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Los afrodescendientes hoy

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La mayoría de los casos de discriminación que fueron denunciados en lo que va del año ante el Ministerio de Educación y Cultura fue por razones raciales. Según el Censo 2011 hay algo más de 255.000 personas, 8,1% del total del país, que se declararon afrodescendientes. ¿Cómo viven en comparación con el resto?

Es una población que no está uniformemente desplegada en el territorio nacional. En el norte es donde hay una proporción mayor, sobre todo en los departamentos de frontera con Brasil: Artigas (17,1%) y Rivera (17,3%). Y hay cuatro departamentos en los que la proporción de afrodescendientes es mayor que la media nacional: Cerro Largo (10,9%), Tacuarembó y Salto (9,9%), y Montevideo (9,1%).

En la capital, la distribución espacial concentra afrodescendientes en zonas específicas de la ciudad que coinciden con los barrios situados en la periferia urbana. La proporción de población afrodescendiente es sistemáticamente menor a 5% en los barrios costeros, como por ejemplo en Carrasco, Punta Gorda, Pocitos y Punta Carretas. Pero llega a ser entre un quinto y un séptimo del total de la población de algunos barrios que conforman el cinturón de pobreza de la capital, como Casavalle, Casabó, Punta Rieles, La Paloma, Nuevo París y Pajas Blancas.

En su distribución por edades, por un lado la población afrodescendiente presenta una proporción de adultos mayores (65 y más años) significativamente menor que la población no afrodescendiente. Mientras que el grupo de 65 y más años representa el 14,4% en la población no afrodescendiente, dentro de la población que sí es afro este grupo alcanza solamente el 8%. Por otro lado, en el grupo de los más jóvenes, entre 0 a 14 años, llega al 25,2% entre los afrodescendientes, pero es menor al 22% entre las personas no afrodescendientes. En definitiva, la población afrodescendiente presenta una estructura con un peso demográfico de la población infantil moderadamente mayor y con una menor importancia relativa de adultos mayores al compararla con el resto de la población.

El Censo de 2011 mostró también que las mujeres afrodescendientes inician más tempranamente la etapa de tener familia en sus vidas. Hay una alta proporción que incluso experimenta el nacimiento de su primer hijo durante el período de la adolescencia. Una de cada dos mujeres afrodescendientes uruguayas entre 20 y 24 años había tenido al menos un hijo al momento del censo, a diferencia de las mujeres no afrodescendientes en donde la proporción a esa edad es solo de una de cada tres. Las mujeres afrodescendientes exhiben pues, una fecundidad más temprana y elevada que la del resto de las mujeres.

En lo que refiere al nivel de educación, es sabido que a partir de los 12 años la proporción de personas que asisten a un establecimiento educativo desciende. Pero es menos conocido que a partir de esa edad también se empieza a ampliar en paralelo la brecha entre los adolescentes afrodescendientes y el resto de la población adolescente del país. Así, mientras que uno de cada dos jóvenes de 18 años ha dejado de asistir a la educación formal en el total de la población, entre los afrodescendientes esta proporción asciende a dos de cada tres jóvenes. Este fenómeno de abandono escolar precoz por parte de la población afrodescendiente se vuelve una condicionante para su posterior inserción en el mercado laboral y la coloca en una situación de clara desventaja con relación al resto de la población.

No es de extrañar entonces, que la proporción de afrodescendientes con al menos una Necesidad Básica Insatisfecha (NBI) sea más importante que en el resto de la población. Mientras que entre la población no afrodescendiente el total de personas que sufre al menos una NBI es de 32,2% del total, entre las personas con esta ascendencia la proporción supera la mitad del total y alcanza el 51,3%. En el mismo sentido, la tasa de pobreza de la población afrodescendiente es más del doble que la del resto: en 2012, los datos son 27,2% contra 12,4% respectivamente.

Todos estos datos permiten concluir que según el Censo de 2011 la situación social, educativa y económica de los afrodescendientes es peor que la del resto de la población uruguaya. Y en estos cinco años no hubo una aplicación de políticas concretas que cambiaran esta realidad. Igualar oportunidades es una de las materias pendientes que seguimos teniendo. No hay que dejarse engañar por el espejo de la autocomplacencia que quiere hacernos creer que vivimos en un país de primera con oportunidades para todos.

EDITORIAL

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