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Se buscan inversores

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Queremos lo mejor para nuestro país y toda inversión es bienvenida. Pero los antecedentes de un gobierno que ahora quiere ganar el tiempo que retrasó por objetivos electorales, no son los mejores.

Una visita presidencial al exterior siempre debe ser evaluada positivamente. En particular, cuando se realiza a la principal potencia europea liderada por una mujer que ha demostrado un temple ejemplar en tiempos en que el mundo y la vieja Europa se enfrentan a cambios radicales.

Más importante aún, cuando la visita se ha fortalecido con la presencia de una nutrida delegación de empresarios representantes de diversas actividades, tanto en el ámbito de la producción de bienes como de servicios.

Es sabido por otra parte, que los resultados de los importantes encuentros realizados no se verán en el corto plazo y que todo depende de la credibilidad que nuestra economía tenga fuera de fronteras y de las oportunidades que surjan de las inquietudes del sector privado por proseguir los contactos y las alianzas estratégicas necesarias.

En estos temas no pueden existir discrepancias. Y muchas de las normas vigentes son facilitadoras de inversiones y de acuerdos de doble tributación como el celebrado con la República Federal Alemana durante el gobierno del Partido Nacional.

Así se entendió en tiempos que se aprobaron las leyes de Zonas Francas, de Inversiones, de incentivos a la forestación y la revolucionaria Ley de Puertos y los regímenes especiales.

Sin embargo, vale la pena recordar los criterios diferentes que el Frente Amplio desarrolló en la discusión de esas leyes que no contaron con su apoyo. Basta recordar que el Tratado de Inversiones y doble tributación con Alemania fue votado negativamente por la bancada del Frente Amplio y que sus fundamentos fueron expuestos por el actual Ministro de Economía Danilo Astori, en ese entonces senador de la coalición. Afirmó en esa oportunidad que ni ese Tratado ni ningún otro obtendrían una posición favorable del Frente Amplio.

Los años pasaron y el Frente Amplio va camino a cumplir quince años al frente del gobierno nacional.

Obviamente, tiempo ha tenido para modificar o derogar ese Tratado y aquellas leyes. Y sin embargo no lo hizo. Es más, aplicó esas normas con total naturalidad, al punto que han sido la columna vertebral de su estrategia para atraer inversiones.

Cierto es que podrían haber cambiado de opinión porque las circunstancias son otras y las realidades que se viven lejos están de ser las mismas. Pero ¿todos los argumentos desarrollados en contra no justifican que alguna explicación debería darse?

¿La coherencia no es acaso una de las virtudes políticas más reñidas con la demagogia? ¿Era necesaria tanta cortedad de miras de una oposición que no quiso otorgar una mínima concesión a leyes que aplica hoy desde el gobierno como si hubieran sido su iniciativa?

El eterno dilema es que el crecimiento depende de las reformas y que los que más reclaman crecimiento son los que más han entorpecido las reformas. ¿Cuáles son las preguntas básicas de cualquier inversor? Pues qué presión tributaria existe sobre la producción, qué ambiente de negocios puede alentar un Estado con empresas monopólicas que aumentan sus tarifas sin tener en cuenta sus costos, y por último, cuál es el grado de conflicto laboral en el país y qué impacto tiene hacia el interior de una empresa.

Respuestas claras y sinceras sobre estos tópicos hacen a nuestro mercado menos que atractivo.

Y si surge alguna oportunidad como la inversión de UPM, empresa que conoce nuestra realidad, al menos se le debe ofrecer una infraestructura física moderna que no afecte su competitividad como lógicamente reclama. Los mil millones de dólares que faltan, fueron dilapidados en el marco de un populismo alentado por proyecto socialista más que fracasado.

Queremos lo mejor para nuestro país y toda inversión es bienvenida. Pero los antecedentes de un gobierno que ahora quiere ganar el tiempo que retrasó por objetivos electorales, no son los mejores.

Los inversores solo tienen que constatar que durante el poco tiempo que queda de este gobierno, la oposición actúa de otra manera y muy poco le costará volver a recorrer el camino de la coherencia y de la estabilidad macroeconómica.

EDITORIAL

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