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¡Viva el Rey y Cataluña libre!

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Los nacionalismos

@|Quizás a muchos de mis buenos amigos españoles no les guste esta columna, pero el nacionalismo de cualquier lado -de ambos lados- es malo, y hay que decirlo, porque pretende que “la Nación” está por encima de la persona.

Un buen termómetro es el mercado -las personas actuando libremente- que no se inclina por fanatismos ni politiquería, sino por la eficiencia, por “argumentos” que mejoran la calidad de vida, la vida. El panorama es dantesco según la patronal Foment del Treball. Hay “centenares de empresas” que abandonan o planeando abandonar su sede catalana, aunque en algunos casos solo sea un cambio de domicilio legal. Y, además, se están fugando capitales.

Los motivos son la inseguridad que provoca un proceso “independentista” desordenado y permanecer en la zona euro de la que quedaría fuera Cataluña “independiente”. Entre estas empresas están Abertis, CaixaBank, Sabadell, Planeta, Adeslas, Oryzon, Catalana Occidente, Cellnex, Lleida.net, GVC Gaesco, Torraspapel, Agbar, Ballenoil, Arquia Banca, Fenosa, Mediolanum, Eurona, Service Point…

Y sigue la interminable lista de compañías que suman el 50% de PIB catalán, que supera los € 210.000 millones, un 20% del de España. Solo las empresas con sede en Cataluña que cotizan en el Ibex valen en Bolsa más de € 90.000 millones. Cuando recrudeció esto de la independencia, por caso, las acciones de CaixaBank cayeron más de 2,2% pero al conocerse el traslado a Valencia recupero € 1.385 millones en la bolsa.

Claramente, para el mercado (las personas actuando sin ideologismos ni fanatismos) la “independencia” en estos términos es contraproducente. Un argumento de los “independentistas” es que se ha votado y debe respetarse la democracia. Suponiendo que fuera cierto, ¿qué pasa con quienes quieren ser españoles? Es esto la democracia, que la mayoría en unas elecciones supuestamente racionales y libres puede obligar -fuerza de por medio, violencia- a la minoría.

Esta “independencia” es la de los políticos catalanes respecto de los de Madrid, porque todo indica que el ciudadano no será más independiente, ni más libre y quizás lo sea menos. Y cuando decimos más libre no hablamos de ideologías o fanatismos sino de que primero están las personas y dejarlas libres -no violentarlas ni forzarlas contra su voluntad- significa no coartar el máximo desarrollo de su natural potencial.

Como he escrito en otras oportunidades, el paradigma de “gobierno” de las repúblicas modernas es falso ya que se basa en el monopolio de la violencia porque, supuestamente, sería imposible la autoridad sin capacidad de forzar las “leyes”. Pero según Aristóteles, “la violencia se opone a lo voluntario como a lo natural”. De donde, la “autoridad” basada en la violencia, al oponerse a la naturaleza de las cosas, solo destruye.

Ahora, como los reyes europeos “reinan, pero no gobiernan”, podrían ser mejores conductores. Es el “poder blando”, que describe Joseph Nye, en ‘Soft Power: The Means to Success in World Politics’ (2004). Las sociedades no existen gracias a un Estado con “poder” policiaco capaz hacer cumplir sus “leyes”, sino porque naturalmente el hombre tiene vocación social y es moral: si todos salieran a robar, no habría guardias para detenerlos.

Por tanto, que viva el Rey y una Cataluña en donde sus ciudadanos sean “independientes”, libres, tanto de los políticos de Madrid, como de los de Barcelona.

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