más críticas por decir que "las cuentas no cierran pero se vive mejor".

Su situación empeoró cuando en medio de acusaciones por lo de Ancap procedentes del Frente Amplio y de la oposición salió a hablar de su presunto título de licenciado, aquel que prometió mostrar pero que nadie vio a excepción de Lucía Topolansky. Sin duda, es el momento adecuado para frenar su carrera.

EDITORIAL

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