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Wilson

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La película

@|He tenido el placer de ver el film “Wilson” de Marcos Gutiérrez. Me gustó enormemente, me pareció magnífico y excepcional. Está a la altura de su personaje central.

Sería ocioso a mi juicio, especular ahora acerca de cual sería la posición de Wilson en la actualidad. Recuerdo que hacia fines de los sesenta tenía una audición radial que solía escuchar, en la cual fustigaba sin cesar al Batllismo por su estatismo y su dirigismo. Luego, en la campaña electoral siguiente adoptó un programa estatista, dirigista y socializante. Hoy, no sabemos en donde estaría parado si viviera. Mi intuición es que como era muy inteligente, habría cambiado con la realidad. Los beocios son los que no cambian jamás. Wilson había acunado en los sesenta una frase significativa: “hay un sagrado derecho de fundirse”. Es el meollo del liberalismo económico.

WFA no era indiferente para nadie de los que vivíamos en aquellos tiempos. Se lo quería, se lo admiraba o se lo detestaba. Su carisma y su simpatía eran las razones por la que era querido a pesar de ser brillante, buen mozo y acaudalado. No son precisamente cualidades que predisponen a ser querido o estimado, sino mas bien todo lo contrario. A mi lo que mas me atraía de Wilson es que era un criollo de ley, por encima de todo.
Lo conocí en 1964 y algo rarísimo, tengo una foto tomada entonces, en la que estoy sólo con él.

En el film de Gutiérrez, no se desarrolla en profundidad a mi juicio, un período clave de la trayectoria del líder, el período que va de noviembre de 1971 a junio de 1973. En ese período esencial de su peripecia política, WFA afectado profundamente por el resultado electoral adverso de noviembre de 1971, fustigaba sin piedad al Gobierno de Juan María Bordaberry.
En particular, sus ataques iban dirigidos a los socios blancos de Bordaberry, a los que calificaba de “blancos baratos”.

Mientras tanto, había aparecido en el escenario un nuevo actor, que estaba destinado a ocupar los primeros roles: las Fuerzas Armadas.

La clase política casi en su totalidad, no estaba preparada para lidiar con esa potencial amenaza a las instituciones y al régimen democrático. Por lo tanto, su respuesta colectiva no estuvo a mi juicio, a la altura del desafío. Por supuesto que no era nada sencillo lidiar con esa amenaza.

En el caso, tal vez el temperamento pasional de Wilson, le jugó una mala pasada. Tal vez le faltara entonces la frialdad del cálculo maquiavélico.
Luis Alberto de Herrera, quien era según mi tío Benito Medero un “pedazo de hielo” reaccionaba con calma ante los numerosos desafíos que tuvo que enfrentar en su vida política y existen numerosos ejemplos de ello. Pero también es verdad que nunca tuvo que enfrentar un desafío de esa magnitud.

Un aspecto fundamental que queda claro en el film a través de la intervención del dirigente sindical Luis Iguini, es porqué la izquierda participó del Pacto del Club Naval. Es que tenía 4.000 militantes presos. La izquierda no podía esperar un año o dos mas para liberarlos.
Por último lo que más me emocionó del film fue la respuesta de Wilson a una pregunta de César di Candia acerca de si haciendo un balance de su carrera política, con todos los sinsabores que le acarreó, igual había valido la pena. Wilson le respondió magníficamente diciéndole que el balance era negativo en esos términos, pero que al salir de la prisión en Flores para dirigirse al acto de la explanada Municipal y ver como a lo largo de la carretera se encendían en todos lados fogatas y los paisanos salían a saludarlo, se había dado cuenta de que todo había valido la pena. Esa fue su victoria, entonces. La otra, la mas importante, es su perduración en el tiempo a través del recuerdo.

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