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Maldición de Malinche

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Plantas de celulosa

@|Allá por los 70, resonaban, una y otra vez, acordes con letras libertarias que despertaban la efervescencia juvenil de miles de jóvenes uruguayos advirtiendo de los mal intencionados capitales extranjeros que vendrían a ponerlos de rodillas ante su poder económico. 

Pasaron algunos pocos años para comprobar que aquellos rechazos furibundos de quienes después serían frágiles en su resistencia y proclives a su sumisión, cambiarían de actitud frente a lo que en algunos párrafos de aquella canción se expresaba hasta el hartazgo. 

Fue así como “del mar los vieron llegar mis hermanos emplumados, eran los hombres barbados de la profecía esperada, se oyó la voz del monarca y les abrimos las puertas como entregando la grandeza del pasado y nos quedamos esclavos”.  

Cosas del destino y de la doble faz de los hombres (algunos) a quienes entregarán el poco caudaloso Río Negro (diez veces menos que el Río Uruguay) asediado por la pastera más grande del mundo, mientras el organismo creado para proteger el medio ambiente no dice ni “mu”, pero sí despotrica contra unos cientos de personas que en playas esteñas y sobre sus arenas, causantes (según ellos) de daños enormes y actuando con rigor.
Vienen entonces de lejos aquellos hombres barbados para hacer en estas tierras aquello que tienen prohibido hacer allá lejos... en la de ellos.

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