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La bancarización forzosa

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Este proyecto encaja dentro de una visión orwelliana de la sociedad en la que el Gran Hermano todo lo vigila y vida y hacienda de las personas quedan bajo escrutinio de burócratas y políticos sin ninguna razón que lo avale.

En los últimos días se ha debatido mucho sobre la "inclusión financiera", en buen romance, la bancarización, que lleva adelante el gobierno con entusiasmo digno de mejor causa. Más allá de las diversas opiniones que se han confrontado, vale la pena analizarlo a la luz de la realidad de nuestro país, qué fines se propone y sus posibles resultados.

Para calibrar la importancia que le da el gobierno a este tema, nada mejor que recordar la entrevista que le realizó hace unos días el periodista Emiliano Cotelo al Ministro de Economía Danilo Astori. Ante la consulta de diversas opiniones que manifestaban que el gobierno se había quedado sin agenda y no tenía ambiciones Astori contestó, naturalmente, que no era así y al ser repreguntado sobre qué planes importantes se estaban desarrollando el Ministro, luego de quedar en blanco, contestó que la inclusión financiera.

Toda una manifestación del páramo de ideas y proyectos que han caracterizado este tercer gobierno del Frente Amplio. Si faltaba algo para terminar de convencerse de que no tiene agenda ni que nada importante se hará en lo que queda de la administración es saber que el propio Ministro de Economía piensa que lo más importante que tiene el país por delante es el proceso de bancarización.

También es una demostración de lo alejadas que están las preocupaciones del gobierno de las de la gente. Para cualquier uruguayo con los pies en la tierra los principales problemas del país son la educación, la seguridad, el desempleo, la salud, el acceso a la vivienda, entre otros, pero para ninguno es un problema la bancarización. Sin embargo, para nuestro Ministro de Economía esta es la principal preocupación y el principal tema en la agenda del gobierno. Un verdadero disparate.

Quizá la explicación sea que el gobierno tiró la toalla con los temas que verdaderamente importan, y por eso no tiene más remedio que quedarse con aquellos en los que a nadie se le va la vida, o peor aún, les complican la vida a las personas. Y es que el problema no es solo que desatienden los asuntos vitales por una preocupación tecnocrática, sino que lo hacen a la fuerza, obligando a la gente a que utilice medios electrónicos.

Este es un tema central, porque como manifestó recientemente el senador Luis Lacalle Pou, está en juego la libertad de las personas. Es evidente además, que los fines expuestos por el gobierno detrás de esta iniciativa no son los edulcorados que enuncian con un patriotismo exaltado como si volvieran de la guerra. No son los uruguayos de a pie quienes se benefician de esta arremetida contra la libertad de elegir los medios de pago, son las instituciones financieras y la Dirección General Impositiva.

Este proyecto encaja dentro de una visión orwelliana de la sociedad en la que el Gran Hermano todo lo vigila y vida y hacienda de las personas quedan bajo escrutinio de burócratas y políticos sin ninguna razón que lo avale. No es para beneficiarnos es para controlarnos mejor ya que invirtiendo la razón del Estado de Derecho todos somos culpables hasta que se demuestre la inocencia.

Por si fuera poco, este proyecto desconoce las realidades de algunos barrios de Montevideo y de vastas zonas del interior donde la bancarización forzosa les complica la vida a las personas. Y esto ha dado lugar a comisionistas y personas que lucran con los problemas que el Estado en su afán totalitario cuelga del pescuezo de los uruguayos sin remordimiento.

La bancarización, en tanto proceso voluntario no tiene nada de malo, es más, acarrea algunas ventajas para los usuarios. Puede ser más seguro y más práctico, por ejemplo, pero eso debe ser una decisión de cada persona. Algo tan elemental como de qué forma paga sus cuentas o compra lo que guste cada persona es parte de lo que puede y debe decidir por sí mismo, ya que no hay ningún delito en esta materia.

Pero la bancarización forzada del gobierno es, además de la demostración palmaria de la falta de objetivos importantes para este período de gobierno, un ejemplo más de cómo con términos marketineros como "inclusión financiera" en realidad nos están obligando a punta de pistola a usar tarjetas de crédito o de débito, sea que nos convenga o no. Ante la falta de rumbo, malas ideas para jorobar a la gente es el resumen de este curioso asunto, que es la razón de todos los desvelos para el actual gobierno.

EDITORIAL

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